Buenas prácticas en políticas de educación

Un buen maestro es un docente que cuenta con adecuados conocimientos técnicos, un manejo oportuno del aula, con la actualización de contenidos y técnicas pedagógicas, y con el interés genuino de acompañar en el desarrollo integral a sus alumnos. Existe una vasta literatura y políticas para promover la formación continua de los docentes, pero la efectividad de las mismas en América Latina tiene mucho espacio para mejorar y así alcanzar la de países como Finlandia, España y Singapur, entre otros. 

Las buenas prácticas nacen de las necesidades de los docentes de apropiarse de estrategias curriculares o experiencias exitosas que garanticen resultados efectivos de acuerdo a determinados estándares o en relación con las metas pedagógicas que se deseen alcanzar. CAF –banco de desarrollo de América Latina- y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) reúnen en la publicación Políticas exitosas de desarrollo profesional docente en América Latina y el Caribe casos de Brasil, Colombia, Ecuador y Uruguay con el potencial de ser replicados en el resto de la región para aumentar la calidad de la educación y la productividad.

“Los casos identificados y sistematizados en la presente investigación ponen de manifiesto la importancia del acompañamiento docente en aula, la oportunidad de incorporar las nuevas tecnologías de aprendizaje en la enseñanza y la correlación positiva entre el involucramiento de las familias en la educación de sus hijos y un mejor desempeño docente. Esta publicación es parte de los esfuerzos que estamos desarrollando en favor de la mejora integral de los sistemas educativos, cimiento fundamental sobre el cual podremos sostener el desarrollo de América Latina”, aseguró Julián Suárez, vicepresidente de Desarrollo Sostenible de CAF. 

El Programa Todos Aprender (PTA 2.0) de Colombia, que entre sus componentes incluye el acompañamiento a través de sesiones de trabajo situado y en aula para transformar las prácticas en aula de 85.000 maestros, aumentó el acceso y uso de materiales educativos por parte de docentes y estudiantes, así como en el tiempo que los docentes dedican a la planeación de clase y en la generación de comunidades de aprendizaje, entre otros beneficios; convirtiéndose en una experiencia exitosa que evidencia la necesidad de profundizar proyectos que capaciten a los docentes, porque se ha demostrado que esta formación es por lo general de bajo costo, y provoca un impacto importante en las aulas. 

Con el propósito de disminuir la deserción escolar a partir de desarrollar vínculos más activos entre las instituciones educativas y los entornos más inmediatos de los alumnos, en Uruguay se desarrolló un conjunto de estrategias pedagógicas innovadoras que al tiempo que impactaron en los aprendizajes de los alumnos, habilitaron otras formas de actuar de la escuela como colectivo, tanto en la relación con los niños, las familias y la comunidad como al interior de la comunidad educativa. El maestro comunitario trabaja en la modificación de la gestión del aula, ampliándola e involucrando a los adultos de referencia, en actividades de aprendizaje que dan como resultado un mayor acompañamiento de los alumnos y un empoderamiento y recuperación de lugar de adultos referentes por parte de las familias.

RECOMENDACIONES

∙ El estudio de casos extrarregionales (Finlandia, España y Singapur), evidencia que un punto fundamental para generar un impacto significativo en la calidad de los sistemas educativos involucra la selección minuciosa y rigurosa de los futuros docentes. Mediante la selección con base en criterios rigurosos que midan las habilidades de las personas para su futura profesión docente, los países estudiados han logrado una constante mejoría en la calidad de sus sistemas educativos.

∙ Entender que la profesión docente es una producción colectiva con un impacto significativo en la realidad que se desarrolla. Esto implica ampliar la visión docente más allá de una escuela en una comunidad, también implica involucrarse con otras escuelas, instituciones y organizaciones, tanto públicas como privadas, de forma tal que permita asegurar que la profesión docente genere un impacto social e integral en la comunidad. 

∙ Como han demostrado las buenas prácticas docentes identificadas en la región latinoamericana y caribeña, un impulso leve en la formación docente continua ha mostrado tener un impacto significativo en el modelo educativo, tanto en su calidad, como en la motivación tanto del docente en enseñar, como del estudiantado en aprender. 

∙ Se deben implementar herramientas de evaluación docente que no sólo permitan evaluar el impacto del trabajo en determinadas pruebas, sino evaluarlo en su conjunto, tanto en su impacto en el aula, como dentro de la comunidad de aprendizaje del equipo docente, y su impacto dentro de su comunidad en general. 

∙ Una de las principales preocupaciones es la continuidad a los programas que se han desarrollado en formación docente continua. Los programas de formación docente se basan en continuidad, e instituciones que funcionan de sostén, y eso no va de la mano de recortes presupuestarios, sino que se asienta en una regular inversión de los Estados.

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José Abel Autor

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