Eleonora Wexler: Yo soy de…Parque Patricios

Eleonora Wexler, actriz argentina con un largo recorrido en televisión como en teatro, nació en Monserrat, pero pasó casi toda su infancia en Parque Patricios. Su vida está llena de recuerdos y anécdotas de su barrio.

¿Qué recordás de ese barrio de tu niñez?, ¿Cómo era tu vida en ese momento?

Me acuerdo de muchas cosas. A dos cuadras estaba la Cárcel de Caseros y tenía otro parque a otras dos cuadras. Mis viejos aún siguen viviendo ahí. Recuerdo que jugaba con los vecinos del primer piso al Poliladron y a las escondidas. Con mi hermana íbamos a tomar sol a la terraza y a jugar con los vecinos que se llamaban Hernán y Mariano Acosta. Nosotros vivíamos en el piso 7 y desde la ventana del cuarto en el que dormíamos con mi hermana, atábamos cartitas de un hilo y se las mandábamos a los vecinos. Mi colegio era el Bernasconi, que quedaba a 150 metros del departamento, así que eso me trae muchos recuerdos. Era un colegio hermoso y muy bueno, y  recuerdo especialmente a mi maestra de primer grado, Tesi. También de Beba y de varias otras. Mis primeros pasos en la actuación fueron dentro del colegio, porque me convocaban para todos los actos. El Bernasconi tiene un museo de ciencias naturales y un teatro en el que siempre actué. Hasta ese momento hacía gimnasia deportiva y mucha vida de club. Salía del colegio a las 12 am, comía algo y de 16 a 20 horas entrenaba en GEBA y competía. Empecé a trabajar a los 8 años en la comedia musical Annie, así que combinaba las actividades. Luego participé de Mesa de noticias. A veces entrenaba, otras no. Después dejé la gimnasia deportiva, continué con la actuación y comencé danza clásica. Iba a un estudio que era Adolfo Colque ya otro en pleno centro con Mercedes Serrano y Wasil Tuppin, donde me acompañaba mi mamá. Así ibacombinando colegio, danza y actuación.

¿Qué es lo que más extrañas de vivir allá?

Lo viví muy bien. No extraño. Ahora que vivo en San Isidro, sigo en un barrio. Voy al mercadito, al verdulero, al carnicero. Me acuerdo que cuando vivía en Parque Patricios compraba pan cuando bajaba del colectivo, a la vuelta del colegio. Pasaba por la esquina de Caseros y Jujuy y compraba el pan calentito, o iba a la vuelta de casa a lo de un español que vendía jamón recién cortado. Son cosas que hoy en San Isidro sigo viviendo de alguna manera. De todos modos, como mis viejos siguen viviendo allá, sigo curtiendo el lugar.

¿Qué aspectos destacarías si tuvieras que invitar a alguien a conocer ese lugar?

Cambió muchísimo el barrio. Parque Patricios se convirtió en un polo de empresas y universidades. Es otro mundo. Tiene una esencia, pero cambió, se convirtió en un lugar para estudiantes. Hay cafés y oficinas para los estudiantes. Es un lugar muy buscado, ya sea para estudiar como para trabajar. 

¿Qué recordás como lo mejor de tu infancia?

Lo mejor de la infancia tiene que ver con la libertad de jugar. Salíamos con estos vecinos que te contaba. Y también estaba Luciana, otra vecina, que nos invitaba mucho a su casa. La libertad con la que íbamos de una casa a otra en bici o patines. Y también rescato mucho la vida de club. Íbamos a GEBA, ya sea a la sede de Newbery o a la sede de San Martín. Tomábamos el colectivo en grupo, nos bajábamos en Plaza Italia y ahí nos subíamos otro colectivo. A veces lo hacíamos con mi vieja, y sino más grande con mi grupo de amigos. Jugábamos al vóley y nos gustaban los chicos de waterpolo (risas). La vida de club es linda, es sana.

 

Lea la nota completa en la edición de ÁreaUrbana 81

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José Abel Autor

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