Cuna de poetas y cantores: Los Carabajal

Integra desde 1968 uno de los grupos más importantes de la historia del folclore argentino, Los Carabajal. Nació en la ciudad santiagueña de La Banda y vive en Olivos, Provincia de Buenos Aires. Para Mario Carabajal, la música es la pasión de su pueblo.

No necesita currículum, pero si tuviera que presentar uno, seguramente diría que nació hace casi 60 años, en 1952, en la ciudad de La Banda, Santiago del Estero. Empezaría diciendo eso, incluso antes de hacer mención a su vasta trayectoria musical.

El fuerte sentido de pertenencia de Mario “Musha” Carabajal -en la actualidad, vecino de Olivos- con respecto a su pueblo de origen indudablemente lo ha influenciado artísticamente, y así es que al sentarse a dialogar con este medio, se notará en sus palabras, en su mirada, que cuando habla de música, habla de La Banda, y viceversa. Y sino, basta con detenerse en versos como el de la “Chacarera del patio”, histórica composición interpretada por Los Carabajal: “Si habré bebido estrellas que a mi vaso bajaban en las noches de amigos, patio, copla y guitarra”.

Al principio de la entrevista, “Musha” -como lo llama todo el mundo-, enumera los rasgos distintivos del lugar en el que nació y se crió: “Es una ciudad ferroviaria, se fue desarrollando a través del ferrocarril. Era un paso obligado del tren Estrella del Norte, fundamental para Santiago del Estero. Todo provinciano que iba o venía de Buenos Aires lo tomaba o se bajaba en La Banda. Pero no es sólo eso: es un pueblo que tiene a la música como pasión. Casi toda la gente de Santiago y especialmente de La Banda se vincula a la música. De allí es toda la familia Carabajal, al igual que el músico y poeta Julio Argentino Jerez y el poeta Dalmiro Coronel Lugones. La han denominado ´Cuna de poetas y cantores´. Es un lugar agreste y muy rico en su paisaje, como así también en su cultura, lo que le valió ese apodo”. Otro de los orgullos locales es haber tenido el primer viñedo de Santiago del Estero.

“Musha” lamenta que el ferrocarril ya no sea lo que era en La Banda. “Funciona sólo algunos días a la semana. Cuando dejó de funcionar como transporte de pasajeros, en los ´90, se produjo una tristeza muy grande. La mayoría de los habitantes de La Banda eran trabajadores del ferrocarril. Todas las mañanas llegaba el tren y era una alegría ver cómo volvían las personas a su pueblo. También era un acontecimiento ver partir los trenes con los que iban a Buenos Aires. Me da tristeza ir a la estación y verla vacía, sin movimiento. Siempre se me viene la imagen de hace años, de la estación llena de vida. Las familias se preparaban y se arreglaban para ir a esperar el tren y ver llegar a algún familiar”.

¿Qué recordás de tu infancia?

Me crié en una familia en la que los valores eran fundamentales. Doy gracias a Dios por los padres que tuve, nunca me fijaron límites para ser feliz. Me hice responsable en la libertad, y también con las enseñanzas de los mayores. También recuerdo muy mucho cariño los domingos, que eran sagrados, íbamos a lo de la abuela, que vivía a seis cuadras de nuestra casa, por un camino con una arboleda muy grande en el que se ubicaban los carroneros, vendedores de verdura que llegaban desde la capital provincial. Tenían la verdura en sus carros y dejaban unas lonas en el piso para descansar. Yo me quedaba hablando con ellos, era gente de campo. Son imágenes que permanecen grabas en la retina, en el corazón.

¿Qué dirías de La Banda si tuvieras que describírsela, en pocas palabras, a alguien que no la conoce?

Tiene otro ritmo, no se puede comparar. Pero hay algo que es fundamental: las casas son de puertas abiertas. Hay, además, una cultura, una forma de ser muy fraternal, muy amigable. Se recibe al que viene de otro lugar de la mejor manera. Y en cada casa hay alguien que zapatea, toca el bombo, canta o toca la guitarra. Eso está incorporado no sólo en la población de La Banda, sino que es típico del santiagueño. El que va a la provincia lo descubre inmediatamente y se empieza a sentir cómodo a partir de eso.

Hace años que vivís en Olivos, muy cerca de Buenos Aires. ¿Cómo te llevás con la ciudad?

Dentro de todo, bien. La ciudad tiene su magia, su historia. Me gusta mucho transitar los lugares históricos, incluso lo que tiene que ver con la historia de la música. Cuando Los Carabajal recién arrancábamos, nos tocó compartir momentos con gente importantísima como Hugo Díaz y Los Andariegos, gente que ha sido una gran referencia para ubicarnos y entender a la ciudad. Queremos a Buenos Aires, nos dio la posibilidad de desarrollar nuestra actividad, crecer, nos albergó, nos cobijó. Estamos totalmente agradecidos. Nuestro lugar en el mundo es La Banda, pero Buenos Aires es nuestro lugar de adopción.

 

Nota Publicada AreaUrbana 36

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José Abel Autor

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