Cada año se lanzan al mar, ríos y lagunas ocho millones de toneladas de plásticos que al degradarse se convierten en micropartículas. La acción del agua, los microorganismos y la luz solar van degradando el plástico hasta reducirlo a pequeñas partículas de unas pocas micras de longitud (una micra equivale a la milésima parte de un milímetro). Al ser casi indestructible, ya que no se biodegrada o descompone, cada vez se transforma en partículas más pequeñas, pero nunca llega a desaparecer. A este ritmo, en el año 2050 habrá mayor volumen de plástico que de peces en el mar, según la Fundación Ellen MacArthur.
Si bien cuando pensamos en plástico la imagen más frecuente que nos aparece o muestran los medios son bolsas de supermercado o botellas, también hay un gran aporte de estas micropartículas que los fabricantes utilizan en las cremas cosméticas exfoliantes y las pastas de dientes que, viajan por los desagües y no llegan a ser filtradas por las plantas de efluentes municipales.
Un estudio reciente presentado en un congreso de gastroenterología celebrado en Viena, Austria, en noviembre del 2018, mostró que las heces de personas de países tan distantes y distintos como Reino Unido, Italia, Rusia o Japón contenían partículas de una decena de plásticos diferentes. De los diez plásticos buscados, encontraron nueve de ellos. Los más comunes fueron el propileno, básico en los envases de leches y jugos, y el PET, del que están hechas la mayoría de las botellas de plástico. La longitud de las partículas oscilaba entre las 50 y las 500 micras. Y, en promedio, los investigadores encontraron 20 microplásticos por cada 10 gramos de materia fecal.
¿Por qué deberíamos preocuparnos? Se ha demostrado que los microplásticos absorben productos químicos tóxicos relacionados con el cáncer y otras enfermedades pudiendo ser liberados al ingresar a nuestro cuerpo. En esta nueva era de los contaminantes emergentes se estima que un bebé recién nacido ha sido expuesto a más de 300 productos químicos sintéticos.
Una de las razones por las que los científicos están preocupados por la exposición al microplástico es por todos los químicos que se encuentran en el polímero. El plástico en sí es una sustancia inerte, pero a menudo se le agregan productos químicos para obtener color, flexibilidad, rigidez, resistencia al calor, resistencia a los rayos UV y más. El plástico en el océano o los cuerpos de agua también atrae contaminantes como metales pesados y contaminantes orgánicos, como pesticidas organoclorados, que son atraídos por la superficie repelente al agua del plástico. Muchos de estos químicos y contaminantes tienen efectos nocivos para la salud.
Es probable que nuestro cuerpo elimine algunos microplásticos a través de la orina, la bilis, las heces y otras funciones corporales. Sin embargo, algunas investigaciones en animales ha demostrado que es posible que algunos plásticos pasen de las vías respiratorias o del tracto gastrointestinal a la sangre o al sistema linfático, propagándose y acumulándose en otros órganos. Si un plástico puede hacer este viaje probablemente depende de su tamaño, forma, tipo y una miríada de otras características. Una vez incrustados, estos plásticos podrían causar inflamación o lixiviación de productos químicos.
Por ALEJANDRO STURNIOLO
Director de la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso del Agua (ALADyR).
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