Conversamos con Osvaldo Cáffaro, intendente de Zárate, la Ciudad para la vida, como lo anuncia su slogan. Sin duda un lugar con mucho por hacer, pero que logró poner en valor los espacios públicos para el disfrute de sus vecinos.
En 2011 obtiene un triunfo importante con su propio partido, Nuevo Zárate, con un 66% de los votos. Segundo con menos del 20% quedó José Luis Mangini del FpV. En 2015 logra el triunfo a Jefe Comunal con su partido vecinalista Nuevo Zárate, en conjunto con el Frente para la Victoria. Logra el 39,71 % de los sufragios, por delante de Sandra Paris, candidato de Cambiemos.
¿Qué es lo más importante que logró en su gestión hasta ahora?
Nosotros teníamos un objetivo por encima de los cambios físicos que fue el de generar una identidad, y lo pudimos construir a través de nuestra historia, nuestras raíces, nuestros abuelos. Tenemos una impronta muy fuerte de industria, de arte, de campo, y a partir de ahí generamos el slogan “Ciudad para la vida”, empezando a vincularnos más entre los distintos colectivos sociales, entre las instituciones y el Estado, entre el Estado y el sector privado. Ese es el logro más importante: generar vínculos nuevos y positivos.
¿Cuáles han sido los principales desafíos de la gestión municipal?
Muchos años de ineficiencia, de no tener un orden y un objetivo concreto sobre hacia dónde llevar a la ciudad, derivaron en armar dispositivos y políticas públicas en esa dirección. Con lo cual, el primer desafío fue modificar ese estado de congelamiento de la comunidad, muchos años sin que haya una transformación. Otro desafío importante fue que esta ciudad se pensó para 50.000 habitantes, dejando excluidas a personas que no tenían equipamiento ni infraestructura, por eso emprendimos la tarea de llegar a esos lugares y de proveer de esa infraestructura.
¿Cómo considera que está la ciudad respecto al momento en que asumió?
La ciudad ha cambiado muchísimo. Decimos que somos una Ciudad para la vida, porque hay muchos espacios de encuentro. El espacio público fue jerarquizado, y lo multiplicamos por 50. Es un punto de encuentro entre las personas para tomar mate, estar con la familia, los amigos. Logramos hacerlo de calidad, con movilidad urbana, seguridad e iluminación. Hay un crecimiento muy grande y un contraste mayor aún en todos estos años. Los servicios mejoraron en su mayoría: limpieza, recolección, alumbrado público, agua y cloacas. La ciudad avanzó e invirtió mucho en obras que no se ven, como un colector cloacal gigante que llega desde el río y cruza toda la ciudad, y que nos permitió expandir la red de cloacas. Lo mismo sucede con los desagües pluviales. Antes teníamos dos centros de evacuados y hoy afortunadamente no los usamos más. También generamos espacios para la cultura, para el deporte, como el Club Municipal, el Velódromo. Le estamos dando importancia a estos temas, con construcciones de calidad, como el Polideportivo en la zona de la costa capacitado para 4.000 personas.
¿Qué obras llevan adelante?
Seguimos interconectando el colector con una obra pluvial de fondos propios. Tenemos un lugar donde estaban las vías viejas del Ferrocarril Urquiza, que fue abandonado cuando se construyó el puente. Estamos quitando el agua para llevarla hasta el río, son 3.000 metros de cañerías. Estamos construyendo un Parque Urbano, que eran 12 hectáreas del ferrocarril que estaban abandonadas desde los ’70 y que nosotros urbanizamos, generando un espacio verde con laguna y el terreno parquizado. Había viviendas precarias de los ferroviarios que estamos relocalizando. También estamos haciendo una avenida de circunvalación, y estamos construyendo el polideportivo. Avanzamos con el techado de un teatro municipal en un espacio privado con un sistema de ordenanza de plusvalía muy interesante, cuyo criterio es que al privado le vaya bien, pero parte de su negocio vuelva a la comunidad. Parte de esto que recibimos fue el teatro, un polideportivo y lo que será el Museo de la Carne.
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