Lucas Jolías, consultor y especialista en temas de tecnología, política y gobierno, explica cómo se puede modernizar un gobierno local con y sin presupuesto. Los errores más comunes, las redes sociales y el voto electrónico.
Si uno se acercaba a un municipio hace diez años y comenzaba a hablar de modernización o de ciudad digital, eran muy pocos los municipios que tenían el tema en la agenda. Quizás los pioneros eran Bahía Blanca, Junín, Mar del Plata o Tigre. Ellos fueron los primeros en implementar políticas de modernización, gobierno abierto o tecnología en general. Lo más común era que las áreas de sistemas sean simplemente un área de servicio técnico, que daba soporte a otras áreas, por ello casi siempre se encontraban dentro de las secretarías de hacienda municipal.
Con la creación de Ministerio de Modernización a nivel nacional, sucedieron algunos cambios que repercutieron “hacia abajo” e impactaron en los municipios. Básicamente se aceleró el proceso de instalar en la agenda municipal los temas tecnológicos, ya que un gran número de gobiernos locales han creado sus propias secretarías de modernización. La tecnología ya no es vista sólo como aquello que se ocupan “los de sistemas”, sino que forma parte importante de las gestiones de gobierno. El área de tecnología dejó de ser de soporte, sino que ahora piensa en políticas públicas. Se piensa en cómo mejorar los servicios y políticas con tecnología. Este es un cambio a nivel organigrama y de agenda de los municipios. La complejidad de los problemas sociales obliga a gestionar con información, datos y tecnología. Obviamente que la magnitud de la ciudad o municipios incide en los avances que se puedan realizar, por ejemplo, la Ciudad de Buenos Aires administra un nivel de complejidad muy alto con respecto al resto del país. Pero hay que romper el mito de que es sólo para las ciudades grandes, los municipios más pequeños también pueden aplicar modernización.
En los últimos años se ha dado un cambio de mentalidad, se hace más complejo gestionar sin información. Tradicionalmente los municipios no gestionan con información, sino por la percepción de los funcionarios. Tal vez reconocen cuál es su problema principal, pero nunca se sabe con certeza ni con indicadores. Por eso, de a poco, cada vez más municipios comienzan a preocuparse por tener información en tiempo real y tomar decisiones en base a eso.
La modernización no implica necesariamente tecnología, se puede comenzar por mejorar los procesos. Hacer una reingeniería de procesos no requiere ninguna inversión en tecnología, y sin embargo puede tener un impacto muy grande en mejorar el servicio al ciudadano. Es cierto que para cuestiones vinculadas a conectividad o infraestructura, es necesario invertir más presupuesto, pero comúnmente esas inversiones las lleva a cabo el Estado Nacional o Provincial. Pero vale la pena remarcar que la modernización y la innovación no es necesariamente una cuestión de presupuesto. Existen cientos de ejemplos de políticas innovadores que no implicaron grandes inversiones. Por ejemplo, en la localidad de Mercedes (Buenos Aires), la sensorización del Río Luján permitió que en la última inundación el municipio alertara a los ciudadanos con tres horas de anticipación que la ciudad se iba a inundar. Esa política, que tuvo un impacto importante en el vecino, fue impulsada por el equipo municipal y no implicó un gran gasto (cada sensor costó cerca de 7 dólares). Asimismo, las inversiones en tecnología tienen muchas veces un impacto positivo en la opinión pública. Por más que todavía no está comprobado su impacto en la prevención del delito, hoy nadie critica que se instalen cámaras de seguridad. Los temas tecnológicos cuesta mucho que ingresen en la agenda de los gobiernos, pero una vez dentro, es muy difícil dar marcha atrás. Un ejemplo de esto ha sido San Luis, cuando la provincia hizo el plan de conectividad e inclusión, los usuarios reconocían que era una inversión de cara al futuro.
A pesar que las acciones más relevantes en inversión de tecnología son aquellas de cara al ciudadano, es importante remarcar que sin inversión en infraestructura y en el “back office”, es muy difícil por escalar. Tal vez no sean las más importantes para un político, pero sin dudas son centrales para poder agilizar trámites y brindar nuevos servicios. Cuando una ciudad mejora sus trámites y servicios, los niveles de satisfacción de la comunidad son muy grandes.
Nota publicada en AreaUrbana 69