La señalización vial en la República Argentina está regulada por la Ley 24.449 y el Decreto 779/95. El objetivo del señalamiento vial es brindar información clara, precisa e inequívoca, estando destinado a transmitir al usuario de la vía pública órdenes, advertencias, indicaciones u orientaciones, mediante códigos comunes en todo el país y de modo coherente con los utilizados en la región, con el fin de contribuir a una circulación ordenada y eficiente para garantizar la seguridad de todos los usuarios de la vía.
La señalización vial se categoriza en:
- Señalización vertical (carteles que se ubican al costado del camino, o de forma aérea elevadas sobre la calzada),
- Demarcación horizontal (señales de tránsito aplicadas sobre la calzada),
- Señalización luminosa (semáforos y señales fonoluminosas en pasos a nivel),
- Señalización de balizamiento (se refiere a elementos como boyas, postes y otros marcadores que ayudan a definir límites y guiar a los conductores, especialmente en áreas de difícil visibilidad).
En todos los casos la señalización vial debe ser visible tanto durante la circulación diurna como nocturna, así como también en condiciones ambientales adversas, como lluvia o niebla. Es necesaria su uniformidad a fin de que puedan ser reconocidas y entendidas instantáneamente por todos los usuarios de la vía.
La señalización vial debe instalarse en todos los tramos de la red vial, autopistas, rutas, y por supuesto también en los sectores urbanos.
Ahora bien, si dividimos la red vial que cualquier usuario utiliza según la jerarquía de la vía, tendremos las autopistas como la de mayor jerarquía de la red vial, las rutas nacionales y provinciales, y por último la red vial urbana.
¿Por qué es importante esta diferenciación? Los vecinos de las ciudades todos los días de su vida interactúan con la señalización vial en sus calles. No es necesario ser usuario de un vehículo automotor, moto o bicicleta. Los peatones somos los usuarios principales de la red, además de ser los más vulnerables. Los peatones todos los días interactúan con la señalización vial. Lo importante es que todos, estrictamente todos los usuarios de la red vial, en algún momento del día somos peatones. Los alumnos que asisten a las escuelas, los vecinos que realizan sus compras diarias, los que realizan viajes a los centros de salud, por más que parte del viaje lo realicen en un vehículo automotor o en transporte público, al menos el tramo inicial y el final lo hacen como peatones. Es por ello por lo que, la señalización vial adquiere un rol importante para la seguridad de todos los usuarios y para lograr ordenar la circulación en las vías.
LA REALIDAD ARGENTINA
Empezando por la red de mayor jerarquía, las autopistas, por lo general la señalización vial es adecuada. Las autopistas canalizan viajes de media o larga distancia, y en las grandes ciudades vinculan el hogar en las periferias con el trabajo, estudio o salud. Las concesionarias de autopistas, los organismos viales que la gestionan, cuentan con equipos profesionales especialistas en ingeniería vial y de tránsito. En sus proyectos la señalización vial es parte del mismo desde su gestación. Su estado de conservación es por lo general acorde, aun así, podrá darse el caso que en sectores falte mantenimiento y refuerzo de la misma, pero esa señalización existe.
Las rutas nacionales y provinciales canalizan la circulación del tránsito interurbano y por lo general canalizan los viajes de larga distancia. El usuario general de las ciudades circula por las rutas solo unos pocos días al año para viajes turísticos o de recreación. En el caso de las rutas argentinas, como es de público conocimiento, la red presenta un deterioro general. Años de falta de mantenimiento y falta de inversión en las últimas décadas han llevado a que la situación de las rutas sea crítica y también lo es, por supuesto, la señalización vertical y en particular a la demarcación horizontal. Hay tramos donde la divisoria de sentidos en rutas de dos carriles está faltante o no es la correspondiente (línea discontinua blanca o doble línea amarilla en los lugares donde es imposible hacer el sobrepaso). Lo propio ocurre con la línea de borde (separa la calzada de la banquina), y también con la línea divisoria de carriles en un mismo sentido. Es de esperar que esta situación sea revertida en el corto plazo para que la red vial cuente con la señalización vial correspondiente con el fin de mejorar la seguridad vial.
Volviendo al caso de las ciudades, aquí podemos diferenciar lo que se presenta en las grandes ciudades y en aquellas de escala intermedia. La mayoría de la población argentina vive en ciudades y pueblos, por lo que la red vial urbana, es la más usada por la población argentina ya que sirve para los viajes diarios y la movilidad urbana en las ciudades que habitan.
En las capitales provinciales y grandes ciudades del país se observa demarcación horizontal, sendas peatonales, líneas de pare y señalización vertical además de la semaforización. En estas urbes, por lo general cuentan con un plantel profesional con incumbencias en la temática vial y de la ingeniería de tránsito. No así en ciudades más pequeñas, donde los funcionarios públicos pueden tener las mejores intenciones, pero no cuentan con los conocimientos técnicos de la ingeniería vial y de tránsito. No es lo mismo un médico que un enfermero. En estos casos la demarcación horizontal se encuentra acotada a ciertos sectores centrales y por lo general escasea en el resto del ejido urbano. No se demarcan las sendas peatonales, así como tampoco se demarcan las divisorias de sentidos en avenidas de la red vial secundaria, con el riesgo de choque de frente. Recordemos lo dicho en el primer párrafo respecto al objetivo del señalamiento vial. Si no existe línea divisoria de sentidos los conductores no reciben información clara ni indicaciones. Los conductores se ven en la necesidad de “diseñar” hasta donde se extiende el carril por donde circulan y donde empieza el carril en el sentido contrario. Una calzada de doble sentido de circulación sin demarcación es un eje potencial de accidentes graves. Una senda peatonal inexistente también lo es. Desafortunadamente en todo del país se reproduce este esquema.
Tomando el caso del Área Metropolitana de Buenos Aires las diferencias entre algunas localidades son más notorias. Mientras que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y algunos municipios cuentan con frondosa señalización vertical, luminosa y demarcación horizontal, distinta es la situación en otras localidades del conurbano bonaerense. En algunos municipios se observan tramos que no cuentan con la senda peatonal ni con la línea de pare demarcada, lo que acarrea conflictos y falta de seguridad para los peatones. Y cuando se coloca, podría decirse que en estas localidades por lo general hay buenas voluntades de implementar señalización, pero en la mayoría de los casos no se corresponde con las dimensiones establecidas, materiales, pintura y reflectancia. Su vida útil es reducida, su efecto es bajo, y el gasto, ineficiente.
En cuanto a las lomas de burro, muchas veces no están señalizadas, lo que produce que, este elemento que busca reducir la velocidad de circulación, se pueda convertir en un riesgo de no solo de rotura del propio vehículo, sino lo que es peor, de generador de un incidente para el propio conductor, los otros conductores o para los peatones que por la vereda estén caminando.
En las áreas urbanas un tema crucial es la semaforización. Y volvemos al caso de las grandes ciudades y de las pequeñas. Pero esto será tema de un próximo artículo. Pero dejo un punto para comenzar a pensar. La falta de cuerpos semafóricos de cruce peatonal es notoria en todas las áreas urbanas, se colocan los cuerpos semafóricos para la circulación vehicular y a veces se dejan de lado los cuerpos peatonales. Acá también la tarea recae en los peatones que deben “adivinar” cuando les corresponde el cruce interpretando la información del semáforo vial. Un riesgo innecesario.
PASOS A SEGUIR
En todas las áreas urbanas del país se debería llevar a cabo una política de Estado respecto a la señalización vial. En el entendimiento que los recursos son escasos, se deberían priorizar los planes de señalización a implementar, empezando por aquella que garantice más seguridad a los usuarios de la red vial. Las líneas divisorias de sentido en las avenidas de doble mano urbanas deberían ser una primera prioridad. Es inconcebible que los conductores deban “adivinar” hasta donde les está permitido circular. El riesgo es enorme, y los accidentes, muy graves. Los proyectos de demarcación de sendas peatonales deberían estar también en primera instancia, empezando por aquellos sectores urbanos donde el cruce peatonal sea muy importante, como ser áreas escolares, áreas centrales, centros de salud, entre otros.
Pero volvemos a la falta de ingenieros de tránsito y viales en algunos municipios de la Argentina. Como política de Estado se deberían planificar grupos de trabajo dirigidos por profesionales idóneos que estén a cargo de varios municipios, y que tengan como encomienda desarrollar planes de señalización vertical y demarcación horizontal, estableciendo prioridades de intervención como se dijo más arriba. De esta forma, con una gestión organizada desde la jurisdicción nacional o la provincial, se estaría dando asistencia a todos los municipios para desarrollar proyectos, y además, y muy importante, se estaría capacitando a funcionarios municipales en la temática para que esta política perdure en el tiempo en sus localidades. Es preferible una inversión acotada, pero de calidad y duradera, que una inversión extensa, pero de baja calidad y rendimiento. Los recursos económicos del país son escasos y hay que optimizarlos. No hay que olvidar que la seguridad vial depende de todo lo expuesto en este artículo.
Ing. Guillermo Eduardo Yampolsky – Consultor