Riccardo Marini es el director para Copenhague de la prestigiosa y mundialmente reconocida consultora de arquitectura y urbanismo Gehl Architects, originaria de Dinamarca y con presencia en San Francisco y Nueva York. Recientemente, estuvo en el municipio bonaerense de Tigre, donde desde la firma brindaron asesoramiento.
Con la idea de generar cambios en su estructura urbana y de promover nuevas ideas para el espacio público, hace poco se llevó adelante en Tigre -provincia de Buenos Aires- el programa de talleres “Ciudades para la gente”, junto a la Fundación Metropolitana y al prestigioso estudio de arquitectura y urbanismo Gehl Architects, fundado en Dinamarca. El programa planteaba el objetivo de revitalizar las 32 manzanas ubicadas en el casco histórico de la ciudad, que comprende el distrito Tigre Sur.
AreaUrbana dialogó con el director de Gehl Copenhague, Riccardo Marini, quien se refirió tanto a la experiencia desarrollada en el partido de la zona norte del Gran Buenos Aires, como a los distintos modelos de ciudad existentes y posibles.
¿En qué consistió el trabajo realizado en Tigre?
Estuvimos haciendo una pequeña intervención para la Municipalidad. Pequeña en cuanto a tiempo. La idea era mostrar un modo diferente de acercamiento, un modo particular de planear la ciudad. De la ciudad existente. El enfoque plantea el involucrar de la comunidad: eso incluye a la comunidad de negocios, a la administración pública, a la sociedad en general. Es difícil involucrar al turista, pero creemos que es necesario tratar de alcanzar un entendimiento de por qué la gente visita un lugar determinado. Así que el modo en el que nosotros miramos esta pieza de trabajo es una aventura mucho más larga, nosotros fuimos parte de la etapa número uno pero debe continuar. Y este camino no es necesariamente uno que requiera del trabajo de Gehl Arquitects. Tratamos, en un período corto de tiempo, de dar herramientas a la gente y un modo diferente de pensar sobre el futuro de su territorio. Lo que es fundamental y muy positivo en todo esto es que son ideas generadas por gente de Tigre por los problemas que ellos han diagnosticado. En ese sentido, quiero destacar que nos definimos como una compañía muy sensible a las realidades del imperialismo de la cultura: no estamos de ninguna manera de acuerdo con la idea de exportar ideas desde el norte de Europa e imponerlas en otros lugares del mundo. Nuestro método de trabajar se da esencialmente sobre la co-creación pero siempre con la idea de ser críticos y de buscar la comprensión de lo humano en cada sitio.
¿Cómo describen la filosofía y el espíritu de Gehl?
Lo que hay detrás de nuestra labor es increíblemente simple: hablamos de la escala humana. Y vemos en todo el mundo desarrollos que tienen expectativas de vida muy cortas porque no comprenden esa escala. El modo más sencillo de explicar esto es que vemos desarrollos diseñados para hacer la vida del auto más fácil, por ejemplo. Entonces, se ven geometrías simples para los vehículos particulares, tecnologías para facilitar viajes en autos, pero cuando vemos los lugares en los que la gente quiere pasar el tiempo, en general se trata de los sitios históricos de las ciudades. Ello se advierte y replica en Buenos Aires, en París y en Milán. Los centros históricos no han sido diseñados para los autos, pero los autos están presentes. Lo que nosotros hacemos es ayudar a transformar los lugares para que recuperen la escala humana. En nuestra página, gehlarchitects.com, hay una pequeña película que narra la historia de Jan Gehl, el comienzo de todo lo que hacemos, solo toma un minuto verlo (ver Un camino de décadas).
¿Qué información acerca de las problemáticas de Tigre? Es un municipio con numerosos barrios cerrados y que sufre inundaciones con frecuencia.
En relación a los barrios cerrados, debo decir que nunca estuve en uno. Sí caminé por el corazón de Tigre, el año pasado estuve aquí, y además pasé tiempo en Vicente López y en la capital, la ciudad de Buenos Aires. En algún punto entiendo la preocupación de la gente, que a su vez es empleada como lógica para desarrollar barrios cerrados. La triste realidad es que ese tipo de urbanizaciones no solo no resuelven el problema, sino que de hecho lo potencian. Y también hay crímenes dentro de los barrios cerrados, a veces incluso propiciados por integrantes de esas comunidades. Sucede como en otros lugares. Uno de los temas principales en torno a este tema es el desequilibrio entre aquellos que no tienen nada y aquellos que, al menos en la superficie, parecerían tener todo. Cuando uno ve las cosas que suceden a cada lado de los muros, se da cuenta de que eso genera mayor tensión. Los extremos no son buenas respuestas, el desafío pasa por buscar una visión común e inclusiva. Se puede contemplar que la gente con buen poder adquisitivo aspire a vivir cómodamente, pero también es imperioso dar acceso a todos para que puedan mejorar su calidad de vida.
Nota publicada en AreaUrbana 54