Los municipios tienen hoy un gran desafío que intenta resolver las consecuencias medioambientales negativas del desarrollo económico y la globalización. El contexto local adquiere especial relevancia al convertirse y ser el encargado de presentar posibles soluciones a los problemas derivados de la industrialización y el crecimiento de la población.
A comienzos de la última década se ha incorporado a las agendas municipales diversos aspectos estratégicos referidos al fortalecimiento de las capacidades estatales en materia de lucha efectiva al problema del cambio climático y la degradación ambiental. Las nuevas herramientas y acciones formativas deberán poner en valor las políticas que impulsen las energías renovables como sustento para el desarrollo y promoción del consumo sostenible. La evidente necesidad de avanzar hacia una transición ecológica debe encararse mediante la actualización de la normativa vigente y otros aspectos vinculados a la gestión de las políticas ambientales locales.
Con el paso de los años, diversos municipios de la Argentina han descubierto un inmenso potencial en sus recursos naturales, de elementos técnicos y por consecuente en capacitación y formación de personal local, teniendo mucho para aportar en esta transición. Las energías renovables, el hidrógeno, la minería de litio y el cobre junto a la fabricación de baterías y vehículos eléctricos, cumplen y visualizan nuevas soluciones ambientales dentro de una producción sustentable, permitiendo también renovar las tecnologías industriales en pos de compatibilizar los objetivos de preservación ecológica.
Para comprender este fenómeno desde un aspecto simple pero una mirada federal, entendamos que los municipios argentinos aportan una de las economías más importantes de América Latina, cuyo PBI se ubica dentro de los primeros lugares, teniendo puesta la mirada en las expectativas que puedan generar los recursos naturales en materia de energía y de nuevas oportunidades en algunos subsectores de manufacturas y servicios innovadores de alta tecnología. El paulatino pero constante proceso de crecimiento económico impulsado por los sectores primarios e industrial ha permitido la incorporación al consumo de una mayor cantidad de personas que, a partir de la reconversión de empleos informales a su formalización, disminuyeron el porcentaje de asalariados no registrados, acompañando un proceso de inclusión social. No obstante, la expansión, la intensidad de las actividades y de su crecimiento, provocaron consecuencias ambientales adversas, como el de las actividades agropecuarias y manufactureras en relación a los efectos ocurridos por la desforestación ante el avance de la frontera agrícola, o los referidos a la producción de energía, al cambio de uso de suelo, a la gestión de los residuos y los procesos industriales en función de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Los fenómenos en el aumento de la frecuencia y la intensidad de las inundaciones debido a la deforestación de enormes extensiones verdes y el creciente nivel de la contaminación del aire, la gestión de los residuos y la contaminación del agua han pasado a ser graves problemas en los centros urbanos como también en los municipios de menor tamaño o más alejados y sus cercanías a basurales a cielo abierto.
Cabe resaltar la existencia de una nueva visión constituida por los esfuerzos locales para promover una transición hacia trayectorias de crecimiento con mayor sustentabilidad ambiental, tanto por parte de las políticas públicas como por parte de las iniciativas privadas, muchas veces promovidas a los efectos del cumplimiento de recientes normativas. Por ello, casi una década después, el valor y resultado de estos logros comienza a dar señales de disminución en los niveles de las emisiones de GEI respecto al crecimiento del PIB y aunque resta mucho por debatir en términos del modo para el aprovechamiento del uso del suelo, constituyen factores que señalan explícitamente la intensificación de los esfuerzos hacia una mayor sostenibilidad ambiental.
El incentivo sobre las fuentes de energía renovable, la puesta en marcha de obras de infraestructura orientadas a prevenir las inundaciones y el desarrollo de los sistemas de monitoreo de catástrofes reducen la vulnerabilidad de vastos sectores, a la vez que crean los denominados empleos verdes. En este camino de crecimiento con mayor sostenibilidad social y ambiental se busca mejorar la eficiencia no solo de actividades ambientalmente sostenibles, sino proponer una mirada más amplia y transversal de las políticas que respondan al conjunto de necesidades ambientales, como lo programado para el sistema de transporte urbano de pasajeros mediante la ampliación de las redes de metro y la infraestructura urbana que descomprima y mejore tales condiciones.
El desafío de los municipios nuevamente tiene su basamento en la promoción e impulso otorgado a sus políticas de supervivencia, sea mediante la cooperación publico institucional como con actores privados en su conjunto, privilegiando la configuración inclusiva del empleo verde como promotor de acciones de saneamiento y del ejercicio de prácticas ambientales sostenibles. La explotación de los recursos renovables y las prácticas de conservación, deberán estar sujetas a la incorporación de tecnología, principalmente, la agricultura de precisión, el control de la erosión a través de los sistemas de siembra directa, el control de la contaminación del suelo, del agua y del impacto sobre la biodiversidad. La constante investigación sobre la producción de energía y combustibles si bien en oportunidades escapa a su competencia, será determinante tanto para su aprovechamiento económico como para su sostenibilidad, esperando recomponer y compensar los desajustes existentes en la matriz energética de toda la Argentina, encontrando nuevamente a los municipios dentro de la escena y desarrollando una vez más un papel principal.