Señalética como puente entre tecnología y experiencia urbana

Cuando imaginamos una ciudad inteligente, visualizamos un entorno lleno de sensores, big data, aplicaciones móviles y plataformas de gestión. Sin embargo, la verdadera esencia de una ciudad inteligente trasciende lo digital. Elementos físicos como mapas en plazas, tótems informativos en estaciones de tren y señales direccionales en las calles se entrelazan con la tecnología para enriquecer nuestra experiencia urbana. Piensa en la ciudad física como el hardware y en las herramientas tecnológicas como el software; juntos crean un sistema eficiente y armonioso.

Aunque los soportes digitales avanzan rápidamente, la señalética sigue siendo un componente esencial y atemporal que cruza culturas y épocas. Esta no solo facilita el tránsito urbano, sino que también actúa como un puente crucial entre el mundo digital y la experiencia tangible de la ciudad.

Un diseño inteligente para la Ciudad de Buenos Aires 

En ciudades tan diversas y desiguales como las de América Latina, no todos los ciudadanos tienen acceso constante a dispositivos móviles o datos. Por eso, la presencia de mapas físicos, tótems informativos y señales direccionales sigue siendo fundamental, y es aquí donde el diseño juega un papel crucial.

Un excelente ejemplo es el proyecto Ciudad Legible, desarrollado por el Estudio Garibaldi en colaboración con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Este proyecto establece un lenguaje gráfico unificado que integra un ecosistema de orientación física. Diseñado para complementar la tecnología digital, asegura que tanto turistas como residentes -y personas neurodivergentes- puedan moverse por la ciudad de manera intuitiva.

El desarrollo de este sistema fue meticuloso, involucrando investigación, diagnóstico, estrategia, desarrollo, diseño e implementación. Este enfoque garantiza que cada elemento de señalética cumpla su propósito dentro de la red urbana, evitando el caos visual.

Ciudades inteligentes más allá de las pantallas

Los beneficios de un diseño de señales claras son palpables. Facilita conexiones de transporte, ofrece seguridad a los turistas y reduce la dependencia de información dispersa. Además, al proporcionar datos claros, disminuye la presión sobre el personal de estaciones y centros de información.Tener presente que dichas señales claras transitan en dos mundos, el físico y el digital es clave para proporcionar una mejor experiencia ciudadana, sea al transitar por una calle o al realizar un trámite burocrático online.

Para integrar y complementar lo físico con lo digital, es crucial considerar diferentes franjas etarias y preferencias de los usuarios. Debemos asegurarnos de que todos, independientemente de su acceso a la tecnología, puedan orientarse en la ciudad y de allí la relevancia de no descuidar la importancia de lo físico y el rol que tiene la señalética al transitar entornos urbanos. 

“No podemos depender únicamente de la pantalla del celular”, afirman desde el Estudio Garibaldi. La señalética física sigue siendo fundamental para la confianza y accesibilidad en la toma de decisiones urbanas. En un mundo centrado en lo digital, es vital reconocer la importancia de lo tangible y complementar los soportes digitales con un buen diseño en la construcción de una ciudad verdaderamente inteligente.

El sistema de wayfinding en Buenos Aires es un modelo replicable en otras ciudades de América Latina, enfrentando desafíos similares en movilidad y convivencia urbana. No es solo una solución gráfica, sino una estrategia integral que combina innovación, accesibilidad y sostenibilidad.

Hacia una ciudad híbrida 

En un momento donde los algoritmos prometen gestionar el futuro urbano, iniciativas como Ciudad Legible muestran que la verdadera inteligencia se construye en las calles, trabajando en ambas dimensiones: física y digital. La ciudad en la que vivimos hoy es una ciudad híbrida, donde productos y servicios deben ser diseñados de manera clara, inclusiva y legible para todos. Esto es construir una ciudad bajo un enfoque verdaderamente inteligente. 

Por Lucía Bellocchio

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José Abel Autor