El ciudadano ilustre: ¿Caricatura o realidad?

Por NICOLÁS BAL

Las locaciones de las películas no podrían tener semejante asertividad si no fuera por la ayuda y cortesía de los municipios que ponen a disposición sus paisajes. Pero el beneficio es recíproco: esto permite atraer al turismo, mostrar sus atractivos, dar a conocer su historia y, por qué no, a aquellos ciudadanos ilustres locales que no pasan desapercibidos.

Estrenada en septiembre de 2015, la historia de El ciudadano ilustre escrita por Andrés Duprat transcurre en Salas, una ciudad recreada para tal fin y que, según palabras de sus directores (Gastón Duprat y Mariano Cohn), es un “Frankenstein”. El motivo de semejante definición tiene que ver con que “El ciudadano ilustre” es una conjunción: se filmó en distintos municipios, como Navarro−el 40% de las escenas−, Uribelarrea (partido de Cañuelas) y Barcelona (España), donde comienza la trama. Pero también en Aldo Bonzi, San Justo y Lomas de Zamora; aunque sus “progenitores” aún sigan sin confirmarlo en cada una de las entrevistas que dan al respecto… ¿quizá para mantener la magia que genera la ficción?
Ahora bien: ¿por qué fueron elegidos estos municipios para llevar adelante gran parte del filme? Tal vez por “el tipo de construcción y el urbanismo: la baja altura de los edificios, con casas nuevas y casas viejas, viviendas simples, con su dualismo pueblerino…”, opina Raúl Lambert, secretario de Gobierno de Navarro.
Por motivos similares, Uribelarrea, con sus apenas 2000 habitantes, también ofreció locaciones para dos escenas significativas: la primera, “el acceso al pueblo, donde se montó el nombre ficticio de Salas, con la imagen característica de la entrada típica a las ciudades del interior de la provincia de Buenos Aires: un pequeño monolito y un espacio ornamentado con flores que le da la bienvenida a quien ingresa. La segunda coincide con la llegada a la ciudad natal del protagonista, Daniel Mantovani (N. de la R.: interpretado por Oscar Martínez), un consagrado escritor argentino, también Premio Nobel, que vive en España y que, mediante una carta, es invitado por la municipalidad con el fin de ser condecorado como “Ciudadano Ilustre”. Esta sucede “a través de un camino de tierra que simula ser el traslado de Mantovani hasta el centro de Salas, con el paisaje rural de fondo”, confirma el subsecretario de Planificación y Desarrollo del partido de Cañuelas, Marcelo Di Giacomo.
De este modo, de acuerdo con el funcionario cañuelense, en esta oportunidad la participación del municipio no tuvo que ver con una cuestión de línea argumentativa propiamente dicha, sino por estar cerca de la Ciudad de Buenos Aires y, desde el punto de vista logístico, “porque Uribelarrea, en particular, da a la imagen de pueblo: tiene cuatro cuadras por veinte de extensión, calles de tierra, fachadas antiguas, mucho de relevancia en ese aspecto. Y también se trata de un espacio amigable para trabajar en lo que respecta al staff, ya que permite hacerlo con comodidad: les podemos brindar servicios, acompañarlos, darles seguridad; en fin, una serie de factores que facilitan llevar adelante sus tareas”, completa Di Giacomo.

¿Cuán importante fue para el municipio que se filmara allí “El ciudadano ilustre”?
Raúl Lambert: Que nos hayan elegido, no sé si por azar o porque este era el escenario correcto para contar la historia, nos hace sentir protagonistas de un hecho cultural. Tal vez hubiera sido mucho más relevante para nosotros si el pueblo se habría llamado Navarro. Pero lo que genera la ficción, en una comunidad como la nuestra, en el movimiento de una producción cinematográfica como esta, resulta muy importante durante el lapso de filmación.
Marcelo Di Giacomo: De manera directa, esto genera trabajo: como traslados, catering… Y más allá de que Cañuelas sea amigable para tal fin, tenemos una ordenanza que impulsa las filmaciones: se busca atraer a cineastas y publicistas para que puedan trabajar con nuestras locaciones. Cañuelas posee cierta trayectoria como locadora de películas: acá se filmó la icónica “Juan Moreira”, dirigida por Leonardo Favio (1974); otros éxitos como “Evita”, de Alan Parker (1996); y “Felicitas”, de Teresa Costantini (2009).

Luego de que se estrenara, ¿Cuál fue la repercusión de la película entre los vecinos?
R. L.: Muy buena y con algunas cuestiones de amor por el pueblo. La historia muestra la argentinidad. No es otra cosa que eso. Aunque la mayoría de los vecinos lo tomaron a bien; otros se quejaron: “¡Navarro no es así!”, porque no se sentían identificados con el contenido de la trama. En ella participaron como extras algunos vecinos muy conocidos. Hay una imagen que no puedo olvidar: una mujer que por entonces tenía 100 años estaba mirando en la vereda con su hija qué era lo que sucedía, y esa imagen fue capturada por la cámara y formó parte dela película. Era tan cotidiana que nos sentimos muy identificados: no mostraron otra cosa más que la realidad de aquella mujer.

Es decir, ¿los pobladores que participaron no simularon gesto alguno?
R. L.: Exacto, los que participaron completaron la escena para dar la imagen de pueblo, mostrándose tal cual eran, no hubo modificaciones ni maquillaje. Los directores quisieron que aparecieran vecinos haciendo de vecinos. La experiencia fue muy linda: actores, directores y equipo de producción, en sus tiempos libres, andaban caminando por nuestras calles y almorzaban en nuestros restaurantes como si fueran unos visitantes más.

En el caso de Uribelarrea, Marcelo Di Giacomo también evalúa la experiencia como muy positiva. Porque “generó expectativas de que los vecinos pudieran llegar a verse en la película, dónde filmó tal o cual escena. Y eso le llama la atención, particularmente a los residentes del lugar. Para el turista es como una cuestión de curiosidad, más que nada. De hecho, algunos restoranes acá han ambientado sus paredes con afiches o alguna foto de la filmación. Eso llama la atención y genera cierta imagen de que es un lugar donde se pueden hacer películas”.

Y considerando que “El ciudadano ilustre ”resultó ser un éxito, ¿Cuál fue la repercusión en cuanto al turismo?
R. L.: Estas cosas siempre tienen un efecto rebote. Luego de que se estrenara, se produjo un número significativo de visitantes, no turistas, sino curiosos de la cultura y amantes del cine. Al día de hoy recibimos gente que hace referencia a “El ciudadano ilustre” y que relacionan a Salas con nuestra realidad.
M. D. G.: En general, cuando se filma una película en el municipio, lo que hacemos es pedirles a los directores una copia, ahora en formato digital, para poder sumarlo a un repositorio de filmes que se llevaron a cabo en el partido de Cañuelas. Porque también la utilizamos a modo de promoción turística. A veces, mostramos una locación o, simplemente, comentamos: “Acá se filmó tal película”; y eso atrae al potencial visitante, dispara en una persona las ganas de viajar y el interés por conocer el pueblo, tenga o no información más detallada, como qué vecino participó en determinada producción cinematográfica.

¿Y quiénes son los ciudadanos ilustres reales del municipio?
R. L.: Podemos referirnos a Jorge Miguel Diz [padre del actual intendente, Facundo Diz]: séxtuple campeón mundial en olimpíadas paralímpicas en los años 60. Él hoy sería un ícono del deporte nacional, pero cuando realmente descolló no existía la difusión que hay al presente. Fue campeón en Japón, Inglaterra, en distintos lugares; en disciplinas como jabalina, natación, tenis de mesa, lanzamiento. Otro ciudadano ilustre fue Monseñor Miguel de Andrea (1877-1960), un ícono de la lucha del trabajo social de la Iglesia; también un periodista pueblerino como Oscar Carreroo un maestro como Abdón Colman, un autodidacta que dio comienzo a la escuela secundaria cuando Navarro solo tenía primaria. Trabajó enseñando contabilidad, música (guitarra y violín), arte y pintura a chicos jóvenes y adultos. A los que les daba clases, le pagaban, por ejemplo, con dos pollos; con tres docenas de huevos o lo invitaban a comer. Una cosa muy singular, enseñaba en una casona vieja, con poca luz eléctrica.
M. D. G.: Si tuviera que mencionara alguien en particular, nuestro archivo histórico se dedica a Lucio García Ledesma, cuyo museo lleva su nombre. Publicó un libro que se llama “Bases documentales para la historia de Cañuelas” y fue nombrado por el Honorable Consejo Deliberante como Ciudadano Ilustre. Hay otros, como Carlos Moreno, que vive entre Cañuelas y CABA, un arquitecto reconocido que ha escrito historias vinculadas a la producción. Y otros ciudadanos no reconocidos como ilustres, pero sí en sus actividades, son: Miguel Ángel Cerutti, que siempre habla del pueblo; y, más contemporánea aún, Florencia Moreno, una joven que, a partir de su ingreso en la faz deportiva, se hizo famosa en tenis adaptado, es una referente y participa de los Juegos Paralímpicos.

¿En qué se parecen Salas y su municipio?
R. L.: El lugar que recrean en la película muestra las características de cualquier pueblo de la provincia de Buenos Aires. No se podría haber filmado en una ciudad de 70.000 habitantes. En nuestro caso, tenemos unos 22.000 en todo el partido y, en la ciudad, unos 19.000. Pero Salas podría haber sido Suipacha, Lobos o Roque Pérez. No hay diferencias sustanciales.
M. D. G.: En la cuestión geográfica de un pequeño pueblo provincial que tiene mucha característica rural ,que sigue manteniendo el mismo ritmo. Todo eso genera que sea atractivo: sus calles sin asfaltar, los chicos jugando en la vereda o andando en bicicleta, las casas con las puertas abiertas. Todavía se mantienen esas costumbres y estamos cerca de la Ciudad de Buenos Aires. No sé si el director de “El ciudadano ilustre” tomó nota de todo eso, pero sí existe una similitud en ese aspecto en cuanto al estilo de vida.

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José Abel Autor

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