Capacidades institucionales para la sostenibilidad local

Los diversos desarreglos climáticos y sanitarios sin dudas no obligan a reflexionar sobre la necesidad de fortalecer las capacidades de los municipios en la promoción y la gestión de la salud en el ámbito local, junto al incentivo ligado a mayores grados de coordinación con las provincias.

El crecimiento, planificación de los municipios y el modo en que la gestión local proyecta el desarrollo, repercute en la calidad de vida de quienes lo habitan. Desde hace varios años, la discusión de mejoras de las comunidades, ha girado sobre las variables económicas y de ascenso social. En acuerdo y sin vacilaciones a que ellas constituyen avances en la movilidad, tenue o solo discursivamente, en paralelo se tomaron miradas integrales sobre lo que la salud, el bienestar y la satisfacción delas necesidades significan, ingresando aquí en poner el foco a los factores que alimentación, vivienda, trabajo, educación, deporte, cultura y ambiente sugieren.

El marco en el que estas acciones se planifican en los municipios, debe ser entendido como un proceso dinámico, cuyo enfoque sea bajo una perspectiva de durabilidad de distintos plazos, siendo considerados a lo largo de toda la vida de los individuos en las comunidades, de su entorno y de otros factores relacionados a las generaciones anteriores y futuras.

Los nuevos modelos sobre cómo aplicar políticas para lograr la denominación de “municipio saludable”, requieren de un conjunto de capacidades que generen las condiciones propicias para su implementación y de la promoción de entornos que favorezcan el acceso a un aire limpio y una adecuada infraestructura de las condiciones ambientales, ambos en pos de la estimulación de diversas prácticas recreativas y sanas de la población y sea acompañado por su apropiación. 

Encontramos como punto central, un acelerado proceso de expansión urbana experimentado en las últimas décadas y que ha generado un contexto complejo para éste propósito. Por un lado, miles de personas han encontrado nuevas oportunidades para satisfacer sus aspiraciones y necesidades en distintas localidades, concentrándose en núcleos urbanos cada vez más grandes y, por otro lado, existe el débil acompañamiento a esa creciente demanda y la ausencia de una adecuada planificación urbana y provisión de servicios de infraestructura y vivienda, generando numerosos problemas. Basta solo con mirar la propagación de enfermedades en poco tiempo y a grandes masas de la población, que han quitado así, la capacidad de respuesta estatal de quienes no están preparados, o en su defecto, de quienes no cuenten con la elaboración previa de herramientas para su contención. Por eso señalo a éste, como el punto de partida en el diseño urbano como rol clave a la hora de definir el entorno que nos rodea y de su uso para quienes lo habitan. 

Un desarrollo urbano sostenible requiere de una enérgica coordinación intersectorial para promover, proteger y mejorar la salud de la población en general, principalmente de las personas desprotegidas en situación de vulnerabilidad en el contexto urbano, ya que la virtud una ciudad sostenible está su permanente construcción. Sin embargo, no existe un solo modelo, cada localidad implementa sus propias soluciones, siempre y cuando las medidas que se tomen apunten al equilibrio entre desarrollo y bienestar. Algunas propuestas de municipios que ya vienen realizando acciones en esa dirección sostienen las tres i, la Inclusión espacial, la inclusión social y la inclusión económica. Cada una de ellas contiene un conjunto de políticas que paulatinamente van conduciendo a la sostenibilidad de los municipios, por un lado, la inclusión espacial o urbana que apunta a asistir la demanda para proporcionar equipamientos e infraestructuras accesibles, e indica los programas o políticas dirigidas a la vivienda y servicios de necesidades básicas (electricidad, agua, saneamiento, movilidad etc.), contemplando las cuestiones físicas espaciales que hacen a sus desafíos. En segundo término, la inclusión social, que significa desterrar todo estereotipo conservador sobre nuevos derechos y acceso a la vida social en general y se orienta en proporcionar una serie de políticas a la igualdad y equidad de todo el colectivo social y, en tercer lugar, la inclusión económica, definida como toda política que se destine a una comunidad para que le otorgue oportunidades laborales sin ningún tipo de discriminación, pudiendo de este modo generar un logro para cada habitante frente a la obtención de su genuina fuente de ingresos que le ayude a transitar una vida digna y saludable.

Las conclusiones arribadas, señalan que la estrategia aplicada para lograr verdaderamente municipios saludables se materializa con los principios que promuevan un ambiente local, comprometido con el bienestar de sus habitantes, compute procesos, avance en estructuras para conseguirlo, mejore su entorno físico acompañado de un cambio positivo de carácter social y expanda los recursos comunitarios que impulsen desarrollo de las personas, las familias y las comunidades. 

Por Lic. Martin Ryba.

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José Abel Autor

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