Qué recursos priorizar con una economía en baja

En medio de una fuerte caída de la actividad e incertidumbre económica, los municipios deben adaptarse al contexto. Aliarse a un presupuesto real, controlar los gastos y planificar al detalle, se presentan como las claves para una gestión inteligente de los recursos.

Lejos de los micrófonos varios Intendentes se quejan no sólo de la incertidumbre económica sino también del sistema en sí. “El municipio suele ser el último orejón del tarro, siendo la primera trinchera, el frente de batalla”, se suele escuchar. Más si provienen de una provincia como la de Buenos Aires, enorme en su extensión y que no proporciona una clara autonomía a los municipios, por lo menos en la parte administrativa y financiera. Un reclamo que últimamente, y de la mano de la recesión económica, volvió a escena. Hasta algunos vuelven a querer instalar otra vez el viejo proyecto de dividir la provincia en tres.

Pero más allá de cuestiones estructurales, la caída de la actividad se siente en las calles. “Cuando la economía no anda bien en los municipios se siente fuerte”… Esa máxima se repite, por lo general, de boca de los funcionarios locales, muchos de los cuales ven mermados sus recursos, a la hora de gestionar. Sea por un menor ingreso de fondos desde la Provincia o la Nación, o por la misma caída de la actividad, comercial o empresarial, que repercute en su recaudación, en momentos de crisis la gestión en los Gobiernos locales tiende a alterarse o a adaptarse para sobrevivir.

Más en un año con un cronograma electoral tan marcado como el 2019, en donde las tentaciones de gastos pueden, y habitualmente sucede, distorsionar los números. En ese marco, se presenta la disyuntiva: ¿cómo cuidar el equilibrio en la gestión, en paralelo a asumir la iniciativa y mostrar un rol activo, cuando los recursos escasean?

En principio, el contexto no ayuda. Los datos son evidentes, y vale la pena repasarlos para no perderlos de vista. En el primer cuatrimestre del año, la actividad económica registró una caída del 5,7% comparado al mismo período del año anterior, un año que ya había sido por demás malo en todo tipo de registros, mientras que la inversión real acumuló en los primeros cuatro meses del año una contracción del 15,3%, según datos de la consultora Orlando Ferreres y Asociados.

En tanto que la inflación, se sabe, tuvo un salto mucho más brusco en los últimos cuatro años. En lo que va del Gobierno de Mauricio Macri, el alza de precios acumulados fue del 200%, según señala el último informe del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano (UB). En 2016, la inflación fue del 41%, en 2017 se había reducido al 24,8%, mientras que para el 2018 trepó al 47,6%, y en abril de 2019 alcanzaba al 55,8% anual. “Se nota un desplome general del nivel de actividad, con sectores más golpeados que otros, por ejemplo, la industria manufacturera y el comercio, que se corresponde con una fuerte caída del poder adquisitivo de los salarios. Estamos en el peor de los mundos: una recesión con inflación, que erosiona el poder de compra de la población”, explicó a AreaUrbana Víctor Beker, Director del CENE.

Con este panorama, en primer lugar, tal como definen los funcionarios, se debe priorizar el orden interno, a nivel municipal, simplificando la gestión e invirtiendo en los recursos humanos: “valorizarlos y capacitarlos”. Otras claves pasan por manejarse siempre con un presupuesto, no hacer cosas improvisadas y trabajar en forma austera. “Trabajar con previsibilidad, tener una planificación estratégica y hacer obras que sean sustentables”, coinciden.

La gestión en tiempos de retracción económica no es una tarea sencilla. Pero surgen estrategias que bien pueden ser consideradas como novedosas, y otras, como básicas y fundamentales para estos tiempos, que pueden llevar a una gestión inteligente, basada en tres ejes: equilibrio interno de las cuentas, políticas activas para el municipio y obra pública. A nivel financiero, por ejemplo, se insiste en poner foco en el control estricto de los gastos operativos y garantizar la previsión para el pago de sueldos y gastos corrientes, como prioridad número uno. También, garantizar el pago en tiempo y forma a proveedores, para mantenerse al día, y también, por qué no, definir compras por concursos, para achicar gastos. Algunos también consideran las colocaciones en plazo fijo de recursos de libre disponibilidad, como una alternativa ante la volatilidad financiera.

Para José Luis Salomón, Intendente de Saladillo, la clave para una gestión en tiempos de contracción económica pasa justamente por la austeridad. Desde que asumió, hacia fines de 2015, decidió recortar gastos superfluos que no servían a la gestión en sí: eliminó los fuegos artificiales en las fiestas, los concursos de elección de las reinas jóvenes y adultas (además de por una cuestión de género, por el costo de los procesos), hasta los shows a gran escala en determinadas fechas festivas.

De ese tipo de medidas a otras más profundas como aumentar el salario del empleado público: “en cuatro años de gestión elevamos el básico del salario en más del 400% porque decidimos invertir en los temas importantes. Reivindicamos el salario y las jubilaciones”, comentó a AreaUrbana el Intendente, que, como estrategia coyuntural, enfocó sus prioridades en el control del gasto de forma tal que se prioricen el pago de sueldos y el pago a proveedores, a no más de 90 días.

 

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José Abel Autor

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