En una entrevista con AreaUrbana, el urbanista Daniel Kozak habló de una “resignificación” de la relación entre proximidad y accesibilidad por la pérdida de espacios de sociabilidad en Buenos Aires, en el marco de un proceso urbano de homogeneización y fragmentación.
Daniel Kozak ha transitado un camino extenso en la academia: es arquitecto egresado de la Universidad de Buenos Aires (UBA), doctor en urbanismo (Oxford Brookes University), profesor titular en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, investigador del Conicet y director del Centro de Investigación Hábitat y Energía (CIHE). Además, fue co-autor de los libros “World Cities and Urban Form: fragmented, polycentric, sustainable?” (2008) y “Sustentabilidad II: Criterios y normativas para la promoción de sustentabilidad urbana en la CABA” (2012). Días antes de un viaje previsto a Estados Unidos, de tres meses de estadía por una beca postdoctoral, Kozak, de 43 años, conversó con AreaUrbana sobre temas de su especialidad, como espacios públicos, movilidad, sustentabilidad y planificación.
–¿Cuáles son las principales funciones o características que deberían cumplir los espacios públicos de una ciudad sustentable e inclusiva?
–En la pregunta está implícita la respuesta: los espacios públicos deberían ser inclusivos, sustentables en la promoción de las formas de movilidad y accesibles para todos los sectores sociales, en cuanto a sus condiciones económicas o, por ejemplo, físicas. No deberían tener barreras para personas con movilidad reducida. Un espacio público puede ser más inclusivo, o menos, según su capacidad de atraer una mayor diversidad de grupos sociales. Actualmente, hay pocos espacios en la ciudad de Buenos Aires que tengan una capacidad de atracción “universal” como, por ejemplo, el Parque 3 de Febrero, conocido como los Bosques de Palermo.
–Existen diversos tipos de espacios públicos, como calles, parques, centros culturales y recreativos, establecimientos educativos y de salud. ¿La movilidad es el principal desafío para un planificador urbano?
–La movilidad es uno de los grandes desafíos y obliga a los gobiernos a planificar, a reflexionar sobre una ciudad más accesible, más conectada, más sustentable. Pero también hay otros circuitos y espacios, articulados con la movilidad, que deben ser atendidos por las políticas públicas. La movilidad se entiende muchas veces como un derecho de derechos: porque habilita el acceso a otros derechos. Si una ciudad tiene buenos centros de salud pero sus accesos están restringidos por problemas en la movilidad, el sistema no funciona bien en su conjunto. Desde ya, modificar los espacios de la movilidad, como calles y avenidas, y el funcionamiento del transporte público de una ciudad es más complejo que reformar un parque, porque hay más factores involucrados e implica una inversión más grande. Desandar la infraestructura levantada durante el siglo XX para el automóvil particular es un desafío enorme no solo de Buenos Aires sino de casi todas las grandes ciudades. No obstante, cuando uno piensa los parques también como un sistema, como parte de un sistema de espacios verdes que ofrecen usos recreativos, suelos absorbentes, integración de corredores; la intervención sobre los parques también tendría que estar enmarcada dentro de una política de mayor alcance, como la de la movilidad.
La incorporación de los peatones y de los ciclistas a la infraestructura mejora las características del sistema de movilidad. Las externalidades positivas de la inclusión de ciclistas en la movilidad de la ciudad son varias, entre ellas pacificar la calle, hacerla más amigable. Últimamente, surgió cierto ensañamiento de la prensa con los ciclistas que transgreden normas de tránsito: algunos medios plantearon una guerra entre ciclistas y peatones. Pero los accidentes fatales son protagonizados por autos, no por bicicletas. El auto es el gran peligro para los peatones (y también para los ciclistas)
Hay varios estudios en los que se concluyen que la actividad comercial mejora en calles donde hay mayores espacios para la circulación de bicicletas.
–Los recursos económicos del Estado, en sus distintos niveles, son limitados y el déficit en el país de viviendas y de infraestructuras afecta a amplios sectores de la población. En este contexto, ¿la inversión estatal en espacios públicos sigue siendo prioritaria?
–En realidad, los espacios públicos no están desvinculados de la construcción de viviendas y de infraestructuras. Por ejemplo, ya está muy superada, al menos en la academia, la política pública de construcción de viviendas sin importar el entorno urbano y social. Sin embargo, eso sigue sucediendo en la realidad: si uno evalúa los resultados de la construcción de viviendas de interés social, como las incluidas en el Plan Federal, encuentra complejos pensados solo como provisión de vivienda. Se levanta un monocultivo de casas desprovistas de servicios. Eso ha ocurrido acá y en otros países de la región. Los casos más dramáticos se dan en distintas ciudades de México, donde hay un altísimo porcentaje de casas abandonadas o nunca ocupadas que fueron construidas en las periferias, muy alejadas de los servicios básicos de una ciudad, como salud, trabajo, educación, movilidad. Hay investigaciones que hablan de 1 millón de casas abandonadas. El espacio público y la movilidad nunca están desvinculados de una infraestructura hospitalaria ni de la construcción de viviendas.
Nota publicada en AreaUrbana 67