Crisis de representación. Falta de confianza en la política. Deterioro de las instituciones republicanas. Desesperanza, acefalía, individualismo e impotencia. Las miradas pesimistas sobre el devenir democrático a escala global, y con fuerte resonancia en la Argentina, traspasaron las fronteras de las encuestas y se insertaron en el ánimo social, en donde la participación en comunidades virtuales -anónimas, desentendidas de un compromiso a largo plazo, sin prioridad en el cambio territorial- avanza sobre la configuración de grupalidades en las ciudades. Esta percepción es interpretada por dirigentes globales en dos vías: con preocupación por su imposibilidad de conectar con la ciudadanía, o como una oportunidad para concretar nuevas modalidades de ejercer su planes de gobierno prescindiendo de una institucionalidad que los habitantes observan cada vez con mayor suspicacia.
Los datos de concurrencia a las elecciones, que si bien son obligatorias, no establecen una rigurosa infracción a quienes la omiten, se convierten en una expresión de la merma en la vocación de participación democrática de la población nacional. En las últimas PASO del 2023, concurrieron a los comicios el 69% del padrón electoral, una caída acentuada si se las compara con la misma instancia de las anteriores elecciones presidenciales del 2019 (76,4%). Esta situación se replica si se contrasta el balotaje (76,32% en el 2023, contra el 80,7% del 2015) y en las instancias generales (77,6% en el 2023, contra 81,31% del 2019). La caída en la participación se vuelve aún más drástica si se recuperan registros del entusiasmo que se expresaba en las urnas tras el retorno de la democracia en la Argentina: 85,61% votó en 1983 y 85,31% en 1989.
Ese es el escenario en el que comienzan a operar nuevas alternativas de construcción de políticas y de horizontalidad en la toma de decisiones. En el país, y con experiencias en localidades que no alcanzan las seis cifras de habitantes, se multiplican las decisiones de gestiones comunales que intentan sistematizar la llegada del reclamo vecinal a la implementación de resoluciones territoriales. Tal es así que en el 2024 se congregaron representantes de catorce municipios, junto a referentes europeos y sudamericanos, en el Tercer Congreso Nacional de Participación Ciudadana y Descentralización. El evento realizado en la ciudad de Córdoba permitió el intercambio de prácticas innovadoras a nivel local implementadas por diversas ciudades y actores sociales, cuyo objetivo es modernizar las dinámicas de ejecución de medidas, fomentando la colaboración comunitaria y estableciendo nuevas normativas para institucionalizar el vínculo entre los ciudadanos y el Estado municipal.
Reconquista, en Santa Fe; Ayacucho y Tandil, en Buenos Aires; Caucete, en San Juan: esas son algunas de las experiencias nacionales que avanzaron con políticas de participación ciudadana para sus comunidades, adaptando la modalidad de recepción de demandas a las características geográficas y sociales de cada población. A pesar de que son representantes de distintos partidos, todas tienen un punto en común: los intendentes en estos municipios consiguen ser reelectos en sus puestos tras implementar estrategias democratizadoras de toma de decisiones en sus primeras gestiones.
Ese es el caso de las dos comunas consultadas por AreaUrbana: Pérez, en Santa Fe, y Alta Gracia, en Córdoba. En el primer caso, el intendente Pablo Corsalini obtuvo el 36,96% de los votos en el 2015, el 54,41% en el 2019 y el 66,14% en el 2023. En el segundo, Marcos Torres Lima alcanzó el 45,69% en el 2019 y el 57,19% en el 2023. Las cifras son explícitas. Las comunidades respaldan las administraciones que tienen en cuenta sus demandas, ejecutan los compromisos de sus palabras y explican el trasfondo y los tiempos de resolución de las falencias.
“En el 2016 tuvimos nuestro primer proceso participativo que fue para la Agenda 2021. Ahí se delinearon las directrices en las que la comunidad expresó qué era lo urgente y qué era lo importante”, introdujo Pablo Corsalini, quien luego precisó: “Ya estamos, en líneas generales, en un 80% de cumplimiento del plan. Las cuestiones que nos están faltando son más estructurales y no dependen tanto del municipio, sino que necesitan poder articularlo con otros departamentos del Estado. Por ejemplo, el desarrollo del acueducto para poder mejorar la calidad del agua potable; o la ruta 33, que es nacional. En función del legado que nos ha dejado la comunidad, nosotros hacemos la gestión con los gobiernos a los que corresponden”.
El intendente también explicó cómo se habilita la participación ciudadana en el municipio santafesino de Pérez: “Tenemos un dispositivo semanal de participación ciudadana que recorre todos los barrios de la ciudad. Las llamamos rondas barriales, en el marco de lo que es nuestro Pérez Móvil”. A partir de allí, se abrieron “distintas instancias de participación en función de la necesidad de ir articulando con las instituciones, de ir construyendo consensos y sobre todo de buscar que sea la comunidad la que va legitimando la política pública que vamos llevando adelante”. “El resto es replanteo y monitoreo permanente de las medidas que tomamos”, agregó.
Por su parte, Agustín Saieg, director de Relaciones Institucionales y Políticas de Seguridad de Alta Gracia, comentó la experiencia de la localidad cordobesa: “Aquí tenemos centros vecinales, que funcionan como entes autónomos y autárquicos con funcionamiento propio, pero por supuesto con muchas actividades apoyadas y vinculadas con el municipio”.
En ese marco, el funcionario explicó que de los 36 barrios de la comuna, 23 cuentan con centros vecinales, y todos renovaron sus autoridades (14 en cada espacio) en el 2024 a través del voto. “Es para la renovación y oxigenación en los centros, en virtud de que ya habían completado los dos años de mandato y de vigencia”. “Hay llamado de elecciones y conformación de listas, se difunde por los medios masivos de comunicación y por los canales oficiales de la municipalidad. También nosotros le pedimos a los centros vecinales que mediante flyers o por otras vías puedan difundir en su propio barrio, para que aquellos que cumplan las condiciones para poder presentarse se puedan aglutinar en una lista”, desarrolló.
El propio Saieg comentó que en los centros vecinales también se organizan talleres municipales y centros de jubilados. En el cotidiano de esas actividades y de la interacción comunitaria se conjugan las demandas de los vecinos hacia el municipio: “A cada nota y a cada pedido los derivamos al área pertinente para que se pueda solucionar. En general, reclaman por el estado de calle, alguna rotura de luminaria o el faltante de agua, sobre todo en el tiempo estival de verano. La conexión es directa”.
En el municipio de Pérez, también consideran que el modelo participativo colaboró y potenció la administración comunal. “Te simplifica el papel de gestión, que se va construyendo en conjunto con la comunidad y te lo va actualizando permanentemente. Por eso la necesidad de no cortar y de estar permanentemente con la gente participando, porque te ayuda a poder priorizar la toma de decisiones”, planteó Pablo Corsalini, quien destacó que este esquema “nos ayuda en la búsqueda de los puntos de representatividad y nos permite hacer un trabajo de fortalecimiento de instituciones, para consolidar y potenciar nuestra red municipal. Eso claramente es la comunidad organizada: trabajar a través de esas rondas barriales y de esos representantes, con un proceso en el puedan ver cómo la ciudad se retroalimenta de la propia ciudad, con una mirada circular donde se toma valor en lo que uno hace y cómo eso se va articulando con otros. También comienza a verse cómo otros actores locales van sumándose en la necesidad de autogestionar”.
El intendente advirtió que “para eso hay que generar un ámbito de confianza, porque desde el primer momento nosotros fuimos abiertos e invitamos a todos los actores sociales, políticos e institucionales de la ciudad. No importan los diferentes pensamientos políticos. Y no solamente los escuchamos, sino que empezamos a dar respuestas concretas sobre lo que se acordó”. También observó los motivos por los cuales las políticas que definen horizontalidad a la hora de tomar decisiones tienen un fuerte respaldo de las comunidades: “Se rinden cuentas, se puede visibilizar y cuantificar la política para ponerla en mano de una devolución al vecino. Eso creo que ha sido una de las herramientas que ha legitimado los procesos participativos”.
En ese sentido, remarcó que semanalmente acuden a las rondas barriales: “En cada uno de esos espacios hay encuentros que son puerta a puerta. En simultáneo surgen convocatorias espontáneas convocadas por los vecinos. Por eso siempre hay un lugar donde poder ir a participar y llevarte reclamos específicos, que en general son sobre servicios o se proponen cosas que terminan siendo para replicar en otros barrios. En definitiva, es co-crear permanentemente con el vecino esta política pública”. El alcance ascendió a propuestas para proyectar el futuro municipal, según manifestó el intendente: “Hubo demandas indirectas que trajeron padres o abuelos expresando lo que sienten sus hijos y nietos, que terminan el Secundario y no encuentran un camino que seguir o les resulta muy costoso. Entonces firmamos un convenio con la Universidad Nacional de Rosario para poder tener en este 2025 ofertas de tecnicaturas y cursos con modalidad híbrida. Son herramientas que van a estar abiertas para la comunidad y vamos a seguir captando en función de lo que requiera el sector productivo”.
Al rol preponderante de injerencia en la toma de decisiones, Agustín Saieg le añade a estos espacios comunales el rol cultural y de fortalecimiento de identidad, considerando que cada uno cuenta con capacidad de generar fondos propios con festividades barriales. “En cada barrio se realiza una actividad que se llama ‘Conocé lo Tuyo’, que a través de colectivos recorren todos los museos de Alta Gracia, pero también se hacen otras actividades. Los días lunes y martes, por ejemplo, articulamos con los centros vecinales en el verano y podemos llevar a las niñas y niños de los distintos barrios a la pileta olímpica que hay en la ciudad”.
La posibilidad del encuentro constante es uno de los aspectos que defendieron ambos funcionarios comunales. En el caso de Pablo Corsalini, sostuvo que “la política se olvidó de salir al encuentro de la gente, que es lo que nosotros no perdemos. Lo virtual está bueno y sirve, pero lo más productivo es salir al encuentro de la gente, no dejar de encontrarse para hablar y dar todas las discusiones que sean necesarias para poder hacer más y mejor democracia.”
Desde Alta Gracia, Agustín Saieg coincidió: “La oficina de los funcionarios tiene y debe estar en las calles y en los barrios. Así la recepción y el cara a cara es constante, tanto en lo bueno como en lo malo; porque también nos toca ir a poner la cara cuando se rompe un caño o cuando la solución no llega”.
Ambos municipios participaron del congreso nacional que reunió las experiencias de políticas participativas. El objetivo de los protagonistas no fue solo intensificar esas prácticas en sus comunas, sino expandirlas al resto del país a distintas escalas. “La política y el Gobierno se tienen que animar a abrir el juego, a compartir el poder, a discutir y a hacer circular las palabras. Son varios desafíos a los que hay que animarse, porque en el fondo da resultado y es positivo”, convocó Corsalini y concluyó: “En esos espacios te suceden mil cosas que te empieza a dar previsibilidad, porque sino estás atajando los problemas cuando ya te explotaron. Pero cuando entrás seguido al barrio y te hablan siempre de lo mismo, hay que poner el ojo porque evidentemente está pasando algo”.
Ya sea para mantenimiento vial como para el saneamiento del espacio público; para instalar una oferta educativa o para la consolidación de un sentido de pertenencia: la comunidad presenta deseos de participación y, a medida que se diversifican los ámbitos de injerencia en la toma de decisiones, cede su tiempo al servicio del desarrollo comunitario. Las medidas sanitarias de aislamiento de la pandemia configuraron subjetividades que encuentran sentido de pertenencia en el individualismo, pero es la política más cercana, la comunal, la que tiene herramientas para quebrar esa tendencia. La predisposición vecinal tiene antecedentes. Resta que se multipliquen las voluntades dirigenciales para compartir la toma de decisiones.
Por Fernando Brovelli