Es actriz. Nació en Rosario pero vive en Buenos Aires desde hace más de 10 años. Viene trabajando en teatro y cine y en televisión.
Cuando se prende el grabador, Ariadna cuenta algo de su pasado: “Nací en Rosario, donde viví hasta los 16 años. Empecé a estudiar teatro de muy chiquita, a los cinco. Allá hay mucho movimiento cultural, pero el porcentaje de gente que puede vivir de la actuación, de la danza o de algún tipo de proyecto artístico es muy reducido, y en general termina dando clases. A los 15 empecé a ir a Buenos Aires para hacer algunos seminarios, y vi que había de todo. A los 16 insistí en mi casa hasta que me hicieron caso. Si yo pudiera vivir de la actuación en Rosario, estaría allá, la ciudad es preciosa”.
¿Te gusta más que Buenos Aires?
Buenos Aires me encanta, pero el atiborramiento de gente no está tan bueno. Además, no se aprovecha tanto el espacio público, lo verde, el río. En Rosario te vas al río en cualquier momento, se nota la diferencia. El río rodea toda la ciudad, y gran parte de la costa es pública. Hay muchas actividades en el agua: nado, remo, pesca, vela. Lo mejor que encuentro en Buenos Aires es que me encanta ir al teatro, al cine, al ballet, y tiene todo. También teatro independiente. Hay mucha información en relación a lo artístico, creo que las redes sociales -que no existían cuando vine- han ayudado a encontrar propuestas y poder seleccionar lo que a una más le interesa. La oferta cultural de Rosario es muy buena, pero mucho menor.
Si te fuiste de tu ciudad a los 16, el colegio lo terminaste en Buenos Aires…
Sí, el último año, lo rendí libre. Me inscribí en un colegio público, pedí los programas y me anoté para rendir libre. Después me enteré de que no se podía hacer eso. Pero nadie me había dicho nada, tal vez pensaron que yo ya había cursado. En julio de ese año, una profesora, durante un examen, me consultó si yo me había llevado su materia, le llamaba la atención que estuviera aprobando todo con 10; le expliqué que no y me dijo que eso -rendir libre- no se podía, que tenía que cursar, pero no se lo dijo a nadie en el colegio y no tuve problemas. Decidí rendir libre porque sentía que cursar implicaba demasiadas horas, y en todas esas horas me pude dedicar a tomar clases de teatro, de danza y de canto. Por esa época fue que decidí dedicarme a la actuación y no a la danza: soy bailarina clásica y entrar al Colón era una posibilidad, pero suponía una carga horaria muy intensa, entre otras exigencias, y además yo sentía que necesitaba la palabra, algo que actuar me permitía y bailar no.
Antes de irte, ¿sabías bien en qué lugar ibas a vivir y qué ibas a hacer?
El año anterior a irme de Rosario había hecho seminarios y había empezado a trabajar en publicidad, y en ese ámbito aprovechaba para charlar con todas las personas que me cruzaba para conocer más. Contactaba, por ejemplo, a gente de Rosario que había ido a Buenos Aires, quería saber cuestiones de la profesión, con quién estudiar, dónde, pero también cómo alquilar una vivienda. Además, al principio vine con mi mamá. Mis viejos me ayudaron un montón.
Nota publicada en AreaUrbana 51