Alejandro Besuschio, Director Ejecutivo de Fundación Vivienda Digna, dialogó con AreaUrbana sobre el crecimiento del déficit habitacional, la implementación de equipos solares y los distintos prototipos de viviendas que construyen.
¿Cuál es el panorama actual del déficit habitacional tanto en la necesidad de un nuevo hogar, así como en la falta de servicios básicos en los ya existentes?
El déficit habitacional actualmente es de 3,8 millones de hogares. Si nos remontamos hacia el pasado, vemos que el déficit viene en crecimiento, y esto está relacionado con la falta de acceso a la tierra que existe para poder construir una vivienda. Además, la tierra disponible está cada vez más lejos de los centros urbanos donde está concentrado el trabajo.
Por ende, muchas veces los sectores más vulnerables son los que tienen que trasladarse más, porque viven más alejados de sus trabajos y, en definitiva, porque es en estas zonas alejadas donde hoy existe la posibilidad de tener una fracción de tierra para construir.
En la periferia de la Ciudad de Buenos Aires hay carencia de gas, de cloacas y de servicios básicos. Esto, sumado a la carencia de tierra, hace que el panorama actual del déficit no sea muy alentador, especialmente si no se tiene una planificación a largo plazo clara y ordenada que sea un norte común para los gobiernos que van asumiendo.
¿Qué medidas cree que se deberían tomar por parte de los gobiernos locales para disminuir este déficit?
Las medidas que se tomen no deben recaer solamente en las administraciones locales, sino que deben ser un tema en agenda para el gobierno nacional y los diversos gobiernos provinciales. El déficit habitacional es un problema que tiene muchas causas, y no tiene una sola solución. Además, es estructural, y a veces las políticas no alcanzan. Creo que falta información y datos públicos que diagnostiquen bien la situación para luego hacer un plan. En principio, uno de los objetivos debería ser segmentar por ingresos, ya que no todos los sectores socioeconómicos tienen las mismas posibilidades para abordar esta problemática. Creo que también entra en juego el tema de la planificación territorial de acceso al suelo, sobre todo a largo plazo. Por otra parte, es necesario comprender que invertir en infraestructura no es algo rentable. Es muy difícil recuperar lo que se invierte, y desde un punto de vista puramente economicista, esta inversión no es algo viable. Creo que en este punto es en el que el gobierno tiene que estar presente. Además, hay que remarcar que existe un gran déficit en infraestructura. El acceso al crédito falta en la actualidad, y es otra cosa que debería activarse. La seguridad jurídica de muchas viviendas es otro tema en el que los gobiernos deberían estar trabajando. Para terminar, la última herramienta clave sería una serie de políticas de Estado con continuidad: planes a largo plazo que trasciendan a los gobiernos.
¿Qué campaña podrían destacar de este año?
Siempre estamos realizando campañas de concientización para poner el déficit habitacional en agenda. Además, en 2023 desarrollamos dos campañas que apuntan a nuestros objetivos como organización: “El Otro Valor” invita a las personas a donar productos para el hogar en desuso, que serán destinados a una familia que, justamente, le dará un nuevo valor, contará una nueva historia en ese hogar.
A la hora de inaugurar un barrio, ¿cómo eligen dónde será su ubicación?
Para definir la zona donde desarrollar un proyecto desde Vivienda Digna se analizan muchos aspectos que son condición para el desarrollo de la vida de las familias. Entendemos el concepto de vivienda y hábitat desde una mirada integral, sin referirse únicamente a la unidad física material, individual, sino al conjunto de servicios habitacionales que la misma significa. El acceso a una vivienda adecuada está dado no solo por las condiciones de habitabilidad de la vivienda, sino con la disponibilidad de los servicios de infraestructura como el agua, la luz, las cloacas. Asimismo, la localización geográfica del terreno en relación a los medios de transporte y a la cercanía a los servicios e instituciones de educación, salud, recreación. También se analizan las condiciones del medioambiente para una vida saludable.
Respecto a la sustentabilidad, ¿qué iniciativas desarrolla la fundación?
Tenemos conciencia de que el tema ambiental es uno de los más críticos por los que atraviesa hoy la humanidad. El planeta Tierra es nuestro hogar y las perspectivas a 30 años son desastrosas. Ya hoy se está viendo el impacto que va teniendo el tema del cambio climático, con algunas manifestaciones en la naturaleza que llaman la atención y nos ponen en alerta para hacer dentro de nuestro metro cuadrado acciones que contribuyan a disminuir esa huella de carbón.
En ese sentido, desde la Fundación empezamos a hacer reciclaje de separación de plásticos, PET y cartón. Tomamos contacto con cooperativas que nos retiran esa separación, e incluso en nuestro Corralón Social de Barracas certificamos un proceso y obtuvimos el Sello Verde otorgado por la Agencia Protección Ambiental del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Otra iniciativa importante es la que llevamos a cabo junto con Pampa Energía, instalando termotanques solares en las viviendas del barrio de Monterrey; en Derqui, Pilar, provincia de Buenos Aires. El termotanque solar provee a las familias de agua caliente solo con energía solar, y les permite disminuir su consumo de energía eléctrica ya que enchufan el termotanque muy pocas veces al año. En este sentido, el termotanque solar también mejora la economía familiar, ya que la energía hoy es cara.
Por último, el Corralón Social es un espacio donde nosotros damos una nueva vida a productos, y ahí aplican dos temas. Por un lado, el reciclaje; ya que llegan materiales de construcción o partes de mobiliarios que nosotros reciclamos en nuestros talleres de herrería y carpintería, construyendo así nuevo mobiliario y diseñando productos a partir de ese scrap. Por otro lado, está la reutilización: los productos y materiales usados que llegan al Corralón son comprados por familias que los utilizan para equipar sus hogares, estirando su vida útil.
¿Cómo es el vínculo con los gobiernos locales?
El vínculo es bueno y necesario. Tenemos la necesidad de contar con el apoyo de los gobiernos locales para hacer nuestros proyectos. El proyecto de vivienda requiere de muchas aprobaciones municipales y provinciales. En ese sentido, nosotros somos una organización apartidaria, pero sumamos a los gobiernos de turno en el objetivo de la urbanización. Por ende, establecer lazos de trabajo conjunto y alianzas con los gobiernos es un objetivo en sí mismo de la Fundación.
¿Qué rol cumplen los gobiernos para facilitar el trabajo de Vivienda Digna?
A través de nuestros 44 años, hemos construido viviendas, dado microcréditos y hemos trabajado en alianza con gobiernos, por lo que cumplen un rol fundamental para facilitar nuestro trabajo. Algo que destacamos es que nuestros proyectos fueron trascendiendo a los gobiernos; incluso hay proyectos que iniciamos con un gobierno y terminamos con otro, pero el apoyo siempre fue fundamental. El tema de la vivienda no es un tema que atraviesa a un solo sector, es un tema que se tiene que abordar desde todos los sectores. Quizás es un error pensar que solo los gobiernos tienen que solucionar este problema. El problema del déficit habitacional es un problema que se aborda mejor y más eficientemente si se involucran no solo los gobiernos, sino el sector privado y las organizaciones de la sociedad civil. Tenemos ya muchos proyectos desarrollados y sabemos que la articulación de estos tres sectores nos lleva a mejores lugares que fuerzas individuales.
Pensando en la postconstrucción, ¿cuál es el principal reclamo de quienes ya tienen la vivienda?
Las viviendas y los proyectos se prevén con toda la infraestructura necesaria. Cuando urbanizamos un barrio, lo pensamos con apertura de calles, loteo, instalación de los servicios como la cloaca y una platea pensada para que una familia construya una vivienda de 55 a 56 metros cuadrados en mampostería. Tenemos prevista la posibilidad de que esa familia tenga para construir sobre lo que ya está edificado. Además, pensamos en la eficiencia energética, instalando tanques solares en la vivienda. Lo interesante de la postconstrucción es la comunidad organizada, que sigue gestionando algunas otras cuestiones —como que llegue el colectivo al barrio, el mejoramiento de las calles, alguna luminaria— después de la finalización formal de un proyecto. Pero la realidad es que la gran mayoría de las necesidades habitacionales ahí están cubiertas. Diría que el mayor desafío para la Fundación es entender cuándo se retira de un barrio para permitir que la comunidad siga caminando sola.