El rol fundamental del cooperativismo bonaerense

Hace 40 años, en Juan Bautista Alberdi, partido de Leandro N. Alem ubicado en la provincia de Buenos Aires, empezó un sueño: cambiar la calidad de vida de la gente que habitaba el pueblo. Fue por eso que se creó la Cooperativa Copsa LTDA para ayudar a los habitantes a tener los servicios básicos de agua potable y gas que le permitieron a la comunidad integrarse a una sociedad más justa. Lo mismo sucedió en Bayauca y Bermúdez, donde los vecinos unieron fuerzas allá por 1968 para llevar la energía eléctrica a sus hogares y con el tiempo instalar otros servicios.

La necesidad de acceder a una mejor calidad de vida lleva a los pueblos y ciudades de menor envergadura a fundar este tipo de cooperativas gestionadas por un consejo directivo de su misma comunidad. Así, sus habitantes pueden proveerse de una amplia gama de servicios que de otro modo no tendrían por un sinfín de razones. Este tipo de asociaciones no tienen fines de lucro, son entidades solidarias que buscan el bien común, sin perseguir beneficios económicos, sino simplemente cubrir necesidades.

En Juan Bautista, por ejemplo, la cooperativa local provee de distintos servicios a sus casi 3.000 habitantes, quienes mejoraron su nivel socioeconómico a partir de la creación de este emprendimiento cuya gestión fue “a pulmón”. “Del Estado recibimos una ayuda que es un fondo no reembolsable, los aportes patronales suman 400 mil pesos por mes”, dice Rubén López, presidente de Copsa LTDA. La asociación autónoma provee agua corriente y envasada con reparto de puerta a puerta, gas por cañerías, internet y telefonía por una tarifa mensual que pagan sus socios.“La cooperativa tiene más de 40 años, con más de 3 mil socios. Estamos asistiendo a la gente en la red de agua potable, agregando más servicios. En Alberdi hay casi 1500 viviendas y casi todos trabajan con nosotros en casi todos los servicios porque se necesitan”, agrega.

Hoy suman a su repertorio de servicios, las ambulancias, banco ortopédico, dadores de sangre por grupo familiar, donantes de órganos y servicios fúnebres, por un costo mínimo para los afiliados. Hace 15 años la cooperativa instaló en la localidad la red de gas por cañerías que posibilitó un cambio en la calidad de vida de sus pobladores. “Acá, la única forma de calefaccionar tu casa es usando leña o combustible y el costo es mucho mayor. A partir de la instalación la gente fue haciendo los números y trató de hacer la conexión del gas en su casa. Todos los meses aparecen conexiones nuevas, entiendo que puede ser demasiado costoso para la gente, entonces, un año hace una parte y otro año hace otra”, señala.Hoy solo un 15% de la población no lo tiene, pero lo intentan.

La cooperativa trabaja como cualquier empresa prestadora de servicio. Hace la instalación de la red de cañerías, en caso de que no la haya. Además, cada usuario cuenta con su medidor y se conecta a la red que pasa por la calle. En caso de que no estén pagados los metros de frente, señala López, el propietario interesado tiene que hacerlo a través de la cooperativa. “Nosotros ponemos la cañería por la que se paga $50.000 para una casa chica, más el gasista matriculado. Cuando trabajamos con casas más grandes hay que sumarle el termotanque”, ejemplifica.

Con los nuevos cambios sociales y la tecnología también llegó una demanda de la sociedad: integrarse a ese mundo nuevo que para la mayoría de la gente forma parte de la vida misma. Así fue como surgieron nuevos pedidos para acercarse un poco a la realidad a través de la televisión. A través de los programas de Arsat y Enacom, muchas de estas empresas pueden hacer el despliegue de fibra óptica y brindar servicios de calidad en internet y Televisión Local Cooperativa y Telefonía donde las grandes empresas prestan un servicio deficiente.“Los nuevos y últimos servicios se dieron por pedido de la gente. Con la televisión todavía no llegamos a ningún acuerdo. Ya anunciamos al pueblo que vamos a instalar fibra óptica sin ningún costo. Por ahora, solo nos quedan cerca de 100 casas para conectar”, sostiene. Una compañía prestadora de servicio cobra alrededor de 10 mil pesos por estos trabajos.En este caso el valor lo absorbela cooperativa.

Las necesidades que aquejan a los habitantes de la localidad también los han llevado a plantearse la importancia de la mano de obra calificada para atender las urgencias de la gente. También, con estos emprendimiento y la capacitación se evita el desarraigo de muchos jóvenes por falta de trabajo en los pueblos. “Nos piden cursos para jóvenes, para gente de mediana edad. Hoy estamos evaluando la implementación de cursos de gasista, electricista, mecánico y herramientas agrícolas para tractores y cosechadoras”, comenta. Estos son los oficios que la gente reclama por falta de mano de obra calificada. También nos piden médicos profesionales, que esa asistencia la brinda otra cooperativa y de eso también se encarga la municipalidad. Anteriormente, la cooperativa brindó servicios de asistencia en tecnología y cursos de computación para sus habitantes.

BAYAUCA Y BERMÚDEZ

En línea recta, Bayauca está a 267,83 km de la ciudad de Buenos Aires. Es un pueblo detenido en el tiempo, en el partido de Lincoln, donde funciona la Cooperativa Eléctrica Urbana y Rural que lleva el nombre de la localidad y que también atiende las necesidades de la población de Bermúdez. Son 40 kilómetros los que separan una de la otra por camino de tierra, y cada vez que un usuario reporta alguna falla en el servicio, uno de los cuatro técnicos que tiene la cooperativa tiene que hacer el largo recorrido para reparar el daño.

La Cooperativa nació en 1968 por una necesidad básica de la sociedad de ambas localidades que se unieron para instalar energía eléctrica, ya que ninguna podía gestionarlo de forma autónoma. Actualmente cuentan con 150 usuarios a quienes les proveen la energía eléctrica y tienen 300 km de líneas rurales. “Tenemos que recorrerlas y darles mantenimiento a todas. Estamos haciendo cambios en la postación, pasando la de madera a cemento para mejorar el alumbrado público. No es fácil, ya que arriba de cada poste va una cruceta que demanda una tarea importante”, relata Osvaldo Petrone, presidente de la Cooperativa. Apenas una pequeña parte de lo que está destinado a la obra -como cablería- sale de fondos de Estado.El resto es aporte de la cooperativa.

Estructuralmente, la cooperativa está adecuada al tamaño de ambos pueblos. “En 1995 hicimos los trabajos, a pala y punta, para poner el agua con medidor en la comunidad. Además, tenemos una pequeña sala velatoria, donde nos obligan a todas las cooperativas de Lincoln, que somos 8, a vender emplazamientos”, asegura. La cooperativa también tiene “otro caballito de batalla”.

En 1997 cerró el correo argentino en la localidad, por lo que hicieron la tramitación de la oficina postal y así pudieron conseguir que les entregaran las cartas de los vecinos a quienes se las reparten de forma gratuita en sus casas. En 2017 fundaron Buenos Aires Gas, una iniciativa para proveer gas a la gente. Llevaron adelante la obra de gas natural en una población cercana a las 200 casas. En este momento 160 ya disponen del serviciograciasal esfuerzo de la cooperativa. Las instalaciones fueron gratuitas con la ayuda de la municipalidad. “Esto nos mejoró la calidad de vida en un 100%, aunque reconocemos que los años van pasando y todavía hay mucho por hacer”, remarca.

A lo largo de los años y ante la urgencia para mejorar algunas situaciones como inundaciones, caminos rurales, reparaciones y bacheos, la cooperativa se fue haciendo de maquinaria pesada, indispensable para urgencias. “La cooperativa nos pertenece a todos. Somos 400 socios en el cooperativismo. Un socio es un voto. Hace 20 años que no le cortamos la luz a nadie por falta de pago. Si hay un usuario que se atrasa, voy a su casa, golpeo su puerta y le digo: ¿Qué pasa? y vamos conversando”, comenta.

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José Abel Autor

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