Transporte: Del modo privado al público

Una mirada acerca del transporte y la movilidad, tema inevitable si se quiere mejorar la calidad de vida en áreas metropolitanas.

La Metrópolis Buenos Aires, territorialmente la Ciudad Autónoma y cuarenta municipios circundantes, presenta una compleja agenda de problemáticas de escala metropolitana que rebasa ampliamente los límites jurisdiccionales de los gobiernos que la integran y que afecta la vida diaria de 15 millones de ciudadanos, y requiere de soluciones que adopten miradas sistémicas.

La movilidad es un tema central de la agenda metropolitana, que requiere implementar soluciones con competencia interjurisdiccional que beneficien a los más de 3 millones de personas que ingresan y egresan diariamente de la Ciudad de Buenos Aires. Los números hablan por sí solos: en el área metropolitana se generan cerca de 20 millones de viajes diarios, de los cuales un 73 por ciento se realiza en modos motorizados (autos y colectivos). El modo público agrupa al 55 por ciento del total de viajes, y el privado, al 45 por ciento. Dentro del primer grupo, el colectivo alcanza al 80% de las etapas de viaje en modo público de la Región. La participación de los modos guiados –ferrocarril y subterráneo- es del 13 y siete por ciento, respectivamente. Por su parte, el modo privado se explica en un 77 por ciento por uso del automóvil particular.

Automóviles y colectivos son los grandes protagonistas en el escenario actual de la movilidad de flujos de escala metropolitana. Al tema de la movilidad hay que atacarlo tanto por el lado de la oferta de servicios públicos como desde la demanda, pensando si la gente no debería vivir más cerca de donde trabaja. En los últimos años, desde la Fundación Metropolitana, venimos insistiendo para que se implementen servicios de Metrobus tanto en la Panamericana, como en la Autopista 25 de Mayo y en el Acceso Oeste, que sean vehículos de gran porte, con pocas paradas, que posibiliten el pago del viaje fuera del vehículo y que funcionen principalmente en los horarios pico. Los usuarios a los que este tipo de servicios apunta son quienes hoy usan el automóvil. El objetivo es que se bajen y elijan una opción de servicio público de transporte de calidad.

Hoy en día circulan por los principales accesos a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires cerca de 670 mil vehículos con un promedio de ocupación de 1,4. Una utilización subóptima de un recurso poco eficiente que produce a diario congestiones masivas en los principales accesos a la Ciudad en horario pico.

El modo público propicia sin dudas una ocupación más racional del espacio público. Un colectivo estándar tiene capacidad para llevar 60 pasajeros. Para reemplazarlo se necesitarían 12 automóviles, aunque tomando la ocupación promedio esta cifra ascendería a 43. Incorporando vehículos de mayor porte, como buses articulados, la ecuación es aún más favorable al transporte público. En términos ambientales, la reducción de emisiones que produce esta opción es también notable. A fin de racionalizar el uso del espacio, mejorar los tiempos de viaje, la seguridad vial y la performance ambiental del sistema de transporte actual, es entonces necesario privilegiar el uso del modo público por sobre el privado.

El metrobus ordena todo el espacio de circulación, al definir carriles dedicados ordena no sólo los colectivos, sino también los particulares y los taxis. Lo vemos en los implementados 9 de Julio y en Juan B. Justo. Cuando pensamos en el metrobus metropolitano, nos imaginamos un nuevo servicio de autotransporte de pasajeros que corre sobre autopistas cuyas características dependerán de la impronta específica de cada corredor y sus necesidades particulares, siempre procurando consolidar un modo más rápido, seguro y sustentable.

Además, necesitamos generar una red intermodal que incluya un sistema ferroviario optimizado y confiable, centros de transferencia de calidad, espacios de estacionamiento conectados que permitan al automóvil funcionar como alimentador y vías segregadas para el transporte automotor. Con una buena planificación, todos los modos pueden convivir y complementarse, contribuyendo a mejorar la experiencia de viajar de los ciudadanos del AMBA.

En este esquema, la función del autotransporte no solo tiene que ver con complementar a la estructura ferroviaria como alimentador, sino con servir a los flujos masivos vinculados a las nuevas centralidades que derivan de la expansión vial. Es tiempo de encontrar una nueva vocación para los grandes ejes viales de la Gran Buenos Aires, históricamente asociados al uso del automóvil, para que sean el escenario de una red jerarquizada para el transporte público masivo.

Es preciso y urgente implementar soluciones de manera conjunta que resuelvan los problemas que se ocasionan en las grandes urbes a partir de la movilidad de los flujos de población que se trasladan para trabajar o estudiar. Estas soluciones ayudarían a mejorar sustancialmente la calidad de vida de los tres millones de personas que entran y salen diariamente de la ciudad, y también de los tres millones que viven en ella.

Por Pedro Del Piero, presidente de la Fundación Metropolitana

Nota Publicada en AreaUrbana47

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José Abel Autor

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