Yo soy de… Puerto Deseado, Santa Cruz

Oriundo de Puerto Deseado, el ‘Cholo’ Gómez Castañón recuerda a su familia, los comienzos en su propia radio natural y cómo en el tiempo, encontró varios terruños de los que acordarse y emocionarse al hablar de ese volver.

¿Dónde naciste?

Soy de Puerto Deseado, un lugar de la Patagonia, en Santa Cruz. He vivido en muchos lugares porque somos cinco o seis generaciones de la Patagonia, desde mil ochocientos y pico… 

Recuerdo estar en un campo familiar, en un lugar que para un porteño sería muy desolado, despojado donde hay unas cuevas milenarias con pinturas rupestres, estaba solo mucho tiempo o con mis tíos y con los peones en los inviernos, me encantaba pasar el tiempo ahí, aprender las cosas de caballos, de ovejas y estar escuchando radio en la vieja radio capilla (por su forma) que se tomaba su tiempo para calentar las válvulas y a partir de allí, escuchaba a Buenos Aires y para mí era como un viaje a Nueva York.

¿Ahí se despertó tu vocación por la radio?

Sí, ahí nació, cuando era muy chico mis tíos no querían llevarme al campo y me decían ‘vos, te quedás en el casco que después volvemos’ y estaba todo el día jugando con los animales o escuchando mi radio que eran unos cerros de piedra y cuando vos hablabas te devolvían un eco y había descubierto que ese eco era lo suficientemente largo como para que yo pudiera decir: ‘hola, buenos días, cómo están todos’ y me contestaban (risas), entonces, jugaba a la radio solo con mi muro de piedra.

¿Tuviste algún mentor o ídolo? 

A los 18, vine con mi familia a Buenos Aires porque mis hermanos más chicos empezaban la facultad y yo, como tenía profesiones no bien vistas como actor o músico y tenía un grupo con el que me iba muy bien, medio de casualidad empecé a trabajar en la radio en un programa de música haciendo conducción directamente. Pasaba el tiempo escuchando a Guerrero Marthineitz, a Fontana, a Larrea por la dinámica que tenían de la información y, aunque de chico había trabajado en un diario en la Patagonia (El Rivadavia de Comodoro Rivadavia), me encantaron las claves de la radio que aprendí principalmente con Guerrero Marthineitz.

¿Desde qué otros lugares has pertenecido a la radio?

Trabajé en Radio del Plata, Radio Continental, donde además fui gerente de Programación, en Radio La Red, Radio Belgrano y Radio Colonia, entre otras. Hoy, estoy en Radio Nacional.

¿Cuándo volviste a tus pagos?

Probablemente para la primera vez pasaron siete u ocho años y luego siempre volví. El contacto emocional nunca dejó de estar porque yo en Buenos Aires me sentía como perdido, había demasiada gente que no se saludaba, no hablaba entre ella, no se miraba a la cara a la tarde o a la noche como en esos pueblos muy pequeños. Me costó mucho, tuve problemas gastrointestinales muchos años hasta que se inventó el ‘Omeprazol’ porque eso me producía un malestar muy grande.

Y, ahora, tengo un doble problema porque si vengo a la Patagonia me quedo mucho y voy a entrañar a Buenos Aires, o sea, tengo un doble desarraigo.

¿Cómo fue o es esa crianza en la Patagonia? 

El estilo en la Patagonia para criar a la gente del campo es que los chicos lo hacen medio solos, hay mucha libertad. En cambio, el porteño es sobreprotector y no entendería cómo acá (en la Patagonia) salís, volvés a la noche, estás jugando por ahí. 

Tu madre no teme, sigue ese sistema, es que casi como los mamíferos que te destetan y ya sos otro. No es que no existe el cariño, quiero dejarlo claro, es diferente. Según la mirada la gente del campo puede ser más dura o distante por el afuera, no por el adentro.

¿Cuánto vuelves a tu lugar de origen?

Me debo una vista a mi lugar de nacimiento, hace años que no voy. Lo recuerdo como un pueblo de 4.000 habitantes hoy debe tener 50.000. Allí, estaba mi hermano que era un veterinario muy reconocido de la zona y falleció en pandemia y viven mis compañeros del colegio, de la primaria, toda una vida. Cambió mucho, por ejemplo, hoy tenés extensiones de universidades y los chicos estudian sin salir de su lugar, antes eso era imposible.

Hoy, ¿Qué es Puerto Deseado en tu vida?

El lugar donde el niño, antes que el que el preadolescente, descubrió las aventuras del cuerpo porque mi abuela tenía una casa en un lugar de rocas altas que dominaba la ría (cuando el mar entra a la Tierra). Es un lugar que elegían los piratas y los no piratas para arreglar los barcos, un lugar cobijado.

Desde las alturas de la casa, veía abajo era una ría de 200 metros de ancho entre rocas y en esas rocas aprendí lo que es sólo a juzgarte los peligros de trepar y de pronto llegar a un lugar y decir, ‘de acá no puede bajar ni subir y me puedo matar’ y esas cosas que hacen los chicos y que empezás a conocer el cuerpo y ver tus posibilidades.

Y, ¿La Patagonia?

Siempre vuelvo ahí porque tengo pendientes en muchos lados y a medida que pasa el tiempo, tengo que volver más rápido, con Silvana mi pareja, vinimos el año pasado y ahora estamos en una escapada, no puedo dejar de venir, necesito el aire de la Patagonia.

 

  Compartir en:

José Abel Autor

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Gracias por su comentario !