Triple impacto en el desarrollo urbano

Las empresas de triple impacto son aquellas que desde sus orígenes comprendieron que la única manera de llevar adelante proyectos exitosos es contemplando y anteponiendo en el desarrollo de sus productos, los tópicos vinculados al impacto ambiental y social.

A propósito de este tema, la Sub Comisión de Mejores Prácticas de la CEDU, organización que nuclea a más de 110 empresas del desarrollo urbano de la Argentina, propuso promover entre sus asociados la necesidad imperiosa de desarrollar y construir hábitats inclusivos, sostenibles, accesibles y éticos.

“En el caso del desarrollo urbano y la generación de hábitat, hablamos de abordar proyectos inmobiliarios que contemplen las distintas áreas que nuestros productos transforman o desarrollan. El éxito de nuestros proyectos ya no solo dependerá de la simple ecuación costo beneficio tradicional, sino del abordaje integral de las distintas áreas con criterios de Sustentabilidad, Sostenibilidad y mucha Responsabilidad Social”, plantea Rodrigo Ballester, miembro CEDU y líder de la Sub Comisión de Mejores Prácticas de la CEDU. 

Para lograrlo, en instancias previas a la construcción se investiga, se analiza y se planifica la materialización del proyecto, incluyendo en todo este proceso el estudio minucioso del impacto socio ambiental que este generará con su concreción.

Entre las acciones que se suelen realizar en proyectos que contemplan el triple impacto se encuentra principalmente el relacionamiento con la comunidad para lograr empatía y participación de los vecinos, la generación de economías de escala para involucrar a distintos rubros comerciales previendo un posterior crecimiento poblacional de la zona y la consecuente generación de empleo local genuino; y la elección de los sistemas constructivos a utilizar e los insumos para prever una eficiente utilización de servicios y eficiencia energética.

La circularidad es la clave 

La disminución de impacto ambiental no sólo se logra con la utilización de sistemas eficientes, sino contemplando todo el proceso: desde la gestión hasta el diseño, la producción de insumos, logística, proceso de obra, tratamiento de residuos, y posterior uso en su vida útil de la obra. “La sumatoria de todos estos factores debería garantizar un desarrollo sostenible en el tiempo, que permita a nuestras futuras generaciones la posibilidad de seguir desarrollándose en un hábitat digno y amigable con el ser humano”, sostiene Ballester.

Otra de las características complementarias que contribuyen a disminuir el impacto en la construcción de entornos urbanos es la autogeneración de energías para consumo propio o para inyectar a la red de distribución. Si bien la utilización de paneles solares y pre calentadores de agua sanitaria solar son un ejemplo claro de hacia dónde deberíamos ir, en la práctica este eslabón es el que aún debe desarrollarse más en la mayoría de las grandes urbes. Las tecnologías ya existen, se necesitan inversiones que prioricen el compromiso con el futuro.

Ciudades que cambian el paradigma

Emmanuel García, Co-cordinador de Ciudades Sostenibles de GEO, Centro de Desarrollo Sustentable de la UBA, lleva en sus actividades cotidianas la pasión de llevar su mensaje a las localidades que buscan ayuda para comenzar a transformarse. Y esta transformación se realiza desde diferentes aspectos involucrados. El concepto de ciudades sostenibles se viene trabajando desde hace un tiempo, pero la implementación en LATAN y Argentina en particular es muy incipiente. Toda la arquitectura debería ser sustentable, pero no siempre pasa. Por eso, desde la ONU se lazaron los llamados lineamientos ONU hábitat, que trata la cuestión de la manera de habitar en las ciudades y ofrece una serie de dictámenes acerca de la nueva agenda urbana, sostenible y resiliente”, detalla García y agrega que “una ciudad sostenible debe saber qué está haciendo, contar con indicadores, para conocer su escenario de base y luego comenzar a medir el impacto de los proyectos en todas las dimensiones: social, ambiental y económica. Esto es algo que no se medía antes”.

Conocer el impacto que genera la movilidad, la construcción, los residuos etc. es lo que permite trabajar para que los próximos proyectos tengan mejorías. Esto es algo que particularmente se propuso y se logró de manera notable en la ciudad de Puerto Rico, provincia de Misiones, cuyos funcionarios públicos advirtieron la necesidad de asumir el control del crecimiento poblacional y sus necesidad de manera consciente y planificada. Así surgió el Plan de movilidad sostenible con un espíritu ligado a las acciones de responsabilidad en movilidad, que es uno de los ejes de acción.

“Son muy pocas, casi ningunas, las ciudades que tienen un plan general de desarrollo sostenible, pero sí hay muchas que comienzan a trabaja en algún eje concreto”, comenta García y remarca que es importante concientizar acerca de la importancia de trabajar de forma integral porque cuando los proyectos se materializan de manera aislada no se vinculan y pierden poder de acción conjunta. 

El Arquitecto Joaquín Quijano, Secretario de Obras Públicas del Municipio de Puerto Rico, en Misiones, encabeza la transformación de esta localidad de 25 mil habitantes que en los últimos años pasó de ser un pueblo tranquilo a una ciudad incipiente, y explica “el intendente solicitó armar el tema de la licitación de transporte público y a raíz de esta necesidad entendimos que teníamos que evaluar toda la conectividad de la ciudad, el direccionamiento de las calles, otras formas de movilidad como las bicisendas y así surgió un plan de movilidad global que reordenó y optimizó”. Esta planificación fue la puerta de entrada para visualizar un presente y futuro de obras asociadas y necesarias en el proceso de urbanizar con una mirada de triple impacto. Algunas de estas obras son: la definición de nuevos recorridos y trazados para la movilidad pública la creación de nuevas calles y veredas en función al transporte público y para brindar acceso a zonas de escuelas u hospitales que aún necesitaban, la inclusión de trazado de bicisendas, entre otras. Porque el aprovechamiento de los espacios y el triple impacto genera ondas expansivas que llevan a repensar un espectro cada vez más grande de acciones asociadas.

“Junto con esto ya arrancamos el código de planificación urbano que tampoco tenía la ciudad. Sobre todo incorporará una nueva zonificación (residencial e industrial) porque hasta ahora hay varias ordenanzas pero no un código, y eso permitirá proteger espacios verdes, garantizar las cercanías al río para revisar el tratamiento de la costa”, enumera Quijano

Trenque Lauquen, ejemplo de expansión planificada

La localidad de Trenque Lauquen es un caso ejemplar de proyección y planificación sostenible porque, gracias al trabajo continuado en el tiempo, pudo solucionar su demanda de suelo y sentar las bases de un crecimiento territorial organizado y previsible, algo que destaca especialmente su actual Intendente, Miguel Fernández, “lo importante es la continuidad a trabajo. Hay un antecedente remoto que viene de 1999 que fue el precursor de lo que pasó más adelante en 2008-2009. En ese entonces ya se discutía el crecimiento de la ciudad hacia el sector norte; y muchos años después, el intendente que iba por su 5to mandato, incluso con un partido político distinto, planteó la idea de la ampliación urbana y consiguió fondos del Gobierno Nacional para la primera compra de tierras”. 

Con la ayuda de la Universidad de La Plata crearon el Plan de crecimiento a futuro, junto a un grupo de ordenanzas que tienen que ver con el ordenamiento territorial, para detallar las oportunidades y necesidades de acuerdo al código urbano, la modificación del mismo, la implantación de una ordenanza de la plusvalía (2009).  Con todo este plan en acción el municipio empezó a consolidar suelo urbano.

Así resume Fernández los recientes años de intenso trabajo: “En 2009 el Gobierno Nacional otorgó  437 viviendas por Plan Federal, pero nosotros no teníamos lotes para implantarlas, por esos surgió la ordenanza de plusvalía para disponer de esas tierras. Una vez logrado esto, se inició el programa de construcción por parte de la Municipalidad. Cada propietario ponía un anticipo del 30% del valor de la casa y cuotas mientras se construía. A los 16 o 18 meses se terminaron las construcciones y restaban 100 cuotas más. Eso se pudo hacer por excedentes del plan de viviendas federal, y con los años se fueron combinando los planes locales y nacionales para apuntalar el crecimiento local organizado”.

En 2014, con la ampliación urbana en las nuevas hectáreas compradas, se visualizó la dificultad de la infraestructura necesaria, para abastecer servicios de todo tipo. “Eso fue un gran estrés económico financiero para la municipalidad y hubo una disparidad entre lo que pensábamos y lo que pasa realmente. Sabemos que uno de los principales problemas de nuestra ciudad de 46 mil habitantes es el modelo de desarrollo de baja densidad, es decir 1 lote 1 casa., que generó una ciudad muy extendida y con altos costos de mantenimiento. Pero también valoramos la posibilidad de tener muchos árboles por habitantes, amplias ramblas que son características y la naturales del contexto” explica el Intendente y señala que a futuro, la principal necesidad que arroja este modelo de crecimiento es la de transporte público acorde y reubicación de industrias.

“La única forma de avanzar es planificar.  Queremos sumar también un plan director de saneamiento, porque tenemos poca agua, que la traemos de a 25 km. y un acueducto de 50 años. Tenemos que seguir trabajando en el tema ambiental, fuimos de las primeras ciudades con separación en origen, pero a veces se van perdiendo hábitos y hay que recrearlos”, enumera.  Trenque Lauquen es uno de los 25 Municipios adheridos a la Red de Municipios frente al cambio climático y son conscientes de que un Plan general de triple impacto implica sumar cada vez más aspectos del desarrollo y el crecimiento sostenible. 

Alumbrado público y ahorro energético son otros dos de los grandes pilares. El esfuerzo es grande pero los resultados son superadores: crecimiento de calidad, empleo verde y cadenas de valor que se retroalimentan son algunas de las mejoras que advierten las ciudades que comienzan a incorporar la dimensión ambiental en sus planes de trabajo.

Por Mariana Brizi

 

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José Abel Autor

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