En Virrey del Pino, una de las tantas localidades del municipio más extenso del país, Mercedes-Benz tiene no solo su centro industrial, sino también la escuela de acceso gratuito Fundación Fangio, en la que se forman técnicos electromecánicos.
Con más de 60 años en el país, la presencia de Mercedes-Benz en la localidad de Virrey del Pino, en el extremo oeste del municipio de La Matanza, es particularmente importante y especial: además de contar allí con un centro industrial, en el que se fabrica hace más de 15 años la emblemática Sprinter, se encuentra también en la zona la Escuela de Educación Técnica Fundación Fangio, la única privada y gratuita de la Argentina.
La escuela más de 50 años de historia, ya que Mercedes-Benz la fundó tan solo 11 años después de instalarse en La Matanza. La compañía invierte alrededor de cinco millones de pesos al año en su mantenimiento.
Al momento de ponerse en marcha el proyecto de la escuela técnica, se creó en el kilómetro 43 de la Ruta Nacional 3 -que atraviesa todo el partido de La Matanza– un polo educativo con espacio además para una escuela pública primaria con capacidad para 2200 alumnos, y una secundaria, también estatal, para mil estudiantes. Ambos establecimientos siguen funcionando. Junto a ellos se instaló la escuela técnica de Mercedes-Benz, a la que hoy asisten 216 chicos. “No solo apuntamos a la formación académica y técnica, sino también humanística; a brindar como institución un acompañamiento integral, con un enfoque anclado en valores como el respeto, la integridad, la disciplina y la pasión, que están enraizados en la cultura de Mercedes-Benz”, explica la coordinadora de Responsabilidad Social Empresaria de la firma, Josefina Furlong.
Josefina va una o dos veces por semana a la escuela, ya que es el principal proyecto de RSE de la compañía en el país. “Desde allí construimos toda la relación con la comunidad de Virrey del Pino”, destaca.
A su vez, hablar de la escuela Fundación Fangio supone pensar también en la movilidad social ascendente. El carácter gratuito de la institución implica no solo que el estudiante accede sin tener que abonar un arancel, sino que además recibe sin cargo el desayuno, el almuerzo, el uniforme y los materiales necesarios para sus prácticas de taller.
Asimismo, se analizan los casos particulares de alumnos que viven lejos y tienen dificultades para movilizarse, en cuyo caso se subsidia el transporte, un beneficio que ya existe para los empleados de la empresa.
La escuela tiene en total siete años de formación, aunque los dos últimos son optativos. Luego del quinto año, los chicos deciden si egresan como bachilleres o si continúan con la tecnicatura en electromecánica, para la cual se cursan sexto y séptimo. En ese nivel de aprendizaje, el alumnado realiza horas de taller en la escuela y también prácticas profesionales en el centro industrial. Los estudiantes almuerzan todos los días en el comedor, conviven con empleados en ambiente de fábrica, y adquieren nociones de cuidado del ambiente, higiene y seguridad, relaciones laborales y derechos humanos: “Nos interesa que conozcan, más allá de que en el futuro trabajen en Mercedes-Benz o cualquier otra empresa, cuáles son sus derechos”, precisa Furlong.
Para ingresar a la Fundación Fangio se debe realizar un examen de ingreso, cuyos niveles de exigencia se bajaron un poco en los últimos años. Una vez que los chicos comienzan a cursar sus estudios, las autoridades y el cuerpo docente de la institución procuran garantizar un seguimiento constante de cada alumno, en conjunto con las familias. “Es fundamental el compromiso de los padres, ya que ayuda a que no haya deserción escolar”, indica Furlong, quien destaca, a la vez, que ambos entornos -el de la familia y el escolar- apuntan a que cada estudiante forje la idea de auto-superación. Y, en línea con ese seguimiento, la idea es crear la sensación de familia dentro de la escuela. “También es cierto que hay casos de familias en los que el nivel de formación que reciben los chicos en la escuela técnica supera al del hogar. Y el hecho de brindar educación a chicos provenientes en muchos casos de sectores vulnerables y de realidades difíciles hace que haya quienes en la escuela se sienten más protegidos.
La satisfacción para nosotros es que no quieren faltar: hay un nivel muy alto de asistencia y de llega a horario”, reconoce la titular del área de RSE.
En lo que hace a infraestructura, la institución cuenta con un salón de actos para 700 personas, que lo convierte en uno de los auditorios más grandes de la zona; un taller de trabajo con todos los elementos necesarios, donde los chicos reciben su propia caja de herramientas, que utilizan y luego serán empleadas al año siguiente por otros alumnos; dos aulas de laboratorio; un centro de educación física, con canchas de fútbol, de atletismo, pileta y quincho; y una huerta, próxima a ser inaugurada.
Nota publicada en AreaUrbana44