El diseño de los patios de juegos ha evolucionado de ser un espacio exclusivo para niños a convertirse en un punto de encuentro comunitario en los barrios, donde la mitad de los usuarios son adultos acompañantes. Este cambio exige mirar el diseño con empatía y como un ejercicio de urbanismo, priorizando la seguridad, la accesibilidad universal, el confort con sombra y áreas de descanso, y la sostenibilidad mediante el uso de materiales durables y reciclados.
Quienes diseñamos patios de juegos sabemos que no se trata solo de proyectar estructuras, elegir colores o definir temáticas. Diseñar un patio de juegos es diseñar un pedazo de ciudad.
Cada decisión —desde el tipo de piso hasta la ubicación de un banco y como va a ser el mismo— impacta en cómo las personas habitan, se sienten y se relacionan con los demás. Y eso exige mirar mucho más allá del plano o del render.
En los últimos años, los patios de juegos dejaron de ser espacios exclusivamente infantiles para convertirse en verdaderos puntos de encuentro de los barrios. Si observamos con atención, veremos que los chicos no van solos: los acompañan madres, padres, abuelos, hermanos, cuidadores.
Podríamos decir que la mitad de quienes usan un patio de juegos son adultos. Y eso cambia por completo la forma en que deberíamos diseñarlos.
Diseñar un patio no es solo un ejercicio de arquitectura o urbanismo: es una forma de entender la vida cotidiana en comunidad. Es pensar el espacio desde la empatía, las personas, el entorno, desde cómo se juega, cómo se espera, cómo se cuida y cómo se comparte.
El juego como forma de encuentro
El juego es una forma de encuentro. No solo entre chicos, sino entre generaciones.
Jugar es una manera de aprender, de explorar, de crear vínculos. Y en los patios de juegos, eso ocurre todos los días, de forma silenciosa pero constante.
Después de la pandemia, las plazas volvieron a tener un valor enorme como lugares abiertos, accesibles y gratuitos. Hoy son verdaderos escenarios de lo cotidiano: cumpleaños, meriendas, mates, actividades escolares o deportivas.
Pensar un patio de juegos ideal es pensar en una plaza que invite a quedarse.
Diseñar para todos
Un buen patio es aquel que puede usarse sin esfuerzo, sin barreras y sin pedir permiso.
La inclusión no se logra agregando un “juego adaptado”, sino diseñando desde el principio para que todos puedan participar.
Debe haber distintos niveles de desafío, zonas de descanso, pisos continuos y rampas suaves. Pero también algo menos tangible: la posibilidad de jugar juntos. Porque la verdadera inclusión es cuando nadie queda afuera del juego.
Los circuitos accesibles, los bancos bajo sombra y la posibilidad de moverse con cochecitos o sillas de ruedas no son detalles: son condiciones básicas de diseño.
Seguridad: más que un requisito técnico
La seguridad es la base de todo patio. Pero no se trata solo de “cumplir normas”: se trata de entender el riesgo como parte del aprendizaje y de planificar para que ese riesgo sea controlado.
Cada estructura, cada piso y cada recorrido deben pensarse en función de las áreas de seguridad, esos espacios libres donde no puede haber obstáculos, bancos ni paredes que interfieran en una caída.
A eso se suma el concepto de altura crítica de caída, que determina desde qué altura una persona puede caer sin riesgo de lesión grave.
Ese valor se mide con el HIC (Head Injury Criterion), un índice internacional que evalúa el impacto en la cabeza según la altura y la capacidad del piso para absorber energía. Todos los materiales tienen su HIC: desde la arena hasta los pisos de caucho.
Las Normas IRAM 3616 “Seguridad en áreas de juego. Materiales de solado amortiguante. Requisitos y métodos de ensayo” y la 3655 “Equipamientos de áreas de juego. Requisitos generales de seguridad y métodos de ensayo” Establecen estos requisitos de seguridad para los juegos y los pisos amortiguantes.
Cumplirlas no es una formalidad burocrática: es lo que convierte una buena intención en un espacio verdaderamente seguro.
Materiales y sostenibilidad
Cada vez más municipios están incorporando materiales reciclados o de bajo mantenimiento en los patios de juegos. Las superficies de caucho hechas con neumáticos fuera de uso son una gran solución: amortiguan los impactos, duran años y además reciclan residuos que antes terminaban en basurales.
También se pueden usar maderas tratadas de alta durabilidad o plásticos reciclados, que resisten el clima y el uso intensivo. Los elementos metálicos, preferiblemente deben ser de materiales inoxidables.
Pensar en sostenibilidad no es solo elegir materiales ecológicos: es proyectar equipamientos reparables y mantenibles. Los proveedores de juegos deben proporcionar la garantía de que los repuestos van a estar a disposición, a pesar de que discontinúen los juegos en sus catálogos.
Diseñar estructuras que puedan desarmarse y arreglarse por partes evita tener que reemplazar juegos enteros ante roturas menores.
Clima y confort
El cambio climático también cambió la manera de diseñar plazas. Cada vez hace más calor y los rayos UV son más agresivos, por eso la sombra se volvió un tema central.
Hay todo un debate acerca de plantar árboles dentro de los patios de juegos por posibles caídas de ramas: hay que pensar dónde, qué especie y cómo se combinan con estructuras de sombra artificial.
Un patio sin sombra puede volverse inutilizable gran parte del día. Incorporar pérgolas, lonas tensadas o techos livianos en sectores clave mejora el confort térmico y permite que el espacio se use todo el año.
También hay que prever algo básico pero aún poco común: bebederos y baños públicos. No son lujos, son necesidades reales.
Mantenimiento y apropiación
Un patio de juegos no termina cuando se inaugura. Requiere mantenimiento, limpieza y revisiones periódicas. Pero, sobre todo, necesita que los vecinos lo sientan propio.
Cuando una plaza se usa, se cuida. Cuando está vacía, se degrada.
Involucrar a la comunidad en la planificación, invitar a las escuelas del barrio o promover programas de padrinazgo ayuda a construir sentido de pertenencia y a que el espacio se mantenga vivo en el tiempo.
Claves para pensar el patio ideal
Al momento de proyectar o renovar un patio de juegos, vale tener en cuenta algunos puntos básicos:
- Diseñar con empatía: entender que el juego también incluye a los adultos que acompañan, muchas veces tras temáticas salen del entorno o de símbolos importantes para el barrio, eso genera pertenencia.
- Seguridad desde el diseño: definir áreas de seguridad, alturas críticas y materiales ensayados según normas IRAM 3616 y 3655.
- Accesibilidad real: sin barreras, con recorridos continuos y zonas de descanso pensadas para todos.
- Sombra y confort: prever árboles, estructuras livianas y lugares donde quedarse.
- Sostenibilidad: usar materiales reciclados, durables y reparables, pensar en la posibilidad de reparacíón de todos los elementos.
- Participación: sumar a los vecinos y escuelas desde el inicio
El patio de juegos ideal no es el más grande ni el más caro. Es el que logra que las personas quieran volver.
Es ese espacio donde los chicos corren, los adultos descansan y todos se sienten parte.
Diseñar patios seguros, inclusivos y sostenibles no es un lujo: es una forma de construir ciudades más humanas.
Porque proyectar estos espacios no se trata solo de técnica o planificación, sino también de sensibilidad: de entender cómo las personas viven, se mueven y se vinculan en ellos.
Solo cuando logramos esa mirada integral, el diseño trasciende el plano y se convierte en parte real de la vida cotidiana.
Por DI SAMANTA SZUSTERMAN – DIRECTORA CREATIVA DE LA CONSULTORA ARQUILÚDICA –
