Por Catalina Bontempo
En el municipio misionero de Santo Pipó, donde viven 6.109 personas según el Censo Nacional de 2010, está emplazada una de las yerbateras con mayor peso en los envíos al extranjero que realiza la Argentina. Se trata de Piporé, una cooperativa que vende a más de 25 países y que logró consolidarse como la principal exportadora de yerba mate envasada. La firma está ubicada en el top tres de yerbateras que hacen envíos a granel al extranjero.
Además de estos hitos, recientemente la firma realizó el primer envío de cargamento de yerba mate a la India, un mercado de 1.300 millones de habitantes que abre nuevas posibilidades para la empresa. “Hoy el movimiento que tiene la cooperativa es más que significativo”, indica Raúl Karaben, presidente de Piporé.
Desde su creación, en 1930, la empresa no dejó de crecer. La firma nació de la mano de un grupo de inmigrantes suizos que se instalaron en la región misionera, aunque el germen de la cooperativa nació en la década del ‘30 en un colegiodel país helvético, donde se realizó una investigación del mercado. “En ese contexto, los profesores de allá enseñaban lo bien que estaba el agro en la Argentina, un país que era potencia”, describe Karaben.
El grupo recibió información sobre el rubro de la yerba mate en el país y descubrieron que podían llevar adelante un emprendimiento con proyección. Entonces, entre 20 y 30 inmigrantes suizos, entre los cuales había doctores en filosofía, ingenieros agrónomos y otros profesionales y técnicos con buenas posiciones económicas, decidieron invertir en Misiones. Muchos de ellos ingresaron atraídos por el desarrollo del aceite de tung en la zona, que le dio un fuerte impulso económico al pueblo.“Hace 70 u 80 años, Santo Pipó tenía un desarrollo económico de avanzada en Misiones”, destaca su Presidente. En esa época el municipio tenía puerto, por lo que resultaba el lugar ideal para emprender un nuevo negocio.
Cuando llegó el contingente de europeos, los extranjeros comenzaron a comprar las tierras y a producir en ellas. “Primero era una colonia de inmigrantes y de a poco empezaron a desarrollar un pueblo”, aclara el ejecutivo.En la década de 1930, los suizos fundaron una cooperativa. “Había una comunidad y eso lo trasladaron para crear una cooperativa en el año ‘30, y dos años después terminaron de hacer el estatuto”, comenta. Debido al ciclo productivo de la yerba, entre que plantaron y lograron cosechar la primera tanda, pasaron cinco años. “Fueron tiempos de vivir de otra cosa hasta que pudieron tener la yerba”, advierte.
Durante muchos años la cooperativa se dedicó a procesar yerba para proveer a distintas empresas molineras, encargadas de empaquetar e instalar el producto con sus respectivas etiquetas en el mercado. Hasta que a comienzos del‘60 se creó la marca Piporé y la firma empezó a vender su yerba envasada. A diferencia del mercado interno, donde crecieron de forma más lenta y paulatina, en el externo fue distinto. “Empezaron en el mercado libanés y de ahí se fueron a Siria. La primera marca que entró en el mundo árabe fue Cruz de Malta, después Taragüí y más tarde Piporé, que es una de las más conocidas allá”, asegura Karaben.
Actualmente la yerbatera tiene 58 socios y en ella trabajan más de 200 empleados como personal directo. Según estiman, el personal de la cooperativa asciende a 600 trabajadores, sumando la cantidad que tiene casa socio en planta. “Algunos tienen dos empleados y otros más de 100”, clarifica. Asimismo, Piporé trabaja con otras cooperativas de la zona, como la de Colonia Colanta.
Las plantaciones de los socios de la yerbatera no están emplazadas solo en el municipio de Santo Pipó, sino que se extienden a Gobernador Roca, Corpus, General Urquiza, Colonia Polana y Puerto Gisela. Karaben confiesa que en la actualidad la yerba de los socios “no alcanza”, por lo que deben trabajar con otros proveedores.
MERCADO INTERNACIONAL
En el mercado interno, Piporé es una de las 10 yerbateras más grandes y en el externo se posiciona en el top tres. Cada mes la yerbatera vende más de 700 toneladas dentro del país, en tanto que exporta más de 650 toneladas de yerba mate, principalmente a Siria, que recibe 460.000 kilos mensuales. Chile es el segundo destino, con un estimado de 110.000 kilos por mes, y luego, en menor medida, se encuentran El Líbano, Estados Unidos, España, Alemania, Francia, Polonia y Australia; entre otros países.
En julio pasado Piporé logró realizar el primer envío del producto a la India, que fue de 1.500 kilos.
La apertura del mercado indio para la yerba mate se inició con un proyecto que nació en el
el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) y terminó de concretarse a mediados de marzo pasado, tras una nueva habilitación fitosanitaria al país asiático que abre una gran oportunidad, no solo para Piporé, sino también para los yerbateros argentinos en general, porque significa el acceso a un mercado de 1.300 millones de personas. Además de su magnitud, también juegan a favor las costumbres indias, dado que los habitantes de ese país consumen alrededor de siete tazas de té por día y la forma en la que lo hacen es a través del masalachai, una mezcla de hierbas y especies.
Si bien los indios toman infusiones, no consumen mate, entonces, la forma que encontró Piporé para ingresar al mercado fue a través de un saquito de forma triangular. A través de la marca Kaá -Yarí (la diosa de la yerba mate en guaraní) by Piporé, la firma se manejaba con tres blends, uno es de mate puro, otro es una mezcla con pétalos de rosa y el tercero incluye lemongrass. La forma de trabajar de la cooperativa era realizando exportaciones de yerba mate que era envasada en la India en estas tres variedades.“El mercado indio representa un proyecto con mucho futuro”, observa Gerardo Vallejos, Director por Cooperativas en el INYM, quien se mostró entusiasmado. “Es el comienzo de un venturoso futuro para la yerba. Hemos hecho cabecera, lo que no es poca cosa”, confirma.
Vallejos explica que algo a lo que se debió prestar especial atención y es que los indios son muy exigentes con sus infusiones. “Para lograr un sabor equilibrado, nosotros trabajamos con yerba especialmente estacionada y con un proceso específico para un preparado especial. O sea trabajamos con mucha precisión y atención en el estacionamiento y en la elaboración”, relata el dirigente que se inició en la actividad hace 30 años, cuando ingresó a trabajar a Cooperativa de Productores Santo Pipó.
PRÓXIMOS PROYECTOS
“Desde Piporé, el proyecto que tenemos para el mercado interno es fortalecernos como siempre en la Patagonia, donde somos líderes hace tiempo”, adelanta Carlos Coppoli, Gerente Comercial de la Cooperativa. Asimismo, señalaque otro de los planes es “ser más sustentables”, aunque clarifica: “La yerba es una producción en donde no hay contaminantes. No lleva muchos agroquímicos y es sustentable. Desde que se corta la planta y se pone en el paquete, hay calor, tiempo y molienda”, detalla.
Históricamente, Piporé está orientada al mercado externo, donde logró consolidarse como una marca fuerte en Medio Oriente, Siria, Líbano y el mundo árabe. Ahora, también desembarcaron en la India y están trabajando para abrir mercados en México. “Tenemos muchas expectativas. México puede ser importante, no solo para Piporé, sino para toda la yerba mate”, confía el Gerente Comercial. Y agrega: “Esperamos consolidarnos, empezar a tener ventas sostenidas y hacer un sistema de distribución que se amplíe más allá de la Ciudad de México. Queremos trabajar para que, además de lo que consumen los argentinos que viven ahí, también la empiecen a consumir los locales”.
EL ROL SOCIAL
La yerba es casi la única actividad económica de la zona, donde sí se desarrollan actividades subsidiarias que son impulsadas por la cooperativa. La firma, además cumple un importante rol social que es crucial en el municipio. Es que Piporé tiene un sistema de subsidios para que los chicos estudien en la universidad o en terciarios. “Damos becas a los empleados, a los socios y a la comunidad”, detalla Hilda Nélida Benítez, Socia y Miembro del Consejo Administrativo de la Cooperativa. Se trata de 30 becas estudiantiles anuales. “Se otorgan de acuerdo a las necesidades. De forma cuatrimestral, los becados presentan su analítico, se evalúan y si está todo bien, se les sigue brindando”, sostiene Benítez, y remarca la necesidad de incentivar a los chicos y que se esfuercen para progresar y tener un proyecto y un futuro mejor.
Debido a que el pueblo no tiene universidades cerca (la Universidad Nacional de Misiones está en Posadas, a 80 kilómetros), los becados universitarios reciben una suma mayor para sus gastos. “Se les brinda un monto de ayuda que lo usan a gusto, para apuntes, viajes y comida. Es un incentivo”, garantiza Benítez. Uno de los objetivos es tener jóvenes preparados para el cambio generacional. “Para que se queden acá y puedan ingresar a trabajar enla cooperativa”, subraya. Además, la cooperativa ayuda a la comunidad proveyendo yerba mate, azúcar, leche, galletitas y pan a las 15 escuelas de la zona, entre preescolar, primaria, secundaria y la nocturna. También colaboran con merenderos comunitarios durante el desayuno y la merienda. En total, asisten a 720 alumnos y alrededor de 150 chicos que asisten a los comedores. A su vez, Benítez añade: “Otra cosa importante que la cooperativa hace por el pueblo de Santo Pipó es proveer de agua potable”. La encargada del rol social aclara que desde la yerbatera trabajan para extender y modernizar la red de agua, que aún no llega a todo el pueblo. “La cooperativa de agua potable no da abasto”, se lamenta. Según describe, esa cooperativa toma el agua del arroyo Ñacanguazú que atraviesa el municipio, pero por los cambios climáticos el caudal no es suficiente y no se llega a extraer la cantidad necesaria para dotar de agua al tanque principal.
“También estamos presentes en las fiestas del pueblo,desde eventos escolares hasta patronales y religiosos. A veces nos piden colaboración para los premios y les donamos yerba, muestras, mates, bombillas y termos”, detalla; aunque también confiesa que muchas veces la ayuda es monetaria.