Los recuerdos de Rodolfo Barili se mezclan con sus anécdotas de hace pocos meses, es que el periodista y conductor suele volver a su pueblo de origen: Raucha. El vínculo especial con su madre y la importancia de “nunca tenés que olvidar de dónde venís”.
¿Dónde naciste y cómo era ese lugar de tu infancia?
Nací en Rauch, Provincia de Buenos Aires, esto, influyó en la relación inmediata con lo que quería ser, con la posibilidad de hacer radio y en poco tiempo, primero en mi habitación y después en la FM de Rauch.
¿Cómo fue tu infancia y la radio?
En mi infancia y en mi adolescencia tuve todo, todo estaba al alcance de la mano, todo, si lo soñábamos, podíamos hacerlo. Con ‘El Narigón’ Miguel Serveta, mi mejor amigo de toda la vida, trabajamos en radios diferentes y pasábamos música, los dos queríamos operar más que hablar, es parte de mi la simpleza que tenía esa vida que había que soñar y hacer y, se podía.
Las radios llamadas truchas, el nacimiento de las FM, nos permitieron a muchos dar nuestros primeros pasos y probar de qué se trataba la comunicación y permitirnos sentir qué era eso.
Se sumó todo el entorno, ¡El esfuerzo de mi vieja!, soy un hijo no solo de la educación pública sino del sueldo de una docente. No fue fácil estudiar y siempre hubo gente que ayudó gracias a Dios para que concretara el sueño. Y tanto en el colegio Inmaculada Concepción, fundamentalmente, pero, también en el Nacional siempre tuve la posibilidad de manejar el equipo de la escuela, de conducir actos, me gustaba escribir, hablar, organizar y participar.
En tu vocación, ¿Tuviste algún mentor o un ídolo a seguir?
Sí. Una vez mi viejo se enfermó y vinimos con mi tío a verlo a Buenos Aires y al entrar a su casa, en la Tele estaba Badía haciendo Imagen de Radio y juro que fue mirarlo y decir ‘¡Es esto!’.
Badía fue mi inspirador, pude entrevistarlo cuando estudiaba y mucho tiempo después en mi programa “Data” le recordé esa anécdota cuando lleno de miedos en la entrevista me dijo, ‘sólo asegúrate que te den la oportunidad y cuando te la den demostrá quién sos, lo que sabés hacer, cuánto valés’ y, de eso me aseguré.
Desde Buenos Aires, ¿Cómo te seguiste conectado con Rauch?
Los primeros años que viví en Buenos Aires volvía todos los fines de semana y siempre sigo conectado porque está mi vieja, mis amigos, parte de mi familia, mis sobrinos, algunos primos y tíos, está mi vida, está mi esencia en Rauch, es mi lugar en el mundo. Es importante entender hacia dónde vas, pero nunca tenés que olvidar de dónde venís.
Además, con mis amigos del pueblo, tenemos una banda que la activamos cada año o cuando voy nos ponemos a ensayar, se llama Muy pocas Nueces.
Anualmente tocábamos en ‘Radio con los chicos’, un encuentro solidario para juntar útiles escolares, comida y ropa para los chicos de Rauch que necesitan una mano.
¿Qué lugar ocupa Rauch en tu vida?
Le digo pueblo, pero, técnicamente Rauch es ciudad, sin embargo, tiene esa vida hermosa, maravillosa de pueblo, de conocernos todos y como decía Hugo Guerrero Marthineitz, una ciudad es demasiado grande para guardarla en un corazón.
Tu madre, ¿Cómo vive tus progresos?
Mi vieja es una gran persona, siento que cada cosa que hago es porque ella hizo algo antes. Definitivamente, todo lo bueno que pude haber hecho, lo hice por ella, por su ejemplo de ética, de trabajo, de preservación, de libertad, de rectitud. Mi vieja es todo eso.
No hay nada más hermoso de sentir que ella está orgullosa, no porque soy periodista y estoy en la tele sino porque soy un tipo recto y que todos los días cumplo mi sueño y fue tan difícil esos años… así que, verla feliz y orgullosa de mi es la mejor devolución. Es el mejor ¡Gracias! que puedo darle.
¿Un personaje entrañable de Rauch?
El Cholo, el único canillita que tenía el pueblo era el abuelo de un compañero del secundario y cuando entre a la FM, mi primera nota fue al ‘Cholo’ con una gran historia de vida.
¿Cómo vives los cambios de Rauch?
Sigo siendo Rodi, el hijo de Antonia, el sobrino de Tita, el hermano de Silvina, nada de eso ha cambiado y cualquier situación de mejora me alegra, muchas cosas. Ha crecido enormemente el pueblo y yo lo sigo viendo como mi lugar de siempre. Supongo que es porque gran parte de mis afectos están ahí y mientras sea así, sigue siendo mi lugar, el de siempre.
Si fueras guía de turismo de tu ciudad, ¿Qué lugares recomendarías?
El balneario es un hermoso lugar de encuentro de adolescentes y familias para un asado, bañarse, un picnic, tiene de todo el parque.
El Castillo de Egaña que fue abandonado y hoy tiene recuperado su parque para un gran día de camping y te cuentan muchas historias del lugar, el parque Juan Silva con su Museo Histórico y la Casa de la Cultura en pleno centro.
Si parás en Rauch, podés comprar los mejores quesos del país. Y, lo más lindo de mi querido pueblo, es su gente dispuesta a tender una mano a quien vaya.