Mempo Giardinelli arrancó su trayectoria como periodista y escritor hace 50 años en su ciudad natal, Resistencia. Fundó la revista Puro Cuento y ha publicado más de 30 libros, entre novelas, cuentos y ensayos. Su obra literaria y la Fundación Mempo Giardinelli recibieron decenas de premios y reconocimientos en América y en Europa. Tras sus residencias en Buenos Aires, en México DF y en Paso de la Patria, retornó en 2002 a la capital chaqueña.
–¿Cómo era la Resistencia de su infancia?
–Era una ciudad amable, tranquila, muy verde y muy segura. Me pasé niñez y adolescencia andando en bici y trepando árboles o pescando en lagunas y riachos. La Escuela Benjamín Zorrilla y el Colegio Nacional fueron mis segundas casas.
–¿Cómo fueron sus inicios en la escritura?
–Empecé escribiendo notas en una revista chaqueña llamada Región, y luego colaboré en diarios locales, mientras me iniciaba, en secreto, con cuentos, poemas y un par de novelas que, prudentemente, abandoné. En casa había muchos libros y mis padres y mi hermana leían constantemente, y en familias así es natural que un chico lea.
–¿Qué lo incentivó a mudarse en 1969 a Buenos Aires?
–Mis padres murieron cuando yo entraba en la adolescencia y mi hermana formó familia siendo muy joven, de modo que empecé a trabajar a los 14 años. Fui cadete de una compañía de seguros, pinche de oficina y mandadero, y a los 16, terminando la secundaria, entré en Tribunales. Estudié abogacía y durante toda la carrera fui mecanógrafo en el Superior Tribunal de Justicia, hasta que me tocó el servicio militar. Esa fue una experiencia desdichada, traumática, y por eso me fui del Chaco en cuanto me dieron la baja.
–Estuvo exiliado en México durante la última dictadura, ¿qué cambios sociales lo sorprendieron tras su regreso a la Argentina?
–El cambio fundamental fue pasar de la dictadura a la democracia. El Juicio a las Juntas, la militancia por los Derechos Humanos y los infantes apropiados, por la Memoria, la Verdad y la Justicia, nos determinan y califican como sociedad aún hoy, y sobre todo ahora, cuando el retroceso institucional y moral es feroz.
–¿Qué balance hace de la fundación creada por usted para promover la lectura?
–Quizás no sea yo la persona indicada para evaluarlo, pero es un hecho que la fundación lleva 23 años organizando todos los agostos, desde 1996, el Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura, considerado por muchos como el acontecimiento literario y cultural más sustancioso y multitudinario de América Latina. Asimismo, creamos en 1999 el primer Programa de Abuelas Cuentacuentos del continente; sostenemos desde 2002 un Programa de Asistencia a Comedores Infantiles y otro de Asistencia a Bibliotecas Escolares y marginales. En todos estos años hemos entregado alrededor de 80 toneladas de comestibles y decenas de miles de libros y materiales de lectura. Y sostenemos un Instituto de Estudios Superiores que ofrece capacitación docente y bibliotecológica mediante cursos, seminarios y postítulos de Pedagogía de la Lectura Literaria con especialización en Literatura Argentina y Latinoamericana y en Literatura Infantil y Juvenil. Y todo, lo digo con orgullo, gracias a decenas de voluntarios y sin subsidios de ninguna índole.
Nota publicada en AreaUrbana70