Bárbara Gasparri es Licenciada en Gerenciamiento Ambiental y tiene una Maestría en Gestión de Áreas Naturales Protegidas Y Desarrollo Ecorregional. Siempre amó las Ciencias Naturales y tuvo facilidad para la materia. Desde el año 2016 Bárbara es miembro de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Actualmente se desempeña como Subdirectora de Ecología y Conservación de la Biodiversidad en la Municipalidad de San Isidro, Buenos Aires.
Lleva publicados 10 libros y varios artículos científicos e informes técnicos de esta especialidad. Desde 2011, es editora de la revista científica Nótulas Faunísticas. Realizó estudios complementarios en liderazgo, coaching ontológico y transaccional y programación neurolingüística.
En sus inicios comenzó estudiando Biología y terminó dedicándose al Gerenciamiento Ambiental. Se postuló para ser voluntaria en la Fundación Azara y en esos recorridos por las reservas con la entidad, descubrió su pasión: “’De todos los problemas ambientales que hay lo que no tiene solución es la extinción’, me dijeron y eso me quedó en la cabeza”, expresó a AreaUrbana en una entrevista que dejó muchas reflexiones.
Un reciente estudio de la Fundación Azara -entidad civil fundada en 2000, sin fines de lucro, que apoya al desarrollo del conocimiento científico y la conservación del patrimonio biológico y cultural de la Argentina- llegó a la conclusión de que sólo 36 de los 135 municipios de la provincia de Buenos Aires cuentan con una reserva natural municipal.
Son 29 municipios cuentan con solo un área natural protegida (Adolfo Alsina, Bahía Blanca, Berazategui, Bragado, Escobar, Gral. Alvarado, Ituzaingó, La Costa, La Matanza, La Plata, Las Flores, Lomas de Zamora, Luján, Magdalena, Moreno, Morón, Pilar, Ramallo, Roque Pérez, San Antonio de Areco, San Miguel, San Nicolás, San Pedro, San Vicente, Tandil, Tres Arroyos, Vicente López, Villa Gesell y Zárate), 6 cuentan con dos (Avellaneda, Baradero, Gral. Pueyrredón, Puán, Quilmes y Villarino) y 1 cuenta con cinco áreas naturales protegidas (San Isidro). Como criterio para realizar el relevamiento se incluyeron las áreas naturales protegidas que al momento del trabajo estaban formalmente creadas por una ordenanza municipal.
Sólo San Isidro, Baradero y Adolfo Alsina cuentan con una ordenanza y crean el Sistema Municipal de Áreas Naturales Protegidas. Figura importante para dar un paso más allá en la reserva natural. Y la pregunta es, ¿cómo pueden avanzar el resto de los municipios?
En la presentación de su informe, Bárbara Gasparri expresó que “es necesario revalorizar el rol que cumplen estas pequeñas reservas para la conservación de las singularidades de cada municipio, que mayormente en el sistema provincial y el nacional pasan desapercibidas” y destacó que “las áreas protegidas municipales son una oportunidad para que los gobiernos locales incorporen en su agenda política la conservación de la biodiversidad y el desarrollo local”. En un mano a mano con ÁreaUrbana, brindó detalles de un tema fundamental para que los municipios tengan presente.
¿Cuál es la conclusión a la que se llegó con tu investigación?
Que sólo 36 de los 135 municipios tengan al menos una reserva ecológica es muy poco. Desde la fundación tratamos y hasta Claudio Bertonatti escribió un libro llamado “Una reserva natural para cada ciudad”, especialmente sobre este tema, recomendando que cada ciudad tenga al menos una reserva. Si cada municipio del país pudiera tener al menos una reserva lo que se aumentaría la superficie de conservación sería un montón y súper importante, especialmente para la principal función que tienen las áreas protegidas municipales que es la educación ambiental: para que la tengan los colegios, por ejemplo. Mucha gente no se puede movilizar a un parque provincial o nacional, tener dentro del municipio una reserva ecológica aporta a la educación ambiental y también lo que aporta mucho es que los sistemas nacionales y provinciales tengan áreas protegidas de mucha superficie. Si cada municipio crease su propia reserva ecológica podría conservar la singularidad local: en una ecorregión hay mucha diversidad -el norte de Buenos Aires no es lo mismo que el Centro, Sur, Este u Oeste- entonces conservaría sus pequeñas diferencias que hay dentro de un mismo ambiente. En La Pampa, en El Chaco seco, en la selva misionera tienen sus diferencias. Lo mismo pasa con todos los tipos de ambiente del país. Conservar lo que lo hace distinto a ese lugar.
¿Envían proyectos especiales a los municipios para que tengan presente estas cuestiones?
-El objetivo de la fundación es tratar de difundir la importancia que tiene crear áreas protegidas en las ciudades de cada municipio. A mí me tocó hacer una evaluación de cómo estamos en la provincia de Buenos Aires respecto a la creación de reservas municipales. Muchas eran desconocidas, me fui enterando de su existencia al hacer mi investigación. En mi libro “Las áreas naturales protegidas municipales de la provincia de Buenos Aires” (febrero 2023) utilizo de base un trabajo hecho aquí el año pasado, donde oficialmente se reconocían la mitad de las áreas que reconocí yo. Agregué 20 más que eran desconocidas como municipios, porque las ordenanzas no son digitalizadas por todos los municipios. Hay áreas que se crearon hace décadas y tenés que ir a la biblioteca de ese consejo deliberante para conseguir las ordenanzas. Otras son difíciles de conseguir, por más que tengas el número de ordenanza. Difícil conseguir la normativa de todos los municipios. No se difunden y no se conocen. Esto es una línea de base para que se sumen muchas más.
¿Cuáles son las trabas que encontraron? ¿Hay falta de concientización o de educación ambiental?
Creo que una reserva es muy importante en muchos aspectos. Hay una tendencia de creer que con los parques nacionales o provinciales alcanza y cuando uno quiere conservar la biodiversidad que tiene el país a largo plazo lo que tiene que hacer es crear una red grande de áreas porque los parques nacionales se van a potenciar con los provinciales y estos con los municipales. Uno está creando una red que permite a la biodiversidad que habita, flora y fauna, tener distintas islitas en las cuales seguir habitando este planeta. Por eso se trabaja en las ciudades con lo que se conocen como corredores ecológicos, es decir, tratar de que las áreas protegidas que se van creando estén unidas en el paisaje. Es decir, se puede plantar especies nativas en las ciudades, podemos elegir plantar en espacios verdes esas mismas especies que crecen naturalmente en nuestras áreas protegidas y las reservas que podemos tener en nuestro municipio crezcan en la ciudad. Podés plantar en tu jardín lo mismo que se planta en la reserva y eso aporta a que haya más mariposas, más aves. Generás un ambiente más sano y amigable para la biodiversidad, que es en lo que trabajamos para conservar a largo plazo. Las ciudades van transformando todo el ambiente y eso implica que el paisaje se va destruyendo y se pierde lo que es original, que es parte del patrimonio natural y cultural. Si te ponés a estudiar los nombres de las calles y lugares, muchos hacen referencia a animales y plantas que fueron quedando en el olvido. Por ejemplo, el Talar de Pacheco era un bosque y la gente no sabe.
Hay algo que se va perdiendo el tiempo y la gente no sabe por qué se llama como se llama el lugar donde vive. Tiene que ver con referencias a la flora y fauna del lugar de cada lugar. Nosotros trabajamos para eso, difundir la importancia de que cada municipio cree su reserva. También pasa que no saben reconocer las especies que son valiosas. Con ayuda de biólogos eso se consulta y también se puede hacer un proceso de restauración ambiental. Donde antes había un bosque, que se perdió por equis motivo, hay que averiguar si se puede restaurar.
Hay lugares que por tala de árboles se hacía para el asado y no éramos conscientes de que perdíamos el oxígeno, lo saludable del ambiente…
Lo estamos viendo estos años con el cambio de clima, los años de sequía o las lluvias más intensas. Teníamos años normales que dejaron de serlo con la aparición del Niño, la Niña. Dejaron de ser normales. Hace unas décadas había cierta cantidad de lluvia en el año y ahora no, y repercute en la producción del país y en los cultivos.
¿Qué te sorprendió de tu investigación?
Los lugares no reconocidos como tal, que aparecieron luego de la primera investigación que se hizo. Sospechaba que había más, porque me parecía que había muy pocas. En realidad, no tenían difusión. Pero lo que más me sorprendió es que de 135 municipios sólo 36 tienen al menos una reserva y ni siquiera la totalidad de eso te garantiza que esté implementada ya que algunos la tienen abandonada o están en retroceso porque se están haciendo transformaciones en sectores para algún emprendimiento. Lo más doloroso es que de esas poquitas, no todas están bien. Hay que crear más áreas y las que están hay que trabajar para que se implementen bien y sirvan realmente al fin que tiene una reserva ecológica municipal que es educación ambiental, conservación, restauración del ambiente.
¿En qué etapa están ahora?
Por lo general, después de estas publicaciones soles recibir algunas consultas de gente que está trabajando en tratar de crear alguna nueva reserva en su municipio. Recibimos consultas de vecinos que nos preguntan “¿cómo puedo hacer o ayudar para que en el municipio se pueda crear una reserva?”. Lo que nos interesa es tratar de difundir que en cada municipio haya una reserva y que esté realmente bien implementada. No sirve crear por crear y que quede el lugar abandonado. Requiere un manejo activo, que haya cartelería, un guardaparque, que se organicen distintas visitas guiadas que enseñe cuál es la flora y fauna del lugar.
Es el primer paso para saber sobre la necesidad de tener una reserva
Tal cual. El primer paso es la creación y después viene lo más difícil que es llevarla adelante y se va aprendiendo sobre la marcha porque cada municipio hace su propio aprendizaje.
¿Sentís que la concientización está más del lado de la gente que del propio municipio?
Se nos acercan de municipios y muchos vecinos. Pero hay que tomar conciencia. Todas las reservas urbanas que están en la costa atlántica tenemos el problema de la basura. La gente no sabe que sacarla un día que no pasa el camión o tirarla en la calle hace que la basura se vaya por los pluviales que desembocan en el río cada vez que llueve. Inunda las áreas costeras. La basura que generamos hay que sacarla a cierto horario y no dejarla en la calle.
El tema de los incendios también es un gran problema…
Cada incendio en reservas es distinto según el ambiente. Tenés los intencionales, los “sin querer” y ahí varían las consecuencias. Hay ambientes a los que llamamos “muy resilientes” que sabemos que tienen alta posibilidad de recuperación en poco tiempo. Pero hay ambientes que, ante episodios de ese tipo, los condenas a muchas décadas en las que no se pueden recuperar. Según los ambientes que tenés en el país, como los bosques patagónicos o el Chaco seco que si los talás o quemás son muy difíciles de recuperar. Otros tipos como pastizales o vegetaciones de los Esteros del Iberá son más fáciles de recuperar. El tema es la concientización de la gente y el cuidado del ambiente. Se ha talado tanto en el país, que queda poco. Trabajamos para conservar lo que queda de bosque, los tipos de ambientes y concientizar para que se cree la mayor cantidad de área protegida posible, necesario para que todos vivamos un poquito mejor.
¿El desarrollo tecnológico ayuda o no?
En cuanto a lo tecnológico pienso que es un tema de equilibrio. La producción es importante porque se necesita, pero hay que conservar ciertos lugares para mantener el equilibrio y balance que sostienen el planeta. Hay oxígeno porque hay plantas. Se habla de que habrá que conservar el 30% de los territorios para 2030. El resto podés dedicarlo a otra cosa. Los organismos internacionales hablan de garantizar un mínimo para hacer viable todo lo demás. La biodiversidad hace que tus cultivos sean más eficientes. Son muchas interacciones entre sí que hacen que todo sea más complejo. Todos usamos tecnología y esta la IA a full, pero debe haber equilibrio, no todo tiene que ser transformado. La conservación de la naturaleza es necesaria. Somos parte de un planeta, y no podemos pensar que vivimos nosotros solos y después que se extinga todo lo demás. Así no funciona.
¿Cuál es tu próximo paso a seguir después de esta investigación?
No me dedico exclusivamente a trabajar para la fundación, sino que respondo consultas de municipios o personas. Ahora estoy trabajando en monumentos naturales provinciales porque hay un montón en el país y no están siendo difundidos o conocidos. Estoy trabajando con eso para que haya una línea de base. Conocemos la ballena franca, el yaguareté, la taruca o el huemul, pero cada provincia tiene muchos monumentos. Mi trabajo es explicar qué es un monumento natural, cuándo una especie se puede declarar monumento natural, hay lugares declarados como el Puente del Inca en Mendoza. La idea es ordenar ese tema, que se use bien esa figura y que se entienda, para que pueda aportar a la conservación de las especies que están declaradas como un monumento.
¿Es para evitar la caza de esos animales? ¿Hay multas?
Un poco tiene que ver con eso. Hay especies muy raras o están en peligro de extinción y entonces las provincias lo declaran como monumento para darle una protección mayor. Si alguien llega a cazar esa especie tiene una sanción mucho más grande que si cazara otra sin esa figura. Mayormente las penas son multas administrativas. Cada provincia tiene una normativa diferente. Todas tienen sanciones, algunas penales, pero son las menos. El trabajo es recopilar información, que esté disponible y recomendar algunas especies que para nosotros es importante que tengan la categoría de monumento. Hay otras que consideramos que no deberían ser consideradas como tal porque son especies muy comunes y pensamos que se confundieron al declararlas. Cuando una especie se declara monumento hay que hacerle un plan de gestión: hay que estudiarla y ver cómo afecta a la población. Implica hacer un estudio y asignarle fondos para poder hacer lo que sea necesario para que esa especie que está en peligro se recupere.
¿Falta reforzar ese tema de la penalización de la caza, que hasta se considera deporte?
Analizamos eso y, recientemente, se cazó un yaguareté en Formosa y se están presentando como querellantes en defensa de ese animal tanto los parques nacionales, como la provincia de Formosa y una ONG que se llama Red Yaguareté. Trabajan en conjunto para que haya una sanción ejemplar para la persona que haya cazado este animal que es monumento nacional y provincial. Hay casos puntuales donde se trabajan para que las sanciones sean más fuertes, no solo penas económicas.
Respecto a estos cambios climáticos, pueden generar enfermedades y riesgos para el ser humano
Tenemos ahora los casos del dengue (al momento de realizar esta entrevista). El mosquito que lo transmite no es originario de América, es exótico invasor originario de África. Por equis motivo apareció acá y puede transmitir estas enfermedades. Hay muchos casos similares. La chikunguña es del mismo mosquito, están en lugares abiertos.
¿Hablar de estas enfermedades genera concientización?
Un poquito más, nomás… En el caso del dengue, no tenés que tener tarros de agua sucia en tu casa, pero no sé si todos tienen esa precaución. Si todos la tuviéramos no habría tantos casos. Es algo sencillo, estar atentos a que en las masetas no haya quedado agua estancada de hace días, o en la regadera o cualquier palita o en ruedas que tenés tiradas porque es un tipo de mosquito que le gusta los lugares rígidos. Si vas a una laguna pampeana son otros mosquitos, pero a estos le gustan los lugares artificiales y por eso está en la ciudad.
Dejamos la naturaleza en manos de Dios. Tiramos los papeles en el piso. Hay falta de educación…
Este país es tan grande y pensamos “siempre queda algo”. Pero la transformación de las últimas décadas fue muy grande. Antes la ganadería y la agricultura era en La Pampa. Pero la tecnología permite que cultivos que no eran aptos para Chaco o Formosa ahora lo sean, eso implica que se talen bosques que son irrecuperables. Que sean transformados para soja es terrible. Los cambios permitieron cosas que en los ochenta no eran posible y ahora sí los son y no hay límites para el avance de la frontera agrícola. En cualquier ambiente es posible ese tipo de cultivos, están adaptados a sequías. Por eso insistimos en pedir más reservas antes que se termine de modificar todo y no se pueda crearla. En el caso de los plásticos grandes, los podes levantar pero cuando se deshace todo quedan los microplásticos en el suelo. Eso es tema del futuro.
Las bolsas de plástico iban a desaparecer por las de papel, no fue el caso, ¿qué pasó?
En eso no trabajamos, pero todo es parte de la educación de la gente. Mientras se demande seguirán estando. Las reservas urbanas son importantes para brindar información al respecto a los visitantes, se les explica esto, ven los efectos que producen en el lugar y se van con otro pensamiento. Poder participar de jornadas de la limpieza en las costas que las organizan muchos municipios y ongs también ayuda. Se hacen para limpiar arroyos, la costa del río o playas y quienes participan toman conciencia más rápido. Es más efectivo que una clase hablando de ello. Haciendo aprendés más que escuchando.
En las vacaciones se ve la falta de cuidados, tirando desde pañuelos hasta los pañales de los chicos…
Es educación. Por eso que el municipio organice jornadas de este tipo está bueno, es efectivo. Darle la posibilidad a la gente de participar, verlo y entender el por qué hace un click diferente. Por ejemplo, en playas de Puerto Madryn suelen tener problemas de algas exóticas invasoras. La gente trae sus cosas de cualquier lugar del mundo, traen animales de jaulas y los sueltan, los buques que traen aguas de lastre de las cosas de Asia y la tiran en el Río de la Plata. En esas aguas trajeron moluscos y bichos de otra parte del planeta. Tenemos muchos problemas con la almeja asiática, traen bichos que algunos sobreviven y se convierten en especies exóticas invasoras y le quitan espacio a nuestras especies nativas.
Parece una serie de Netflix donde aparece una invasión…
Claro, por eso muchos buques agarran agua de lastre de cualquier río y la sueltan en el océano, agarran agua del océano y la sueltan en el río donde entran. Es porque las especies que son de agua dulce si vos las soltás en el mar se mueren y si agarrás agua salada del mar y la soltás en el río ocurre lo mismo, lo que traigas se va a morir. Es menos riesgoso en ese aspecto ir trasladando especies de un lado al otro. Eso ha pasado desde que andan los barcos en el mundo.
¿Cómo nació tu interés por el tema ambiental?
-Siempre tuve facilidades por las ciencias naturales, comencé con biología y terminé estudiando gerenciamiento ambiental y lo que me marcó fue que apenas empecé me presenté como voluntaria en la fundación Azara. Nos llevaban a recorrer distintas reservas, nos iban explicando y dije “yo me quiero dedicar a esto”. La frase que me quedó fue “de todos los problemas ambientales que hay lo que no tiene solución es la extinción”. Eso me quedó en la cabeza. Cuando hay un río contaminado puede salir carísimo pero se puede limpiar. Cuando una especie se extinguió no tiene solución y es de la vida a la muerte como pasa con las personas. Ahí dije “este es un problema más grave, me quiero dedicar a eso”, porque hay muy poca gente que se dedica a conservación o gestión. Hay muchos investigadores, pero poca gestión y es algo muy lindo.
Teníamos que llegar al límite para tratar de cuidarnos entre nosotros…
Claro, imaginate un mundo sin todos los animales que podemos ver. Es muy triste. Acá tenemos la posibilidad en este planeta de convivir con especies diferentes y las podés disfrutar en un ambiente natural y decir “mirá se me cruzó un oso hormiguero” o “vi a un ciervo o un águila”. Es algo lindo. Hay poblaciones que se alimentan de algunas especies, pero podés hacer un uso que permita que esa población sea viable a largo plazo. Si se pesca en el Mar Argentino hay que estudiar bien la cantidad de lo que se está pescando. Por eso es importante el equilibrio.
Por Claudia Seta