El ingeniero Néstor Iparraguirre comparte su visión sobre la vida útil de la vivienda de interés social, tema central para atender el déficit habitacional en el país.
Durante el último año, hemos escuchado sobre la puesta en marcha de numerosos proyectos de obras públicas de vivienda en todo el país, tanto en grandes como en pequeñas jurisdicciones. Esta es una gran noticia para la población argentina, ya que el actual déficit habitacional alcanza los 3.300.000 hogares y afecta a más de 12 millones de personas.
Si bien estas nuevas construcciones son de carácter urgente, no se debe subestimar la importancia de que los resultados de las obras sean viviendas sólidas, durables y sustentables, dado que todo ello impactará directamente en la vida útil de los hogares. Para hablar de la misma, debemos entender dos características de las viviendas:
Propiedades intrínsecas: dependen de la calidad y la eficiencia de los insumos utilizados en la ejecución, de la ejecución en sí misma, de las instalaciones y de la técnica constructiva aplicada.
Propiedades extrínsecas: quedan visualizadas a posteriori de las terminaciones de las viviendas y están representadas por la necesidad de realizar el mantenimiento del conjunto de las mismas con la periodicidad adecuada, tanto desde el punto de vista preventivo, como puntual ante la aparición de determinadas patologías.
Si los insumos utilizados tienen masa, resistencia estructural y resistencia mecánica, la vivienda tendrá muchas más posibilidades de prolongar su vida útil. A su vez, resulta imprescindible que las intervenciones necesarias a realizar en cualquier tipo de mantenimiento sean de sencilla ejecución y no demanden mano de obra especializada ni técnicas de sofisticada implementación.
Observamos, entonces, que existe entre ambas propiedades una relación biunívoca: a mejores insumos con sencillas técnicas de colocación, corresponde menor y más sencillo mantenimiento, verificándose así esta ecuación con un resultado de mayor vida útil de mejor calidad.
Existe a nivel mundial la necesidad de construir viviendas que garanticen una mayor eficiencia energética. Para ello, se han fijado estándares tendientes a una mejor aislación térmica de los insumos para lograr una mayor eficiencia energética de las envolventes.
Nota publicada en AreaUrbana 65