Especialistas de las ciencias sociales desentrañan qué significa la identidad de un lugar, cuáles son los elementos, los vínculos y los actores que operan con mayor fuerza en ese proceso de construcción social identitaria y en su eventual transformación.
Gobiernos municipales, instituciones locales, familias tradicionales, personalidades ilustres y la ciudadanía en su conjunto han sido protagonistas en sus respectivos lugares de un proceso complejo de construcción de identidad urbana. Problematizar acerca de la identidad local implica bucear en la historia, en los sentimientos de pertenencia vigentes de una comunidad, en las disputas internas y en los consensos por la constitución de un modo de ser, en las posibilidades (educativas, culturales, laborales) de cualquier ciudad o pueblo.
¿Quiénes somos y en qué valores, atributos y relaciones, nos sentimos identificados como parte de un colectivo urbano? ¿Quiénes detentan la autoridad para definir y transmitir la identidad genuina de un lugar? La identidad de un pueblo o de una ciudad puede ser comprendida y conceptualizada de distintas maneras según desde que disciplina, vertiente o perspectiva se analice.
Por ejemplo, puede ser entendida como lo homogéneo, es decir, como el conjunto de rasgos distintivos y estilos de vida compartidos por los habitantes de un lugar; o, por el contrario, como lo diferente respecto de otros, como el resultado de un contraste binario entre poblaciones. No hay una sola manera de comprender qué es la identidad local, ni siquiera hay una sola posible: la identidad urbana genuina resultante de un proceso en el que operan la tradición, las relaciones sociales y los valores culturales, puede confluir, o no, con la identidad (o imagen) transmitida hacia el afuera.
Hay localidades argentinas que han exteriorizado al resto del país una imagen, una manera de ser o una particularidad, que, en general, no se corresponden con rasgos propios de sus identidades. En muchos casos, esas construcciones presuntamente identitarias han sido avaladas por el Congreso nacional a través de declaraciones: la cordobesa Cosquín es la capital nacional del folklore, la rionegrense Bariloche, del chocolate y también del turismo aventura; la bonaerense Escobar, de la flor; la cordobesa Oncativo, del salame casero; la santafesina Sunchales, del cooperativismo; la neuquina Picún Leufú, del viento. Más de cincuenta localidades argentinas fueron ¿beneficiadas? en el Parlamento con leyes que son promovidas para fortalecer o para instituir fiestas con fines netamente turísticos, más allá de los valores culturales, la historia y las relaciones sociales de cada localidad.
“Históricamente, las políticas estatales a través de diversas instituciones han sido formadoras de identidades, siguiendo la acepción de esta como mismidad. Los municipios tienen un rol clave como articuladores entre las propuestas de políticas estatales y las demandas de la comunidad. Las fiestas patronales son escenarios donde se representa la identidad local y se asienta el modo de pertenencia local. No obstante, no siempre hay coincidencia entre las ofertas de las instituciones oficiales (presentación de números artísticos de circuitos consagrados en Buenos Aires) y las demandas de los artistas musicales locales para actuar en la celebración. En esta tensión entre lo foráneo y lo propio median los intendentes, y pueden favorecer o no la afirmación de la pertenencia”, consideró la antropóloga Ana María Dupey.
La Argentina está constituida por 23 provincias y la ciudad de Buenos Aires, o por cerca de 2300 municipios, o por decenas de miles de ciudades, comunas y pueblos rurales. También está atravesada por las culturas de pueblos originarios y de inmigrantes europeos, de países vecinos y de nacionalidades remotas, y también por profundadas desigualdades socioeconómicas.
AreaUrbana consultó a investigadores de las ciencias sociales su visión acerca del concepto de identidad local y de los elementos, los actores y las relaciones que operan con mayor fuerza en la construcción, en la conservación y/o en la transformación de los modos de pertenencia de una comunidad.
La identidad es una construcción interactiva, y la identidad de lugar es tal a partir de las personas que lo habitan. La interacción transformadora de las personas determina diferentes modos de apropiación del espacio y marca el proceso de desarrollo de la identidad social urbana. Existe una red de relaciones sociales formales e informales que conforman la identidad colectiva y actúan como soporte entre personas y colectivos, confiriéndoles sentido de comunidad.
“La identidad combina lo que la ciudad ‘aparenta ser’, ‘lo que es y hace en realidad’ y, sobre todo, ‘lo que proyecta ser y hacer’. En este sentido, podemos pensar que la personalidad de la ciudad se corporiza en la sumatoria de ideas, de valores y de normas”, señaló la especialista en economía urbana y en ciudades inteligentes Carolina Tkachuk (ver texto aparte).
En cada localidad también juega un rol clave el abanico de posibilidades educativas, laborales y culturales disponibles para sus habitantes, aunque el acceso a ellas no esté siempre al alcance de todos.
Nota publicada en AreaUrbana 68