La creación de espacios estatales para la gestión ambiental pasó de ser una alternativa a convertirse en una urgencia. Conservación de las fuentes de agua, cuidado de la flora autóctona, reducción del consumo energético, regulación de utilización de químicos en la producción: los aspectos que se involucran en la definición de políticas se extienden a una toma de decisiones cotidiana. En el ámbito municipal, un ejemplo concreto es la disposición de estrategias de reciclaje, que representan un aliciente para reducir los costos del tratamiento de los residuos y una posibilidad de fuentes de trabajo cada vez más profesionalizado y con fines de producción industrial. Sin embargo, la intensificación de las tragedias climáticas está abriendo otro foco de atención para las comunas.
A la evidencia de los hechos que se suceden semanalmente se le suman los aportes científicos, como el de la red World Weather Attribution (WWA) que en un informe del 2024 analizó grandes catástrofes de las últimas dos décadas y señaló que por el cambio climático estos eventos se volvieron “más intensos y probables”, con un impacto de mayor índice de mortalidad humana. “Muchas personas ahora comprenden que el cambio climático ya está haciendo más peligrosa la vida”, introdujo Friederike Otto, cofundadora de la organización, y planteó que “lo que todavía no ha sucedido es que el conocimiento se traduzca en acciones a una escala suficiente”.
Los ejemplos se vuelven más persistentes y tienen escala global pero también casos concretos en nuestro país, con referencias localizadas en donde se reiteran cíclicamente los mismos acontecimientos: incendios en el cordón andino de la Patagonia y en la serranía cordobesa; inundaciones en las localidades de montaña del noroeste argentino. Es por eso que los municipios, quienes son la primera red de atención y contención comunitaria tras tragedias climáticas o eventos provocados por la acción humana que perjudican a los ecosistemas naturales, comienzan a perfeccionar sus sistemas de respuestas ante estas situaciones. Entre las posibilidades que sugirió la WWA, se remarca la necesidad de mejorar los sistemas de alarma temprana y fortalecer infraestructura -principalmente las viviendas- para que resistan inundaciones y fuertes vientos. AreaUrbana consultó con dos intendentes que tuvieron experiencias recientes en tragedias, para así conocer sus metodologías de trabajo.
“Nosotros manejamos la información del Servicio Meteorológico y de la Defensa Civil Provincial. A partir de eso, armamos una mesa operativa con nuestro espacio local de Defensa Civil y los bomberos, con los que actuamos en comunicación continuamente. Los que están más capacitados, dirigen las operaciones para implementar un protocolo de acción inmediata”, explicó Luciano Vrancic, intendente de la localidad cordobesa de San Marcos Sierras, en donde enfrentaron un incendio y sus consecuencias en el invierno del 2024. Además, detalló que “el Municipio y Defensa Civil, por lo general, nos ponemos a disposición del trabajo de los bomberos -que ya tienen una línea de acción- y articulamos sobre todo si hay casos de evacuaciones o con los actores de la sociedad que colaboran. Por ejemplo, los prestadores de servicios turísticos ofrecen hospedajes para los evacuados”.
En la provincia de Buenos Aires, las inundaciones de marzo del 2025 en los partidos del sur provocaron una conmoción a nivel nacional y una fuerte respuesta de todos los órdenes del Estado. Coronel Rosales fue uno de los municipios afectados y su intendente, Rodrigo Aristimuño, detalló que “nosotros ya contábamos con una alerta y tuvimos un diálogo la noche anterior al epicentro de la tormenta. Ahí decidimos suspender las clases. Nunca es algo bueno de hacer, pero eso evitó una situación mucho más compleja. Para la mañana, cuando ya teníamos un impacto bastante fuerte de las tormentas, se activó el Comité de Crisis. Nuestro secretario de Seguridad coordinó dentro del cuartel de bomberos la reorganización del tránsito e iniciamos la articulación con la Policía Bonaerense y Federal por la participación de vehículos con la capacidad de involucrarse en áreas que estaban anegadas por la lluvia”.
El equipo interdisciplinario rosaleño, conducido por el jefe comunal, estuvo compuesto por las áreas de Seguridad, Defensa Civil, Desarrollo Comunitario y Salud, además de intervenciones de los Bomberos Voluntarios y la Armada Argentina. El intendente destacó que a diferencia de lo ocurrido con Bahía Blanca, “el agua corrió en cuatro horas, por lo que pudimos operar sobre los evacuados, las afectaciones en términos de infraestructura y el pavimento, pero al otro día el clima acompañó y ya teníamos a esos evacuados en sus viviendas”. A pesar de ese escenario, las primeras horas de actuación fueron de intensidad en la toma de decisiones: “Tuvimos una situación muy compleja en los 23 kilómetros de ruta que nos separan con Bahía Blanca, que resolvimos trabajando mancomunadamente. Nuestro servicio de agua depende de una planta de bombeo que está justamente en Bahía Blanca, así que contamos con colaboración de ABSA para llevar maquinaria e insumos potabilizadores, además de combustibles porque como se quedaron sin energía eléctrica no funcionaban los generadores. Entonces lo primero que tuvimos que hacer para no tener a la comunidad sin agua fue gestionar eso para alimentar las plantas de bombeo”.
El armado de equipos de trabajo no se circunscribe a las áreas comunales, dado que otros órdenes estatales entran en contacto con los distritos afectados, cuyas intendencias finalmente son las que fijan prioridades y aplican las medidas. En el caso de San Marcos Sierras, el aporte provincial llegó a través de recursos, insumos y la Dirección de Bosques, mientras que el nacional fue a través de guardaparques y de bomberos de la Policía Federal. “Coordinaron trabajos en los últimos días, sobre todo en lo que se conoce como ‘la guardia de ceniza’, que son varios días de vigilancia en los perímetros de donde hubo fuego y apagar las brasas de los troncos que quedan”, explicó Luciano Vrancic, que agregó que existió articulación con municipios vecinos “como parte de una relación continúa, por solidaridad y porque tuvimos incendios compartidos, entonces tenemos que compartir información y ayuda”.
En los acontecimientos de Coronel Rosales, Rodrigo Aristimuño enfatizó el apoyo del Estado bonaerense, además del de sindicatos y empresas, tanto para las gestiones que ayudaron a enfrentar el temporal como los aportes para los damnificados. “La primera respuesta rápida la pudo dar el municipio en función de las provisiones”, señaló el intendente de la comuna que tuvo más de 85 familias evacuadas en marzo de este año. En ese sentido, subrayó que “la asistencia posterior fue de una semana entera con más 1.500 colchones, 1.600 kits de limpieza, frazadas y zapatillas. Después continuamos entregando chapas”.
En San Marcos Sierras, una de las comunas cordobesas más afectados de las 16.000 hectáreas que se incendiaron en septiembre del 2024, “estuvimos durante 15 días continuamente evacuando personas hacia uno y otro lado, porque todos los días cambiaba el viento, que estaba muy fuerte y podía entrar por cualquier parte”, según detalla su intendente. Una vez controlado el fuego y agotado los focos ígneos, el municipio se focalizó en tareas de prevención de futuros incendios. “El 80% de nuestra población vive en el monte, en zona de monte nativo muy tupido. Entonces avanzamos con la limpieza alrededor de las casas y apertura de callejones donde de mínima pueda pasar una motobomba. Parecen cosas básicas, pero si no las trabajás ahora cuando llega el momento de la urgencia ya es tarde”, señaló Luciano Vrancic quien destacó a la comunicación directa con los vecinos como “una parte muy importante en los momentos de crisis, porque es necesaria la contención social en situaciones de mucha angustia, en las que vivimos una semana entera sin poder salir a la calle del humo que había, o la gente dejaba sus casas pensando que cuando volviera no iba a tener más nada”.
Asimismo, apuntó a dos líneas de trabajo posteriores a las quemas: “La recuperación de zonas de reservas naturales estableciendo senderos cerrados, porque si un lugar quemado es pisado por personas y animales no se le permiten a las especies rebrotar en el monte […] y un esquema de reservorios de agua, a partir de un sistema de riego por canales, y así saber dónde ir rápido a buscar para llenar un camión cisterna en caso de que haya que hacerlo”. El intendente mencionó otra situación que tienen que contemplar en el caso de los incendios: la intencionalidad humana. “Es bastante complejo, porque de alguna manera hay una cuestión cultural, sobre todo la gente que vive más en las zonas rurales porque hace unos años era costumbre quemar pastizales”, aseguró, pero manifestó que “se trabaja en la concientización continua y se establecieron sanciones severas, así eso se va reduciendo, sobre todo a medida que pasan las generaciones”.
El trabajo que se afronta en este momento en Coronel Rosales también apunta a la prevención y tiene como objetivo el desarrollo de infraestructura hídrica. Colectoras de líquidos cloacales, protección del médano costero, desagües pluviales y el dragado de los canales aliviadores, además de la repavimentación y reparación de la infraestructura de los comercios y el puerto, son algunas de las obras que se proyectan en el municipio para mejorar las condiciones ante eventuales tormentas futuras. “Esta coyuntura no es la más propicia para la obra pública, porque desde el Estado nacional está paralizada; pero tuvimos aportes del gobierno de la provincia de Buenos Aires”, señaló Aristimuño, quien planteó que “la recuperación de estructuras es sumamente onerosa y el Estado municipal no cuenta con esos fondos”.
Al aporte de otros niveles estatales se le suma un aliciente más al trabajo que puedan hacer desde las intendencias: el apoyo de los vecinos y la comunidad. En San Marcos Sierras, Luciano Vrancic reconoció “una gran red solidaria de todo el pueblo. Todo el mundo se puso a trabajar en algo. Hubo, por ejemplo, dos cocinas comunitarias durante los 18 días que duró el incendio funcionando las 24 horas para darle de comer a los bomberos que venían de todos lados y a la gente que bajaba y subía a la sierra para trabajar. Hubo grupos civiles, se organizaron también para hacer ropa o chicotes. Fue una gran organización espontánea y eso lo que queremos seguir trabajando para poder hacerlo lo más ordenadamente posible”. En el caso de Coronel Rosales, Rodrigo Aristimuño identificó “una comunidad muy solidaria y empática, porque nuestros vecinos se pusieron la camiseta para poder colaborar en lo que se necesite. La comunidad rosaleña tuvo un segundo temporal en un año y medio y aún así mantuvo la capacidad rápidamente de ayudar al otro. Yo lo celebro, porque queda demostrado una vez más que la gente es la que ayuda a la gente”.
Las experiencias recientes representan una demostración de la necesidad de contar con planes estratégicos para concretar pasos antes, durante y después de una tragedia. Además, se manifiestan como antecedentes de todos los aspectos que se ponen en juego ante temporales, incendios e inundaciones, que permiten focalizar tanto la infraestructura que debe ser resguardada estratégicamente cómo los mecanismos para preservar la integridad de la comunidad. Son, en primera instancia, el principal foco de las políticas municipales y los que precisan la información más detallada para conocer un modelo de actuación cuando se desata una crisis climática o ambiental. Existe otra evidencia también incuestionable: mientras los vecinos se mantengan a salvo, siempre quedará alguien dispuesto a asistir en medio de una tragedia.
Por Fernando Brovelli