El director ejecutivo del CEDyAT y especialista en desarollo sostenible, Fabián Ruocco, desentraña los beneficios económicos, ambientales y tecnológicos, de una mayor participación de la energía nuclear en la matriz de generación eléctrica del país.
Desde el Centro de Desarrollo y Asistencia Tecnológica (CEDyAT) hemos constatado en reiteradas oportunidades que la industria nuclear argentina es un importante motor de la economía, del desarrollo productivo y del capital intelectual científico-tecnológico. Para poder comprenderlo, debemos poner en contexto esta realidad y captar el amplio espectro de ventajas que nos ofrece ahora y a largo plazo.
La energía nuclear aporta riqueza, crea puestos de trabajo genuinos y cuenta con destacadas capacidades científico-tecnológicas, lo que les permiten a las centrales nucleares Atucha I, Atucha II y Embalse, funcionar con las máximas garantías de seguridad y alcanzar excelentes indicadores de generación de base; es decir, funcionar las 24 horas, todos los días. Por estas razones, el sector nuclear argentino tiene, además, tanto reconocimiento y prestigio.
Un gran número de empresas argentinas ha centrado su actividad en el sector nuclear, creando una industria competitiva y experimentada que atiende al mercado nacional y al internacional, ambos en crecimiento.
A nivel mundial, existen hoy, al menos, 445 reactores nucleares en situación de operar en 31 países. La producción de electricidad de origen nuclear fue, al 31 de diciembre de 2016, de 2.496,49 TWh, lo que representa aproximadamente el 11,5 por ciento de la electricidad total consumida en todo el mundo. Además, alrededor de 60 nuevos reactores se encuentran en construcción en 16 países.
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