Damian Manusovich, “el Ruso”, tal como se lo conoció en sus épocas de jugador, decidió hacer hincapié en la importancia de quedarse en su lugar de origen, tal vez porque su historia lo ancló de esa manera en las zonas aledañas al barrio en el que nació: Versalles. El ex futbolista y ahora empresario logró reinventarse sin despegarse del escenario de su infancia.
“Nunca tuve la oportunidad de jugar en la selección como futbolista, pero amo profundamente a este país y la forma que tengo de defender a mi bandera es hacer lo que hago, apostando a la Argentina todos los días”, remarcó con orgullo Damian Manusovich en diálogo con AreaUrbana.
No sólo decidiste quedarte en Argentina, sino que vivís con tu familia en la zona donde creciste, ¿qué diferencia a estos sitios del resto de la ciudad?
Nací en Versalles, me crié ahí y hoy vivo por ahí. Es un lindo lugar de la Capital Federal al que estoy acostumbrado y, además, con buena conectividad. Junto con Devoto, Villa del Parque y Villa Urquiza conforman la zona en la que, no sólo me asenté, sino a la que también frecuento. Tiene un buen mix entre programa de actividades y una vida tranquila. Ahí viven mi familia y mis amigos, me es muy agradable.
¿Qué lugares del barrio transitaste durante tu infancia?
De chico jugaba al fútbol en las plazas. Iba al colegio ahí también. Hice la primaria en la escuela Estados Unidos de América. Después fui al Colegio Juan B. Justo. Recuerdo aquellas épocas con mucha felicidad por eso me quedé en la zona y vivo con mi familia ahí. Tengo recuerdos de otras épocas cuando iba a jugar a plaza solo; de hecho con 10 años llevaba a mi hermano que era más chico. Estaba a la vuelta de mi casa y solo tenía que cruzar la vereda. Me vienen recuerdos de ese momento, de poder encontrarme con amigos y quedarnos hasta que se hacía de noche. Me venían a buscar para ir a comer, porque el día se había acabado. Esas horas eran interminables, de mucho disfrute y aprendizaje de esas cosas que uno solo las aprende en la calle. Los lugares que sentís propios están hechos de una mezcla de experiencias vividas, de espacios conocidos y de gente querida; eso es por lo que creo que sigo y voy a seguir haciendo cosas acá.
¿Cuáles son las diferencias que notas de aquellos tiempos con lo que le toca vivir a tus hijos?
Los barrios fueron cambiando, hoy tienen más programas de actividades, entonces los chicos tienen menos necesidad de irse trasladando de un lado al otro de la ciudad. Se quedan en la zona y tienen parques, plazas o comercios que antes no estaban. Hoy están a la mano para juntarse con sus amigos, disfrutar cerca de su casa y planes de esparcimiento. El barrio ha crecido fantásticamente; celebro eso y lo disfruto mucho.
¿Se vinculan de alguna manera tus vivencias en Versalles con tus desempeños profesionales?
Fui jugador de fútbol y no siento que esa actividad haya guardado relación con el lugar donde vivía. Con la carrera de desarrollador sí, porque nosotros trabajamos principalmente en esa zona. Iniciamos el negocio ahí, fue el caso de transformación que llevó adelante nuestro estudio. Más allá de que hoy nos estamos expandiendo con los distintos proyectos, yo empecé por donde vivo. Con el tiempo fui llegando a distintas zonas. El embrión de nuestro negocio fue convertir el lugar donde vivíamos y estamos contentos, tal es así que hoy seguimos ahí.
¿Qué ventajas tiene trabajar en el lugar donde creciste?
Conocer las necesidades que tenía la gente fue esencial. A partir de eso, proponer programas de desarrollo urbano. No es lo mismo armar esas ofertas en sitios que uno no conoce; no se sabe si van a tener éxito o no. Es cierto que siempre hay incertidumbre cuando uno encara algo, porque al fin y al cabo no hay grandes certezas, pero pensábamos que era algo que podía salir bien y eso fue lo que terminó ocurriendo.
Cuando hablas en plural, ¿a quiénes hacés referencia?
A mis amigos, con ellos di los primeros pasos. Estudié ciencias económicas, por lo tanto la veta transaccional y empresarial me interesaba. Después tuve que dejar la carrera cuando me fui a jugar afuera, pero siempre me quedó la inquietud. También me interesan mucho la arquitectura y la gastronomía. Me las fui ingeniando para ir haciendo las cosas que me gustaban y convertirlas en una salida económica. Todos los locales que tenemos unen eso, la amistad con los desafíos económicos y la propuesta. Pensamos en que le puede gustar a la gente y todo va girando en un loop. No hay una verdad única, sino que se va aprendiendo en el viaje.
¿Qué te fue enseñando en esta faceta como desarrollador?
Es un oficio que es multitasking, porque es ser un poco arquitecto, abogado, contador, ingeniero o escribano. Es una carrera que se aprende con el tiempo y haciendo el camino. En ese aprendizaje mi familia fue clave, es mi refugio. Ellos y mis amigos son mis guaridas, el lugar a donde uno vuelve para disfrutar y recargar las pilas para enfrentar los desafíos que tenemos adelante y seguir ese viaje.