Cómo mejorar la calidad de vida en las comunidades rurales

Por FLORENCIA BORRILLI

Esta vez nos sumergimos en las regiones menos visibles de nuestro país para contar cómo se trabaja en ellas y qué ayuda reciben sus habitantes. Para ello entrevistamos a Patricio Sutton, Director Ejecutivo de Red Comunidades Rurales y ex director en la Fundación Cruzada Patagónica. 

Patricio Sutton estuvo ligado al sector social desde muy joven. A los 19 años empezó como voluntario en Fundación Vida Silvestre Argentina donde trabajó por 16 años y finalizó siendo uno de los directores. Más tarde fue director de la Fundación Cruzada Patagónica, donde profundizó en temáticas educativas y de desarrollo comunitario. Cuando surgió el desafío de Red Comunidades Rurales no dudó en avanzar hacia algo nuevo.

¿Cuál es la misión de la Red Comunidades Rurales?

Surgió como inquietud y preocupación de un grupo de personas. Hace 15 años veíamos que había un desbalance muy grande en inversión social en contextos rurales de Argentina. Y pensamos que en lugar de crear una organización social más, hacía falta unir a las personas que tenían la misma preocupación sobre el desarrollo comunitario. La misión consiste en conectar a personas en situaciones críticas con individuos que están en distintos sectores sociales y que tienen grandes aportes para realizar. Queríamos facilitar la conexión sin importar de qué sector social son, en qué parte del mundo están o qué ideología defienden. Así surgió la red, y desde hace 15 años que nos funcionamos desde el marco legal de Argentina como una fundación.

¿Qué aporte hace la Red a las comunidades rurales?

La Red tiene una lógica de acompañamiento e intervención. Más que tener proyectos, que los tiene, establece lazos con los referentes de la comunidad, sean caciques, artesanos, líderes o maestros. Desde ahí construimos un fuerte lazo. Las redes tienen que ver con eso. Intercambiamos experiencias y saberes de cada uno: ahí está la riqueza. Un grupo de gente preocupada recibe de la Red asesoramiento y escucha atenta. Esto lo aprendimos de las comunidades aborígenes. Ellos son más respetuosos de la escucha atenta, no tienen nuestro acelere. Luego hay algo que hemos difundido, incluso en talleres, que es la inteligencia comunitaria. Nos gusta la manera en que ellos piensan en y para la comunidad, donde no existe tanto el sentido individualista. Si bien todos queremos desarrollarnos como seres humanos, hacemos el ejercicio de pensar entre todos.

¿Qué porcentajes existen hoy de comunidades rurales en el país?

En Argentina hay prácticamente un 8% de población rural en todo el país. Se ha ido achicando con el tiempo a raíz del crecimiento sistemático de las ciudades. A partir del 2007 más de la mitad de la humanidad solo vive en ciudades. Argentina ya lo había pasado tiempo atrás. Nuestro país concentra su población en muy pocos lugares. Si observás un mapa de Buenos Aires, prácticamente se está uniendo a La Plata y Rosario. Es decir, en una línea de 300 km en algunos años más vivirá la mitad de la población del país. El desbalance influye en el desarrollo humano. Argentina podría tener un desarrollo más estratégico y mucho más humano, sostenible, con economías regionales más fuertes y mejor conectadas.

¿Quiénes forman parte de la red?

Somos un montón de personas de distintos sectores sociales. Tenemos un consejo de administración voluntario del cual yo soy director ejecutivo. Contamos con poco personal contratado, unas 3 o 4 personas, que varía dependiendo el programa que se ejecute. Pero en la Red somos alrededor de 600 personas desde Tierra del Fuego hasta Jujuy, y también hay voluntarios en 45 países del mundo; entre ellos, España, Francia, Italia, Gran Bretaña e Irlanda.

¿Cuáles son las características de una comunidad rural y cuáles sus necesidades a cubrir?

Hay una definición de INDEC que dice que “toda población rural es aquella que tiene menos de 2.000 habitantes”. Luego hay una forma de clasificarlas que es por población rural agrupada en comunidades o dispersa. Estas son definiciones más técnicas a nivel estadístico. Ahora bien, una comunidad rural varía según su territorio que puede ser muy diverso. No es lo mismo una en medio de la llanura pampeana que en la Patagonia, no es lo mismo una que está aislada en medio de El Impenetrable que una ubicada a 20 km de una ciudad que dispone de todos los servicios. Estos factores hacen que las condiciones de vida y las oportunidades de desarrollo varíen. Nosotros trabajamos con las más críticas, cuyos indicadores de desarrollo urbano están bajos, es decir, con las que no pueden acceder a cuestiones básicas como salud, trabajo y educación. Siempre pongo este ejemplo: hay un mapa de calidad de vida en Argentina, donde se puede observar cada departamento con una intensidad que va desde el verde oscuro (mejor calidad de vida) al rojo intenso (peor calidad de vida). Al mirar ese mapa, empezás a ver lo despareja que es la situación según cada región. En el NEA y NOA son todos rojos, eso marca que la calidad de vida de las comunidades en esos lugares son críticas. Todos tenemos los mismos derechos por ley, pero no las mismas oportunidades para ejercerlos. Cómo acercamos oportunidades a esas personas /comunidades que injustamente no la tienen, ese es nuestro mayor desafío.

¿Qué inversiones efectúan en infraestructura rural?

Como toda organización social, tenemos claro que no vamos a poder cubrir lo que tiene que cubrir una política pública, pero sí hacemos gestos concretos en circunstancias que hacen que un proyecto de desarrollo comunitario se concrete. Generamos procesos escalables a nivel de política pública. Que el Estado pueda ver buenas prácticas que sean llevadas a una escala mayor. Concretamente, la Red nació hace 15 años con un desafío preocupante que es el acceso a la escuela secundaria. En el ámbito rural es mucho más difícil acceder. Los chicos a veces tienen la escuela más cercana a 70 km. Si a eso lo cruzás con indicadores de desarrollo humano difícil, es un desafío para las familias que sus hijos puedan cursar el secundario. Nosotros llamamos la atención a través de la opinión pública para visibilizar la situación; y damos ejemplos. Reunimos aportes para ayudar a construir el primer colegio secundario de montaña creado por Fundación Alfarcito, en Salta. Conseguimos donantes en Holanda y aportamos un tercio del valor de esa escuela a través de un puente. En medio del Chaco Salteño construimos una sala de informática enorme con aportes de empresas que donaron computadoras y conexión satelital. Sus habitantes se acercaban a la plaza para absorber internet de la escuela, fue todo un suceso. 

¿En qué municipios están trabajando actualmente?

La Red mira con especial atención  las zonas que menos acceso tienen a oportunidades. Ese rojo intenso, los departamentos provinciales, es a donde apuntamos. Trabajamos con intensidad en el NEA y NOA argentino. También están Cuyo y Patagonia con indicadores bajos. En la medida de lo posible, los contemplamos en acciones de la Red. Y luego hay programas para trabajar transversalmente. 

¿Cuáles considera que son las provincias del país que más ayuda necesitan?

Dentro de NEA y NOA, provincias como Corrientes tienen grandes áreas con situación de pobreza extrema, parte de Entre Ríos, el norte de Santa Fe, buena parte del Chaco, casi toda Formosa y el Chaco Salteño tiene situaciones muy graves. Ha habido denuncias por problemas de desnutrición infantil, sobre todo en zonas como Santa Victoria Este. Esas regiones las hemos recorrido y son zonas que parecen países africanos de situaciones más complejas. No estamos muy lejos de esos contextos. Uno tiene instalado el imaginario del campo como lugar productivo y que aporta recursos, y si bien es cierto; a la vez los campos presentan situaciones tensas, injustas y malas condiciones de vida, como falta de agua potable, acceso a la salud y a la educación.

¿Cómo financian los proyectos?

La Red se financia con el aporte de los fundadores, que somos 6. Asimismo, cientos de personas realizan aportes individuales en forma mensual o anual, y algunos financian proyectos. También hay empresas que tienen un buen perfil socioambiental que aportan, y agencias de cooperación y organismos internacionales como PNUD (Programas de Naciones Unidas para el Desarrollo), la Unión Europea y la Interamerican Fundation. 

¿Cómo es la articulación con la esfera estatal para visibilizar estas experiencias?

La escala que tiene una organización social siempre va a ser pequeña en su impacto, pero es interesante para que el Estado tome ciertas herramientas y las lleve a una escala mayor. Lo positivo es que nosotros tenemos independencia para trabajar. El Estado no nos provee fondos, ni nosotros se los pedimos. Eso lo logramos diversificando las fuentes de ingreso. Nuestro rol es articular los esfuerzos con el Estado, pero con independencia. Entonces cuando necesitamos marcar errores o deficiencias, tenemos cómo hacerlo. Por ejemplo, tenemos convenios con ministerios de educación, desarrollo o ambiente de distintas provincias, pero no por eso nos privamos de develar si encontramos algún punto crítico. Por citar un caso, creamos una plataforma que se llama Acanohayinternet.org y mapeamos de forma colaborativa con distintos individuos las zonas donde no hay acceso. Eso tuvo su incidencia en los medios y luego llegará la esfera estatal. La pandemia dejó un abismo en la accesibilidad.

¿Qué proyectos puntuales están llevando adelante?

La crisis generó una respuesta muy rápida en la Red. En febrero de 2020 nos reunimos con el equipo porque veíamos la crisis socioeconómica y ambiental compleja que se acercaba, y concentramos los esfuerzos. Teníamos muchos programas, proyectos y actividades y los concentramos en pocas líneas de trabajo. Una fue hacer articulación con otras organizaciones, el proyecto se llama Niyat, que no lo lideramos, pero fuimos parte de su génesis. Trabaja el acceso a derechos de poblaciones originarias en el Gran Chaco (Salta, Formosa y Chaco). Nuestro rol es trabajar con los docentes en la conformación de una red de educadores. Para muchos chicos el castellano es una segunda lengua e implica un gran esfuerzo para ellos. No es lo mismo lo que entiende un pueblo aborigen en cuanto al rol de la educación que lo que entendemos quienes venimos de Occidente. Por eso estamos avanzando con un programa de tres años para crear aprendizajes en conjunto para estas comunidades. Otra fue repensar nuestro rol y cómo potenciarlo. Acceder a recursos es complejo para estas comunidades, sobre todo al estar en crisis. De hecho, muchos organismos redujeron sus aportes por la crisis, y las empresas también disminuyeron sus aportes económicos que volcaban en cuestiones sociales. Esto marcó una situación crítica. Entonces decidimos hacer un Banco de Proyectos.

¿De qué se trata la iniciativa Banco de Proyectos Comunitarios Rurales?

Este Banco es un espacio para actuar, desarrollar acciones concretas, que no solo será un banco de recursos económicos, sino de saberes, experiencias y conocimientos para el desarrollo. También donaciones en especies y servicios. Habrá, por ejemplo, abogados que colaboran con aspectos legales; y así como éste, perfiles de todo tipo. Generamos alianzas con organizaciones destinatarias del Banco y con aliados colaboradores donde hay empresas de primer nivel, como Price Waterhouse (PwC) que donan horas para este proyecto. PwC nos ayudó con la transparencia de los procesos. Lo mismo sucedió con desarrolladores informáticos del programa Force for Good, quienes durante 8 meses nos ayudaron a diseñar la plataforma informática. Donaron tiempo y calidad humana, dedicando 4 horas por persona y por semana. La agencia Wunderman Thompson también colabora en el desarrollo estratégico de la comunicación, así como Globant participa con un grupo de especialistas en temas de sostenibilidad. 

 

¿Qué programas son los que están activos actualmente?

El proyecto Niyat que es una palabra en lengua Wichi que significa “el que lidera”, que tiene muchos objetivos, nosotros estamos con educación intercultural y comunidades de aprendizaje. El Banco de Proyectos Comunitarios Rurales que es el mascarón de proa del trabajo de la Red para los próximos años. El Banco trata proyectos socio-ambientales, como captación de agua de lluvia, producción agroecológica, artesanías, producción de miel, acceso a internet, etcétera. Luego está el programa Que los libros vayan al bosque, que consiste en colgar libros de los árboles con el objetivo de incentivar la lectura de los niños en las escuelas rurales. La educación para el desarrollo comunitario es un foco importante. Y hay una iniciativa muy fuerte -por ahora suspendida- que es el Encuentro Global de Fútbol Comunitario Rural extendido por todo el mundo. Más de 60.000 personas participan anualmente, entre hombres y mujeres. Esta iniciativa nació en Salta, en medio de la selva, resultado de observar en el recreo cómo jugaban chicos y chicas. Es una celebración, por eso la palabra encuentro. El juego es la excusa para que la comunidad piense qué puede hacer para mejorar. La Red luego conecta las necesidades y personas mediante un encuentro virtual.

En Salta, en medio de la Quebrada, a 4.000 metros de altura, los pobladores notaron que no disponían de un camino de 7 km en el caso de que necesitaran que ingresara una ambulancia a su paraje. Y lo construyeron a pico y pala. Esa fue una acción comunitaria que ellos mismos absorbieron. “Hay que hacer con lo que uno tiene a mano”, ese es nuestro lema. Tiene que haber alegría, autodeterminación, aprendizaje y motivación. 

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José Abel Autor

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