La localidad cordobesa de Ticino construyó un sistema para usar el deshecho de su producción agrícola principal para abastecer de energía al pueblo. Cómo y cuándo surge la iniciativa, la posibilidad de crecimiento y el rol dentro de la matriz energética nacional.
En medio de los apagones nacionales que sufrió Argentina en junio de 2019 y marzo de 2023, con millones de usuarios afectados, hubo una pequeña localidad que desafió la oscuridad y se mantuvo iluminada: Ticino. Situado en la provincia de Córdoba, en el Departamento General San Martín, este pueblo supo sobrevivir los cortes de energía gracias a su planta de generación de energía renovable.
Para mantenerse iluminado, esta localidad usó la base de la producción de sus campos: la cáscara de maní.
El Secretario de Gestión y Comunicación de la Municipalidad de Ticino, Pablo Margiaria, asegura en diálogo con AreaUrbana que “en la localidad hicimos todo con autogestión. La red de gas se hizo con recursos propios. Lo mismo sucedió para pagar las cloacas, la red de agua, la energía, siempre fue un esfuerzo conjunto de los habitantes”.
“La parte industrial se hace completa, desde producir las semillas, sembrarlas, arrancarlas, y todo el proceso hasta el producto final y la exportación, por lo que en toda la cadena de valor se genera mano de obra, y hoy es el motor del pueblo, además de la producción agrícola y algo de lechería con tambos robotizados”, explica Margiaria.
En los últimos tiempos, por el crecimiento de la agroindustria que rodea a Ticino llegan trabajadores de otras provincias. “Existen oportunidades laborales que motivaron una modificación demográfica los últimos diez años”, resalta el funcionario.
La cáscara se acumulaba y era un problema para la industria y para el pueblo. Este deshecho era difícil de transportar, se secaba y había riesgos de incendios forestales. Ticino necesitaba darle un destino a la generación de este residuo.
Antes de la planta de energía, lo depositaban en predios alejados, pero era habitual que el viento trajera humo al pueblo. A esto se sumaba el problema energético, porque había proyectos de crecimiento de nivel industrial que no podían ser llevados adelante por falta de energía.
Sin embargo, esta producción intensiva también genera grandes cantidades de cáscara, un desecho cuyo tratamiento adecuado es fundamental para preservar el ambiente. En muchas regiones, la quema a cielo abierto y el enterramiento de esta biomasa son prácticas dañinas que generan contaminación y problemas en los suelos. En Ticino, en cambio, le encontraron un nuevo destino a la parte del producto que no se exporta.
Entonces, esa cáscara se convirtió en la materia prima de la energía. “En la planta procesadora de maní del pueblo la primera etapa de pelado del producto genera 45.000 toneladas de cáscara al año. Así, teníamos la disponibilidad de la materia prima, pero hubo que hacer muchas pruebas”, recuerda Margiaria.
La Central Termoeléctrica Lorenzeti, Ruesch y Cía S.A., ubicada en Ticino, es el epicentro de este logro. Con una capacidad de 5 megawatts generados a partir de la cáscara de maní, provee la energía necesaria para abastecer al pueblo. Los casi 3.000 habitantes del pueblo tienen acceso a agua potable, cloacas, gas e iluminación LED, gracias a esta planta innovadora.
Ticino, con sus 70 manzanas y el 98% de sus calles asfaltadas, cuenta con una escuela que funciona en doble turno y un destacamento policial que garantiza la seguridad con un oficial y dos agentes por turno.
La compañía Lorenzati-Ruetsch, con 50 años en el lugar y 600 empleados, no solo se dedica a la producción de energía, sino que también es un referente en la industria del maní. Procesa diversas variedades de este fruto, desde el crocante hasta la mantequilla, y comercializa sus productos alrededor del mundo. El maní es un cultivo de gran relevancia para Argentina, siendo el tercer mayor exportador mundial, con el 55% de su producción dirigida al mercado europeo.
Diego Menta es el coordinador de la planta de energía de Ticino. “Cuando arrancamos en 2018 prendíamos la caldera durante 15 minutos y nos sacaban de servicio. Eso para nosotros ya era una victoria –afirma el técnico-. Otro hito fue la vez que llegamos a trabajar durante 24 horas sin parar Y es increíble que hoy estamos todos los días en marcha sin parar”.
La empresa Prodeman, ubicada a 190 kilómetros de Córdoba Capital, tiene una presencia destacada en Ticino. Con 42.000 hectáreas sembradas y 140.000 toneladas de maní cosechadas anualmente, su planta industrial produce unas 50.000 toneladas de cáscara de maní. Aunque antes se consideraba un desecho, esta biomasa ahora se ha vuelto valiosa, con un precio uniforme de 35 dólares por tonelada. Con un bajo contenido de humedad y facilidad de transporte, la cáscara de maní se ha convertido en un recurso clave.
En 2018, gracias a una iniciativa conjunta entre la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) Facultad Regional Villa María y las empresas Prodeman S.A. y El Zorzal S.A, se inauguró una planta de generación eléctrica impulsada por biomasa de cáscara de maní. El proyecto, apoyado por un subsidio estatal de 7 millones de dólares, se traduce en una caldera de vapor que utiliza la cáscara de maní como combustible. El 10% de la energía generada se utiliza para el funcionamiento de la planta, el 25% para el proceso de industrialización del maní, y el 65% restante se incorpora al Sistema Interconectado Nacional, beneficiando a 8.000 hogares al año.
En estos 5 años, la empresa de energía pasó por un intenso proceso de aprendizaje. “Para formar el operario que maneja la caldera, que es donde se genera el vapor, y después pone en marcha la turbina del generador se requiere un año y medio de capacitación. Tampoco es algo que se pueda estudiar con un libro, hay que estar en el campo, los propios compañeros lo capacitan, y también hay gente especializada en combustión de biomasa, que vienen a dar cursos para avanzar”, explica Menta.
Con la posibilidad de desconectarse y proporcionar energía a las viviendas locales, esta tecnología nacional se convirtió en un salvavidas energético para las 3.000 personas que habitan el pueblo.
Para generar energía el procedimiento comienza cuando la biomasa –en este caso el combustible es la cáscara de maní, en vez de un combustible fósil- ingresa al lugar de quema, y se inicia la combustión, que se aumenta con distintos procesos para generar en una primera etapa vapor saturado.
“Primero parece humo, pero después lo sobrecalentamos hasta que no se ve, y se transforma en un vapor como si fuera aire comprimido, sin nada de humedad ni micro gotitas de agua -explica Menta-. Cuando ya tiene la temperatura y la presión indicada va a la turbina, como si se soplara un ventilador. Esto la hace girar hasta 6500 vueltas y esa fuerza rotativa luego baja la velocidad a 1500 vueltas, y ahí se acopla el generador. Cuando ese vapor ya pasó por la turbina y entregó toda su energía, la absorbemos, la enfriamos, la transformamos en agua y la mandamos nuevamente a la caldera para que vuelva a iniciar el ciclo”.
En caso de un apagón masivo en Ticino se corta la energía, pero a los 15 minutos se reestablece, gracias a que la planta no para. “Se puede mantener energía en Ticino por el tiempo que lo necesite. Porque mientras tengamos materia prima para quemar, podemos generar energía”, resalta el funcionario de la planta.
Tienen la capacidad energética para abastecer hasta 6000 familias, lo que se traduce en casi 20.000 personas, mientras que en la localidad viven alrededor de 1300 familias. No solo les alcanza, sino que les deja un sobrante, por lo que en casos extremos también brindaron servicio a cuatro pueblos cercanos.
La apuesta por las energías renovables y la generación de energía a partir de la biomasa de cáscara del maní no solo destaca en Ticino, sino que también se extiende por todo el país. Según la Cámara Argentina de Energías Renovables (Cader), hay aproximadamente 80 plantas de biomasa en Argentina, con solo 20 de ellas consideradas como grandes instalaciones. Estas iniciativas, además de impulsar la sustentabilidad ambiental, fortalecen la seguridad energética nacional y demuestran el valor de la vinculación tecnológica en el desarrollo del sector energético.
MARIANO JASOVICH