Los desafíos del acceso al agua en Argentina

El mapa de este recurso irreemplazable para el desarrollo humano y económico ofrece variedad de lecturas y circunstancias a lo largo del país. Infraestructura, salubridad, equidad, disponibilidad, uso responsable y cambio climático; los ejes de un asunto complejo pero urgente.

Según informa la Dirección Nacional de Agua Potable y Saneamiento, actualmente, más del 80% de la población de nuestro país tiene acceso a agua potable y un 56% a saneamiento. Pero la equidad brilla por su ausencia: si segregamos por nivel socioeconómico, en los barrios populares el acceso formal a servicios de agua y cloacas alcanza sólo al 11,6% y al 2,5% de los habitantes, respectivamente. 

La Dirección, que depende del Ministerio de Obras Públicas, elaboró el Plan Federal de Agua y Saneamiento, que administra las inversiones en el sector bajo un criterio integral. Para esto, aplica una “gestión coordinada en un sistema de información que cuente con indicadores para el seguimiento y el monitoreo de las metas de los prestadores de los servicios de agua potable y saneamiento, con la intervención de Agua y Saneamientos Argentinos (AySA) en el AMBA y del Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (ENOHSA) en el resto del país y el aporte de los prestadores públicos, cooperativos y privados de las diferentes provincias, municipios y comunas” según detallan.

El ENOHSA ejecuta con presupuesto del Tesoro nacional las obras y para ello articuló varios programas, como el Programa Federal de Saneamiento (PROFESA) que se propone alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030: 100% de la cobertura en acceso al agua potable y el 83% en saneamiento. El ente depende de la Secretaría de Infraestructura y Política Hídrica. Todos trabajan bajo la órbita del Ministerio de Obras Públicas de la Nación.

El subsecretario de Obras Hidráulicas, Gustavo Villa Uría, habló con ÁreaUrbana y brindó un panorama de dónde estamos parados. “Depende de varias situaciones. Argentina tiene casi al 80% de la población en regiones húmedas, que a su vez ocupan menos de un 30 por ciento del territorio nacional. El otro 70 es territorio árido y semiárido. Es decir, la concentración se da en el litoral y la pampa húmeda, donde hay disponibilidad de recursos. Esto implica que el agua no es suficiente para la actividad que se desarrolla, tanto para consumo humano como usos productivos (riego, limpieza, higiene, por ejemplo). Esa es la realidad a nivel país”.

¿Cómo es hoy la distribución de agua potable?

Tal como la conocemos en las ciudades, presenta disparidades y desorden. En los años 90, los servicios de Obras Sanitarias de la Nación se privatizaron y descentralizaron; con lo cual pasaron a municipios y provincias, sin el presupuesto correspondiente para tratarlos. Eso generó un gran problema de falta de infraestructura, y de recursos, sobre todo para la ampliación de las redes y servicios. Solo se paga la operación de mantenimiento y no de reinversión. Esa es la situación de base.

¿De qué manera se está trabajando en el área?

Se intenta revertir esto a partir de ampliar las redes y tener más agua disponible en las ciudades teniendo en cuenta las características de cada caso. Algunas tienen la fuente cercana, otras no tienen fuente cercana ni disponible: ni cantidad ni calidad. Así como el agua no se distribuye de la misma manera en todos los periodos del año, tampoco pasa con las diferentes localidades. Algunas son mayormente secas, incluso hay años en que los ríos tienen caudal y llueve mucho, otros que no. Esto requiere mayor intervención y recursos derivados al agua y saneamiento.

¿Cómo se piensa el impacto al medio ambiente en sintonía con las obras necesarias?

Es algo muy importante desde varias perspectivas. Una de ellas es la generación de energía. Pasa por un cambio de usos y costumbres de todos los habitantes del país. ¿Cómo puedo contribuir yo? Gastando menos energía se genera menos gas invernadero. Usando transporte público en lugar de ir siempre con el auto propio es muy válido. Lo que contamino, luego tengo que “descontaminarlo”. 

Desde el ENOHSA estamos haciendo redes a través de distintos programas, pero si a la par de hacer las obras no abordamos el uso eficiente del agua, y en vez de usar por día casi 400 litros de agua por habitante (como sucede en Buenos Aires) se usaran unos 70 como en otras ciudades del mundo, las instalaciones serían más eficientes, podríamos llegar más lejos y abastecer a más personas que en las zonas más alejadas se quedan sin agua durante el verano.

¿Cuánto influyen los factores topográficos en la equidad del acceso a los recursos hídricos?

Mucho. Hay una gran inequidad. Cuando comenzamos nuestra gestión, no se abordaba la problemática de las zonas rurales dispersas. Allí la gente conseguía agua donde podía. Muchas localidades del interior del país no tienen un servicio de agua potable eficiente. Estamos muy lejos de alcanzar los estándares internacionales que piden los organismos de desarrollo sostenible. Tenemos entonces a la población más rica del país con los servicios de agua y cloacas completos, y del resto, una gran parte no tienen cloacas, y pocos agua potable. Esto hace que esas personas tengan que arreglarse con agua de mala calidad y posiblemente contaminada, lo que trae problemas de salud. Por ejemplo, en la zona central y norte del país, las aguas subterráneas son la fuente permanente de abastecimiento para los pobladores, y ese agua tiene arsénico, que es un efecto natural, por las cenizas volcánicas que hace miles de años se depositaron allí. Eso ha producido una enfermedad; el hidroarsenicismo crónico, que genera cáncer de piel con el uso habitual durante años. Por eso estamos haciendo acueductos, para llevar agua de otras fuentes a lugares con fuerte presencia de arsénico en el agua que se consume.

¿Las obras ayudan a descomprimir las concentraciones urbanas?

Sí. En zonas donde hay estación seca, si cuando llueve no se puede almacenar el agua también es complejo el abastecimiento de agua de origen seguro. Todo esto se tiene en cuenta cuando se decide ampliar las redes de agua, hoy por hoy el ENOHSA ejecuta más de mil obras y no como se hacía antes, sólo en el área portuaria, con ese viejo modelo para nada federalista. Es más económico que un poblador se desarrolle en su lugar de origen y no que venga a Buenos Aires a aumentar los bolsones de pobreza. El estado inteligente trabaja para que ese poblador pueda desarrollarse en el lugar donde nació. En ese punto estamos trabajando, para que la situación cambie. 

¿Cómo está plantada la Argentina de cara a los objetivos de la Agenda 2030?

En primer lugar, el mundo ya ve que no se va a poder llegar a las metas, que son muy ambiciosas. Se está considerando incluso modificarlas, la UNESCO está trabajando para prorrogar los plazos. De todas formas, todo lo que nos podamos acercar va a ser altamente beneficioso. Nosotros necesitamos diagnósticos fidedignos, datos para tomar decisiones útiles sobre el agua. 

La meta más compleja en nuestro país es la de los efluentes cloacales porque es una obra más cara, que requiere más tiempo, y si bien estamos avanzando mucho con todos los proyectos, estamos lejos de lo que necesitaríamos. Hemos trabajado en las brechas de agua y saneamiento; calculamos los recursos necesarios para cubrir esas brechas porque, independientemente de lo que planteen los ODS, estamos convencidos de que tenemos esos obstáculos para superar. Entonces, hay que gestionar los fondos, buscar los recursos. Las gestiones con el BID han sido muy fuertes y muy trabajosas para avanzar en esta línea. Pero el BID tiene sus complejidades, como hemos visto estos días.

¿Cómo interactúan los estados, por ejemplo, en el uso del Río de La Plata?

Nuestra infraestructura es más compleja que en otras ciudades. No todas tienen un río como ese al lado para tomar agua; eso requiere que el río esté en condiciones y sea preservado también por otros. Entonces para eso tenemos que negociar con Brasil, evaluar, medir el río, porque si en Brasil lo “mandan” contaminado es un problema para nosotros. No hay legislación para los ríos internacionales, dependen de tratados y negociaciones entre países. Con Brasil, negociando sobre la bajante del Paraná hemos logrados cambios beneficiosos; si no, hubiéramos tenido el año pasado más de 7 millones de personas sin agua en Corrientes, Chaco… hubo que gestionar un pulso de agua adicional de sus embalses para abastecer las tomas de agua de nuestras localidades. 

Villa Uría concluye: “Nuestra forma de captar agua y de devolver los efluentes a los ríos debe ser eficiente. Aysa está haciendo la obra de saneamiento más grande el mundo que es el colector Margen Izquierdo. Pero también es necesaria la obra de Humahuaca para que el poblado no contamine el curso de agua que por debajo toman otras 20 localidades de Argentina. Son todos temas complejos para un país federal donde las provincias son dueñas de los recursos naturales y la articulación de programas nacionales se torna complicada. Pero lo más importante sigue siendo la voluntad y la gestión para dejarle a las generaciones futuras un recurso hídrico disponible suficiente y de calidad”.

EL SUELO BONAERENSE 

De amplia experiencia en la dirección y ejecución de obras hidráulicas, el ingeniero Diego Fillia brindó a este medio su visión sobre qué se hace, cómo y qué necesidades hay en este campo. “Desde siempre, las inversiones para infraestructura vienen detrás del crecimiento demográfico, sobre todo en las grandes áreas urbanas. Se están consolidando grandes ejidos urbanos, tal es el caso de La Plata – al sur de la Región Metropolitana de Buenos Aires- donde las redes cloacales vienen demoradas por un par de décadas, lo que trae aparejados vertidos domiciliarios que terminan en los cauces y por ende, haya contaminación. Es muy necesario mejorar eso” analizó. 

Siguiendo con el caso de la capital bonaerense, Fillia acotó que en ese municipio “se está trabajando en una mega planta de tratamiento, que tanto necesita. Actualmente se vierte todo en ‘crudo’ al Río de la Plata”. 

¿A nivel pluvial, cómo observa la infraestructura en la provincia?

Con las últimas catástrofes hídricas que tuvo Buenos Aires se ha invertido, si bien tales magnitudes de lluvia no se pueden controlar ni con obras (como la famosa inundación en La Plata de 2013) eso impulsó la planificación y ejecución, pero al mismo tiempo la población sigue creciendo, entonces todo lo que refiere a saneamiento, insisto, “viene de atrás”. Ojo, pasa en el Primer Mundo también, pero necesitamos acelerar porque la obra privada y pública mejora la vida de todos.

 

¿Y en cuanto al abastecimiento de agua potable?

Si bien tenemos una fuente tan importante como el Río de la Plata, nuestro gran drama es que la gente no termina de tomar consciencia que el agua es un recurso finito. Hay que trabajarla para que se pueda consumir, nadie considera el desperdicio de este recurso. Por otro lado en el interior de la provincia hay zonas con arsénico, la sobreexplotación de pozos está generando que la calidad del agua no alcance los parámetros de consumo. En ese sentido veo que se está buscando financiamiento del estado para hacer obras que lo solucione. Hay mucha agricultura que no siempre controla el uso de agrotóxicos, si bien está reglamentado. Quizás hace falta mayor fiscalización de esos temas. 

Respecto del agro ¿creés que los excedentes hídricos se reutilizan de manera eficiente?

Se sabe que los ciclos hidrológicos son variables. En ciertos momentos el campo necesitará que el agua se retenga y en otros que se vaya. Pero hay sectores en la provincia de Buenos Aires que no tienen redes de escurrimiento y el estado está invirtiendo en generarla y que el agua vuelva al Río Salado de manera eficiente. Con el cambio climático, Argentina necesita del campo y para eso se necesita agua.

¿Cómo se aprovechan y/o cuidan los muchos afluentes que hay en la provincia?

Todos los que vierten hacia el Río de la Plata, desde San Nicolás hasta Magdalena, pasan por zonas urbanas más o menos densas. Claro que los más “complicados” son el río Reconquista, Matanza, Luján. A medida que la mancha urbana va avanzando, va teniendo mayor impacto hidrológico -las lluvias escurren más al caer sobre cemento, al no ser absorbida- y por otro lado, desde el punto de vista del vertido, en zonas que no tienen redes colectoras de tratamiento todo es pozo absorbente y cuando se colma por distintos motivos, termina en zanjas, arroyitos, y de ahi a un arroyo principal. Por eso son tan necesarias las obras de vertido. 

Desde el punto de vista estructural, Filia concluye que “la regulación de cuencas en cuanto a la industria, la instalación de barrios nuevos, todo eso también requiere obras a tiempo. Hay que cambiar el paradigma, porque se está degradando nuestro medio ambiente”.

EL CASO DE CHIVILCOY

A 160 kilómetros al oeste de la Ciudad Buenos Aires, Chivilcoy se destaca por su actividad agrícola y ganadera. Además de su ciudad cabecera homónima, el municipio está compuesto por 10 localidades rurales o de campaña, por lo cual la infraestructura del agua es bien diferente a la del AMBA y las problemáticas tardan mucho más en resolverse.

El secretario de Obras y Servicios Públicos, Eduardo Alonso, manifestó a ÁreaUrbana que “son necesarias obras cloacales. Ahora se está haciendo el Segundo Colector Cloacal, que va a permitir aumentar el acceso. Y por otro lado, el problema con el acceso al agua potable es que no hay mucha presión; se hizo un segundo anillado pero las instalaciones domiciliarias son tan frágiles que tampoco nos podemos arriesgar a meter demasiada presión, sería un desastre. Ese es un problema de siempre en Chivilcoy. Hay barrios enteros sin agua en el verano”.

 

¿Cuál es la situación en cuanto a clocas y tratamiento de efluentes?

Es complicado. La planta potibilizadora no está trabajando, está abandonada, las aguas servidas se van por la cañada y terminan, así como vienen, sin tratamiento, en el Río Salado. 

¿Cómo se trabaja con los excesos hídricos del campo?

El agua que sobra se va por los canales, no tenemos campos inundables porque hay hechas obras hidráulicas suficientes; salvo en La Rica donde tenemos planeado un canal para sacar el agua que sobra y genera problemas a esos campos. Allí hacen falta desagües para interceptar los excesos hídricos de la Cuenca del Salado, y lograr un escurrimiento más eficaz. Pero lamentablemente, son obras proyectadas y anunciadas que aún no comienzan.

En Chivilcoy existe una Asamblea por el Agua, agrupación de vecinos que desde hace 12 años trabaja para solucionar la problemática del arsénico mencionada anteriormente. Ana María Benedetti es una de las referentes de este espacio, que sigue de cerca las obras y proyectos y asesora a los funcionarios del área.

“El tema del agua se complejiza con el paso del tiempo. Necesitamos el agua con un nivel de arsénico de 00,1” sostuvo. A propósito del Segundo Colector que mencionaba Alonso, Benedetti explicó a un medio local: “era una obra que se necesitaba, nosotros obtuvimos a través de la justicia una resolución para que se construyeran los módulos requeridos para el abatimiento del arsénico. Pero no se puede poner en funcionamiento pleno porque no hay lugar físico para recoger el agua de desecho, o sea el arsénico. Esto mejorará mucho la calidad del agua, pero todavía falta”.

HACIA UNA SOLUCIÓN DEFINITIVA PARA EL AMBA

En sintonía con lo que señalaba Villa Uría sobre la concentración de habitantes en la pampa húmeda, de esa gran masa poblacional la mayor parte se encuentra en el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) que es la zona urbana común conformada por CABA y 40 municipios. Esta “megaciudad” se extiende desde Campana hasta La Plata, con límite físico en el Rio de la Plata e imaginario en la Ruta Provincial 6, y recorre una superficie de 13.285 km2. 

Según el censo de 2010 -los datos del último censo aún no están disponibles en detalle- cuenta con 14.800.000 habitantes, que representan el 37% de los habitantes de la Argentina. 

En constante crecimiento, su expansión genera gravísimos problemas relacionados no sólo con el acceso a redes de agua potable sino, y especialmente, con el vertido de efluentes cloacales que terminan contaminando arroyos urbanos y distintos acuíferos. 

El Río Matanza Riachuelo nace en la Provincia de Buenos Aires (Las Heras y Cañuelas), constituye el límite sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y desemboca en el Río de la Plata. A lo largo de su curso por el AMBA, recoge todo tipo de desperdicios y su saneamiento es un enorme problema que lleva décadas sin resolverse.

La concentración de muchas personas en pocos metros cuadrados, más la gran cantidad de viviendas precarias y asentamientos informales agrava la situación.

Pero hay una obra titánica que cambiará de manera contundente este cuadro. Aysa (Agua y Saneamiento Argentinos) se encuentra ejecutando el Sistema Riachuelo: la primera gran ampliación del sistema troncal de cloacas que se realiza en el área, en más de 70 años.

Según informa la empresa estatal, “esta mega obra de infraestructura va a permitir solucionar integralmente la capacidad de transporte de los desagües cloacales, mejorando la calidad del servicio y evitando la contaminación del Riachuelo por efluentes cloacales. Permitirá mejorar la prestación del servicio a más de 4.3 millones de personas y, en un futuro, incorporar a 1.5 millones de habitantes a la red de cloacas”.

Se trata de un emprendimiento faraónico, que “por cuestiones administrativas y de gestión de contratos” se divide en tres partes llamadas lotes: el Mega Colector -más de 30 km de túneles que recolectarán los desagües cloacales a lo largo de la margen izquierda del Riachuelo y los transportarán hasta la Planta de Pretratamiento- que se está construyendo en Dock Sud, (Avellaneda) y tratará los líquidos recibidos- y el Emisario -un túnel que irá por debajo del agua, volcará los líquidos ya tratados al Río de la Plata, a 12 km de la costa, completando el proceso de depuración. 

La obra beneficiará directamente a la Ciudad de Buenos Aires y a los municipios de Avellaneda, Esteban Echeverría, Hurlingham, La Matanza, Lanús, Lomas de Zamora, Morón, San Isidro, San Martín, Tres de Febrero y Vicente López.

Fuentes de Aysa señalaron a ÁreaUrbana que “esta es una obra única, no tiene igual en el mundo, va a cambiar la vida de un montón de gente y a beneficiar al medio ambiente. En paralelo estamos haciendo las redes primarias y secundarias para que una vez terminada la obra, podamos inyectar en esas redes el agua”. Está previsto que el Sistema Riachuelo se inaugure a mitad de 2023.

“También trabajamos en el Sistema Agua Sur, que va a asegurar el abastecimiento de agua potable en los partidos de Almirante Brown, Esteban Echeverría, Ezeiza, La Matanza, Lomas de Zamora y Quilmes. Esta obra la activamos este año así es que calculamos que tendrá para dos años más. Va a tener 46 kilómetros de cañerías primarias, 23 kilómetros de ríos subterráneos y tres estaciones elevadoras” agregaron.

¿Se trabaja en línea con los ODS? “Absolutamente. Todo el trabajo de Aysa está orientado al cuidado del medio ambiente. Ya tenemos construidos más de 2.000 kilómetros de cañería entre agua y cloacas. Esperamos hacer cuatro mil en estos cuatro años (hasta 2023). Hoy es una política de estado hacer obras de agua y cloacas, está en agenda y eso se replica en el presupuesto. Y no se trata sólo de Aysa, ya que trabajamos coordinados con todos los organismos provinciales y municipales. Antes no se hacía y las obras quedaban truncas”.

En coincidencia con los especialistas antes consultados, desde Aysa también destacan la importancia de adquirir una verdadera consciencia ciudadana sobre el uso responsable del agua, que hoy no existe: “No está ese entendimiento en la gente. Aún no está incorporado que el agua será el eje de las próximas guerras en el mundo, esto es así. En muchos países los servicios básicos van a escasear. Argentina los tiene, pero carece de la cultura para preservarlos y valorarlos”.

Acerca de la calidad actual del agua que llega a los hogares del AMBA, aseguraron: “es de una muy buena calidad, está regida por más de 10 normas internacionales que avalan y certifican el agua de Aysa. Los próximos desafíos son instalar los medidores en cada casa que falte, para cuidar mejor este recurso y concientizar sobre la importancia que puede tener Argentina en materia de exportación de agua”.

LOS DESAFÍOS DEL CHACO

La región chaqueña sufre alternativamente ciclos de sequías muy prolongados y de inundaciones. Esto genera que haya dos áreas diferentes respecto de la estación de lluvias: la oriental, con precipitaciones durante todo el año, aunque mayores en verano, y la occidental, con un período seco invernal hasta de ocho meses. El Chaco se encuentra en el centro de la región; y el gobierno provincial rubricó varios convenios con el ENOHSA para la realización de redes de agua potable y saneamiento que ejecuta el Servicio de Agua y Mantenimiento Empresa del Estado Provincial.

El gerente general del SAMEEP, Ricardo Requena, lleva 40 años trabajando allí y dialogó con este medio sobre los desafíos particulares de la provincia en materia de acceso al agua y saneamiento. “La provincia tiene casi 10.000 kilómetros cuadrados, con aproximadamente 1.250.000 habitantes, 69 municipios. Y tiene una política de estado respecto de este tema” comenzó el funcionario.

¿Cuándo comenzó a ser una verdadera política de estado?

En 2007, cuando asumió el gobernador Jorge Capitanich. Lejos de cualquier tendencia ideológica, puedo relatar esto desde mi vivencia de tantos años. A partir de entonces, por primera vez estuvieron alineados el gobierno nacional y provincial, lo cual realmente impulsó que las obras y la coordinación se mantuvieran. En ese proceso quedó “grabado” tanto en funcionarios como en los empleados de SAMEEP que la meta es la universalización de los servicios de agua y saneamiento. Esto implicó un enorme paquete de obras estructurales que hizo que el agua llegara a los lugares más recónditos de la provincia. Cuando se inauguró el SAMEEP (1981) había 280 kilómetros de acueductos en el Chaco, hoy hay funcionando 1.200 kilómetros.

¿Qué trabajos importantes se hicieron en los últimos años?

Esta provincia está rodeada de ríos – Bermejo, Paraguay, Paraná- entonces toda nuestra cuenca hídrica corre desde el noroeste hacia el sureste, hacia los ríos. Y nuestros acueductos van desde los ríos hacia el centro del Chaco. A lo largo de todo el Bermejo y el Paraguay fuimos ejecutando nuevos acueductos; plantas tomadoras y potibilizadoras. Esto nos permitió alcanzar cerca del 90% de cobertura de redes domiciliarias de agua potable. Hay que tener en cuenta que casi el 70 por ciento de la población se encuentra en el área metropolitana.

 

¿Cuál es la situación en El Impenetrable?

El acueducto con abastecimiento del Impenetrable es quizás la “perlita” para mí, un orgullo. Allá en “medio de la nada” lo inauguramos y tiene canillas, redes y abastece a un montón de localidades como Nueva Pompeya, Fuerte Esperanza y El Sauzalito, que están a más de 500 kilómetros de Resistencia y que jamás habían tenido agua. También, 60 parajes en el monte ahora son abastecidos desde ese acueducto con redes dispersas, de las cuales también se abastecen las comunidades originarias de la zona. Lo más complicado en esos lugares es conseguir espacios de vuelco. Hay que recolectar el líquido, tratarlo con algún sistema, y volcarlo. En esos lugares hay ríos interiores, pequeños, es difícil tratarlos.

¿Dónde hacen falta más obras?

En el suroeste, la pampa húmeda, la zona rica. Allí se encara la obra “maestra”: el Segundo Acueducto ya está en un 90% ejecutada. Tiene 512 kilómetros (están terminados unos 460) y una toma a la vera del puente que va a Corrientes, que va a abastecer a toda el área metropolitana, es una obra gigantesca. La planta ya está funcionando en un 35 % de su capacidad, estamos habilitando tramos a medida que vamos llegando a las distintas ciudades. Serán en total unas 26 localidades y alrededor de 400 mil personas que se verán beneficiadas directamente porque tendrán la misma calidad y cantidad de agua que en la región metropolitana. El 87 % de la provincia tiene buena cantidad de agua, aspiramos a llegar al 98% con la misma calidad ya que el resto tiene agua de pozo, por ejemplo.

¿Y el plan director de cloacas en Resistencia?

La situación general es que todo el sistema cloacal de Resistencia, al igual que los de las ciudades que están a la vera del Paraná, no tienen tratamiento. Sucede también con Posadas, Goya, Bella Vista, Reconquista; todos tiran crudo el líquido cloacal al río. A través de la planta que vamos a hacer, seremos el primer conglomerado urbano grande que va a tratar el líquido cloacal de manera integral: para eso se hizo un sistema de colección en toda la zona sur de la capital que es trasladado a una planta de tratamiento. Esa planta es de tipo reactor anaerobio de flujo ascendente, que logra una depuración de la materia orgánica casi total por lo cual ese vertido tiene mucho menor impacto en el medio ambiente. 

 

POR ANALÍA CABALLERO

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José Abel Autor

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