La pandemia y la calidad del agua

En Argentina tenemos un avanzado sistema de filtrado de aguas y los principales conglomerados urbanos están abastecidos con agua potable. Sin embargo, persisten algunos cuestionamientos respecto a la calidad, especialmente en contextos de incertidumbre sanitaria como el que atravesamos. AreaUrbana conversó con representantes en algunas provincias para conocer cómo se manejan, qué necesidades existen actualmente en cada zona y qué planes de mejora se implementan.

El acceso al agua potable es uno de los derechos humanos básicos y, además, un componente central en las políticas de protección de la salud. Existen normativas internacionales y nacionales que dan marco a lo que se considera la seguridad del agua para el consumo humano, que incluyen sistemas adecuados y gestionados correctamente, desde las infraestructuras hasta el monitoreo, la planificación y la gestión eficaz, todo esto con un sistema de vigilancia independiente y permanente.

¿Cómo se da en Argentina la aplicación de este abordaje integral en la evaluación y la gestión de riesgos de los sistemas de abastecimiento de agua de consumo humano? Si bien no existe un método único que pueda aplicarse de forma universal, en la elaboración y la aplicación de normas es fundamental tener en cuenta las leyes vigentes y desarrollar y aplicar reglamentos locales propios también.

En nuestro país tenemos dos tipos de fuentes de agua: las que provienen de fuentes a nivel (los ríos) y las de fuentes subterráneas. Las primeras tienen una composición química que con un filtrado o decantación podría ya estar en condiciones de potabilidad; pero las otras, como las aguas de pozo, son las que requieren de un tratamiento más intensivo, porque generalmente tiene alta presencia de sales, sodio, potasio, manganeso, arsénico, boro, y otros compuestos químicos que varían según las regiones. Generalmente todas las aguas son salinas y tienen algún componente que es perjudicial cuando se encuentra en exceso y el más conocido y peligroso es el arsénico, que fue identificado en varias provincias mediterráneas como Córdoba, Chaco, Santiago del Estero, Tucumán, parte de Salta y también en algunas zonas del sur de La Pampa.

También existen otras complicaciones como el famoso tenor salínico (agua demasiado salada), para lo cual existen recomendaciones desde el código alimentario que establecen máximos de consumo de, nitrato, sulfato, etc. para regular su incidencia sobre la salud. De todos estos componentes el de mayor peligrosidad es el arsénico, que no tiene color, olor ni sabor y genera potenciales daños comprobados asociados al desarrollo de cáncer. Cada provincia tiene establecido un procedimiento a través de sus Entes Reguladores y eso ofrece ciertas garantías, pero en ocasiones las contaminaciones provienen de empresas o fábricas de la zona, y son esporádicas, con lo cual los controles deben ser muy continuos y sostenidos en el tiempo para poder detectar anomalías. Más aún este año, en el que varias veces se puso en duda la calidad de agua y se hicieron reclamos acerca del exceso en el uso del cloro, los responsables en las distintas provincias coinciden en transmitir tranquilidad.

Lea la nota completa en la edición de ÁreaUrbana 81

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José Abel Autor

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